Historia

Del levantamiento de Madero al Plan de Ayala

28 Apr 2010   |   comentários

  • Zapata y la revolución de 1910

En 1910 Francisco I. Madero se postula como candidato opositor a la presidencia, apoyado por sectores de la burguesía norteña descontentos con el gobierno de Porfirio Díaz; evidentemente Díaz no permitiría que se le arrebatara el mando del país y en junio de este mismo año se hace reelegir mediante un fraude. El candidato opositor es encarcelado y tiempo después puesto en libertad condicional, lo que aprovecha Madero para escapar hacia Estados Unidos para el 5 de octubre hacer público su Plan de San Luis.

Este Plan declara nulas las elecciones, reconoce a Francisco I. Madero como presidente nacional, desconoce al gobierno de Díaz y proclama el principio de no reelección. Aun más importante, en su artículo 3° el Plan de San Luis enarbola su única demanda de carácter social. Declara que todas las tierras usurpadas por las “leyes de terrenos baldíos” serían restituidas a sus antiguos propietarios, en su mayoría comunidades indígenas, llamando así a la insurrección armada nacional para el 20 de noviembre de 1910 a las 6 de la tarde. Pero ese día los levantamientos que se dieron fueron reprimidos, y el organizador de la revuelta, Aquiles Serdán, fue asesinado en la víspera, al ser descubierto con sus familiares dentro de su hogar en la ciudad de Puebla.

Madero nunca imaginó el eco que tendría su Plan de San Luis, pues en el norte del país comenzaron a formarse revueltas campesinas con formas de guerrilla a cargo de Pascual Orozco y Francisco Villa (este último encabezaría el ejército revolucionario más importante en el norte del país), y distintos destacamentos organizados por militantes maderistas y del Partido Liberal Mexicano. En febrero de 1911, Madero regresa del exilio y ataca la población de Casas Grandes, en Chihuahua, en donde sufre una primera derrota. En estos meses de 1911, los campesinos habían hallado la consigna aglutinadora que daría el impulso a la revolución: “tierra”, y en torno a esta consigna ya había grupos armados y organizados que sobrepasaban por la vía de los hechos la fuerza que pudiera tener Madero. En un país donde la mayoría de la población eran campesinos pobres, se propagarían rápidamente los alzamientos en las zonas rurales. El arrebatarle las tierras usurpadas al gobierno asesino, por vía de las armas, fue la idea que animó al campesinado a arrojarse a una guerra heroica contra el régimen porfirista.

Mientras tanto, en Morelos, Emiliano Zapata al mando de los milicianos indígenas y campesinos pobres, asalta algunas haciendas de la explotadora oligarquía porfirista, apropiándose de las armas que hay en ellas. Así se comienza a formar lo que pronto será el Ejército Libertador del Sur, que en 1915 llegará a poner en pie, a base de una resistencia y ofensiva heroica, la Comuna de Morelos (de esta experiencia revolucionaria hablaremos más a detalle en próximas entregas).

En mayo de 1911, en el norte del país, se reunieron 3 000 hombres a las afueras de Ciudad Juárez. Mientras Madero dudaba en tomar la ciudad y buscaba un acuerdo con el gobierno, los jefes militares Villa y Orozco decidieron tomar la iniciativa contra el ejército federal. Para ello tuvieron que engañar a Madero, y de esa forma la toma de la plaza de Juárez fue una respuesta a un supuesto ataque de los federales que los mismos revolucionarios provocaron. El resultado fue fulminante: para el 10 de mayo Ciudad Juárez se convertía en la primera ciudad en poder de la revolución. Mientras tanto, en el sur del país, el 20 de mayo, 4 000 milicianos dirigidos por Emiliano Zapata toman la ciudad de Cuautla y establecen allí su cuartel general. Al otro día las tropas federales huyen de la capital del estado y los revolucionarios ocupan sin resistencia Cuernavaca. Se mostraba así la potencialidad de la fuerza motriz de la revolución: los campesinos armados empujaban hacia una lucha frontal contra el gobierno, en pos de su demanda de tierra.
Porfirio Díaz se da cuenta de la fuerza social, política y militar que se está generando en el campo y, por medio de sus representantes y los de Madero, se apresura a firmar los acuerdos de Ciudad Juárez el 21 de mayo de 1911. En estos acuerdos se pacta que Díaz se compromete a renunciar a la presidencia, dejando como presidente interino a un hombre de su gabinete (Francisco León de la Barra), quien convocaría a elecciones generales. Dentro de los acuerdos se convenía el cese de toda lucha armada entre las fuerzas del gobierno y las de la revolución, y que éstas serían licenciadas y regresarían sus armas, estado por estado, al ejército federal. Esto representaba un punto clave –que Madero se encargó de aplicar– para evitar la continuidad de la revolución y asegurar la recomposición del poder estatal.
Este es el pacto entre el maderismo y la vieja oligarquía porfirista en el que la clase dominante y la fracción burguesa representada por Madero quieren asegurarse de la subordinación de las masas y jefes plebeyos al nuevo orden burgués, y es el parteaguas para que diversos grupos insurrectos se conviertan en los más férreos combatientes contra el maderismo.

Tras la firma de los acuerdos de Cd. Juárez y de la salida de Díaz del país (sin que la justicia de los desposeídos le cobrara cada gota de sangre derramada), las elecciones le dan la presidencia a Madero con 20 mil votos a favor. En estas elecciones que la historiografía oficial (necesaria para el nuevo estado mexicano), define como “democráticas”, no participaron ni las mujeres ni los analfabetos, que en estos años representaban la mayoría de la población del país. Para la nueva burguesía se había terminado el proceso revolucionario, pues se había conseguido, con métodos de guerra civil, la reforma del régimen, la sucesión presidencial y sacar del poder a los “científicos”. Pero para las masas campesinas insurrectas la realidad era muy distinta: este capítulo de la historia no se cerraría, pues quedaban cosas pendientes, como el tercer punto del Plan de San Luis, en donde se les prometía el reparto de sus tierras y que desde ese momento sería radicalizado y rebasado en la acción combatiente y en los programas campesinos radicales.

La importancia del Plan de Ayala

El 12 de septiembre de 1909 se celebró en la clandestinidad la elección del consejo comunal de Anenecuilco, y para la historia esta elección será mucho más trascendental que los comicios oficiales celebrados un mes antes, en los cuales el candidato oficial se imponía frente a todo intento de oposición vía legal. El consejo de Anenecuilco se renovaba y decidieron nombrar como nuevo presidente del consejo comunal a un campesino local de 30 años llamado Emiliano Zapata, éste, junto con los otros 4 nuevos integrantes del consejo se hacían depositarios de los títulos de propiedad de las tierras comunales que venían desde la época colonial.

Al firmarse los acuerdos de Juárez se ordena a los grupos armados que luchaban bajo el plan de San Luis, entregar las armas a las tropas federales y el retorno a sus hogares. Los campesinos que hicieron esto se encontraron con que al regresar a las haciendas y pedir trabajo como peones, se les negaba y eran perseguidos. Zapata se niega a que sus tropas entreguen las armas y Madero envía a una serie de negociadores a convencer al jefe revolucionario de que después del desarme se gestionaría por la vía legal el arrojarles unas cuantas migajas de lo que se cayera de la mesa de la nueva burguesía ascendente. El mismo Madero llega a Morelos para intentar desarmar al Ejército Libertador del Sur. Encontró la desconfianza de Zapata sobre sus promesas de reparto agrario. El hermano de Emiliano, Eufemio Zapata, indignado por la traición de Madero al Plan de San Luis, propone se le fusile inmediatamente. Zapata, al hacer la valoración política de que todavía Madero tenía una base social detrás, le responde a su hermano “La gente aún cree en él y hay que esperar a que le pierdan confianza, cuando suba y no cumpla, no faltará un palo de donde colgarlo”.

Así, Madero regresó a la capital para redoblar la campaña en contra del zapatismo y Zapata recorrió el estado levantando nuevas tropas, rearmando a su gente, y amagando con incursiones sobre las mismas puertas de la Ciudad de México.
A las tres semanas de que Madero toma el poder y queda claro que su mandato sólo era la continuidad del Estado liberal oligárquico de Díaz, Zapata promulga el plan de Ayala en donde se encarna la intransigencia de sus principios frente al Estado de las clases dominantes y a sus gobiernos sucesivos de Huerta y Carranza. En este plan se encuentra la expresión política más condensada de la revolución agraria en México: sus ideas, métodos y los límites del campesinado en la revolución.

Así el Plan de Ayala se firma el 28 de noviembre de 1911 por 7 generales, 17 coroneles 34 capitanes y 1 teniente del ejercito zapatista. Que a su encabezado dice: “Plan libertador de los hijos del estado de Morelos, afiliados al Ejército Insurgente que defienden el cumplimiento del Plan de San Luis Potosí, con las reformas que han creído conveniente aumentar en beneficio de la Patria Mexicana”.
En el documento se denuncia la traición de Madero a la causa revolucionaria, que desde el poder persiguió a los combatientes revolucionarios, la coexistencia con el antiguo aparato del porfirismo, y su negativa a cumplir las promesas hechas en el Plan de San Luis y en consecuencia su desconocimiento como jefe de la revolución.

En su 6° punto declara el regreso de las tierras montes y aguas a sus legítimos propietarios, con sus títulos correspondientes (haciendo alusión a los títulos virreinales que reconocían los territorios de las comunidades indígenas), manteniendo su posesión con las armas en la mano y los usurpadores que se consideren agravados tendrán que asistir a tribunales revolucionarios especiales para estos conflictos.
En su 7° punto declara la expropiación de los monopolios latifundistas con la indemnización de la tercera parte del valor correspondiente a las tierras, para ser distribuidas entre el pueblo pobre.

En el 8° punto se proclama la expropiación de los hacendados caciques o científicos que se opongan a la nacionalización de los bienes; estas expropiaciones se destinarían a las viudas y huérfanos de la revolución.
Este documento es la delimitación política del movimiento campesino con respecto a la dirección de Madero y a las sucesivas direcciones burguesas de la revolución. De aquí en adelante este será el programa político que aglutinará a los campesinos del sur bajo una misma dirección política, dispuestos a tomar el futuro en sus manos. Los zapatistas realizaron su propia reforma agraria, sin embargo, ésta sólo se pudo realizar durante un tiempo y de forma local, por las limitaciones del campesinado como sector social y la falta de un aliado urbano, la clase obrera (cuestión que desarrollaremos en próximas entregas). Las nuevas castas de la burguesía hicieron todo para derrotar la fuerza que tomaba el Plan de Ayala y su extensión por todo el país.

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