¿QUE PODEMOS ESPERAR?

El nuevo gobierno de Estados Unidos

12 Mar 2009   |   comentários

Por más que el gobierno se empeñe en atribuir a «factores externos» los efectos de la crisis en México, éstos expresan la bancarrota del «modelo neoliberal», impuesto por los gobiernos panistas y priístas, que se han subordinado a los intereses del imperialismo, liquidando cualquier atisbo de soberanía nacional.

Calderón busca profundizar este sometimiento al imperialismo, abriendo aun más los energéticos y las telecomunicaciones a las empresas extranjeras, política que está generando inconformidad incluso en sectores patronales nacionales.

Calderón parece tener expectativas en establecer una relación privilegiada con el nuevo gobierno de Estados Unidos, como muestra el que haya querido adjudicarse como un importante logro ser el primer presidente en reunirse con Obama. En su encuentro con Calderón, Obama manifestó que el problema migratorio es prioritario en su agenda y, en otras ocasiones, ha planteado la necesidad de renegociar el TLC. Calderón, a su vez, se ofreció para seguir fungiendo como gendarme de Estados Unidos en su patio trasero, con el pretexto del combate al «terrorismo» y al narcotráfico.

Sin embargo, nada bueno puede esperarse de Obama, gobernante de la principal potencia imperialista, que lidia con sus propios problemas. El multimillonario rescate financiero y de «estímulos» fiscales que Obama impulsó y fue aprobado por los legisladores, no ha dejado contenta ni a la población ni a las cúpulas empresariales y financieras, ni tampoco ha sido suficiente para evitar la pro-fundización de la crisis en el seno del imperialismo yanqui, que está poniendo a prueba desde el primer momento al nuevo gobierno de Estados Unidos, y pondrá en evidencia más temprano que tarde, su verdadero carácter imperialista y su política de dominación sobre América Latina.

La propuesta de Obama de renegociar el TLC, con el pretexto de defender la ecología y los derechos laborales, busca mayores ventajas para Estados Unidos. Por otra parte, hasta ahora todas las propuestas de reforma migratoria que han impulsado los demócratas, representan una salida reaccionaria para los millones de emigrantes latinoamericanos en Estados Unidos, promoviendo en el mejor de los casos, una legalización parcial y condicionada de algunos y la expulsión de otros, junto al reforzamiento de la militarización y el muro en la frontera, que incrementan los riesgos y empujan a la muerte a cientos de braceros cada año.
La clase obrera en México debe enfrentar el TLC y los pactos que someten al país al imperialismo. En esta pelea tienen como aliado natural a los emigrantes latinoamericanos en Estados Unidos y a la propia clase obrera norteamericana, que padece los efectos de la crisis. Los trabajadores norteamericanos deben oponerse al chovinismo que buscará confrontarlos con sus hermanos de clase, los inmigrantes que viven como ciudadanos de segunda en Estados Unidos. Por el contrario, deben levantar como bandera la legalización plena de todos los inmigrantes, así como rechazar el saqueo y la dominación imperialista sobre los pueblos que habitan al sur del Río Bravo.

La política de «integración» capitalista de América del Norte, sólo ha significado mayor explotación y empobrecimiento de la clase obrera norteamericana, así como el saqueo de las naciones oprimidas.
Esto sólo podría ser radicalmente distinto mediante la unidad internacionalista de los trabajadores y el pueblo pobre a ambos lados de la frontera, independientemente de su nacionalidad y condición racial, para luchar contra la explotación y la opresión, en la perspectiva de constituir una Federación de Repúblicas Obreras y Socialistas de América del Norte.









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