Inestabilidad política y represión

01 Aug 2007   |   comentários

Las explosiones en ductos de PEMEX (reinvidicadas por el EPR en demanda de la presentación con vida de sus dos militantes desaparecidos), abrieron una discusión en los medios de comunicación y el régimen sobre cómo «mejorar la seguridad nacional», lo cual significa en realidad cómo controlar el descontento popular. Y es que esto ocurre con el trasfondo de las masivas movilizaciones contra la Ley del ISSSTE del mes de mayo, y mientras se preparan nuevas acciones para fines de agosto; y donde la campaña represiva puede reanimar la lucha por los derechos democráticos.

En ese marco, la recomposición del movimiento oaxaqueño, a pesar de las persecuciones y desapariciones, muestra que es el «talón de Aquiles» de Calderón, lo cual está provocando que sectores del mismo PAN vean en una hipotética renuncia de URO la forma de contener la movilización y evitar que aliente nuevas luchas en otros puntos del país. Y es que Oaxaca, por sus métodos y su acción, es el epicentro indiscutible de la movilización nacional contra el gobierno.

Calderón necesita evitar la inestabilidad y en particular los obstáculos que representan el cuestionamiento a las reformas «estructurales» (proveniente también de varios sectores patronales) así como el reciente escándalo provocado por las declaraciones del empresario Ye Gon, que evidenciaron los vínculos entre el panismo y sectores del narcotráfico, y que ya alimenta disputas entre foxistas y calderonistas. Los probables apoyos del empresario chino a la campaña del PAN, a cambio de prebendas millonarias, exhiben ante millones de trabajadores, el verdadero rostro de la corrupción capitalista, y puede profundizar el desprestigio del gobierno panista.

Los atentados contra PEMEX

Después de los atentados, y con el objetivo de fortalecer su imagen como garante de los negocios capitalistas, Calderón relevó al CISEN de tareas de «inteligencia» y las asignó a la SEDENA y a la PGR (un paso en la militarización de las funciones policiales), y anunció la creación del «Comité Especializado de Alto Nivel en materia de desarme, terrorismo y seguridad internacionales» (La Jornada 21/7/07).
El gobierno utilizó los atentados reivindicados por el EPR para reposicionar a las Fuerzas Armadas como institución pilar de su gobierno, como muestran sus discursos y la mayor militarización en distintas entidades, anunciando por ejemplo que instalarán una nueva red de radares para detectar «actividades terroristas»; esto muestra que mientras se reducen los presupuestos en salud y educación y millones sufren hambre y miseria, continúan aumentando los recuros para las Fuerzas Armadas y la Seguridad Nacional.

Sigue la represión

Como parte de esta política gubernamental, continua la represión contra distintos movimientos y luchas. En Chiapas, cuerpos de elite dirigidos directamente desde el Campo Militar No. 1, buscan hostigar a las comunidades zapatistas y continuar la «guerra de baja intensidad». En Atenco, la «justicia para ricos» negó los amparos a los presos políticos condenados a 67 años de prisión.

En Oaxaca es donde esta escalada es mayor: las desapariciones de Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya, junto al hostigamiento constante contra la izquierda y la APPO, muestra que las fuerzas represivas utilizan métodos similares a los empleados en la «guerra sucia».

El objetivo inmediato de esta represión es disciplinar los «focos rojos» del país: en Oaxaca, el epicentro de la resistencia contra los planes, los servicios de inteligencia militar y el CISEN instauraron –con el pretexto del combate al EPR y al «terrorismo»- un verdadero estado de sitio.

Y es que, ante el desprestigio provocado por el fraude y por el constante ataque a las conquistas obreras y populares, Calderón debe usar más directamente a las fuerzas armadas, para allanar el camino a la esclavista reforma laboral y la privatización de los energéticos, entre otras medidas. Pero una mayor cuota de «mano dura» podría ahondar la brecha entre el gobierno y el pueblo trabajador, alentando la movilización. Como en Oaxaca, donde la política de URO, lejos de desmovilizar, genera nuevas acciones de lucha y de resistencia.

Luchemos contra la antidemocracia

Ante el ataque del gobierno, hay que reactivar la movilización en las calles. Debemos unir la lucha contra la represión, con las acciones para derrotar las contrarreformas estructurales.

En primer lugar, hay que impulsar un gran Movimiento Nacional contra la Represión y la Antidemocracia. Más allá de las diferencias que existan entre las distintas organizaciones, es fundamental una lucha unitaria contra las persecuciones, cuya primera demanda debe ser la presentación con vida de Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya y todos los desaparecidos, y por la liberación inmediata e incondicional de los presos políticos de Chiapas, Atenco, Oaxaca y todo el país. ¡Alto a la represión! ¡Si tocan a uno, tocan a todos!

Este llamado deberían encabezarlo la APPO y la Sección 22, junto a los sindicatos que han movilizado contra el gobierno, como la CNTE (con su resistente plantón frente al ISSSTE), el SITUAM, el SME y el STUNAM, junto a los organismos de derechos humanos como el CEREAL, el Comité Eureka, etc., así como el EZLN y otras organizaciones indígenas perseguidas. Para lograr nuestras demandas, es fundamental que este movimiento sea independiente de las instituciones de este régimen, como el Congreso de la Unión.

Es importante que las organizaciones obreras y populares que integran la CND, le exijan a su dirección que, si realmente quieren luchar contra la antidemocracia, pongan sus fuerzas al servicio de esta movilización, ya que, después del 1/7, sus acciones se limitaron a discursos contra el gobierno. Para organizar y darle bases firmes a este Movimiento Nacional, hay que conformar una Coordinadora Nacional contra la Represión, donde estén las organizaciones de derechos humanos, sindicatos y organizaciones populares, campesinas e indígenas, para discutir un programa que plantee, por ejemplo, la disolución de las fuerzas represivas y las organización de comités de autodefensa contra el hostigamiento y las persecuciones.

Para dar una lucha conjunta contra los planes de hambre y represión, es imprescindible la movilización de los trabajadores. Si el gobierno tiene la fuerza para reprimir es en gran medida porque las organizaciones sindicales no están luchando por sus demandas y en apoyo a Oaxaca. La tarea del momento es que la APPO, la CNTE y los demás sindicatos y organizaciones populares y democráticas, convoquen a un Paro Nacional en el campo y las ciudades, y a una gran movilización nacional con cierre de carreteras, contra la represión y los planes de Calderón y el FMI.









  • No hay comentarios para este artículo