Distrito Federal --- Inundaciones y grietas

Tragedia para el pueblo trabajador de la Ciudad de México

01 Aug 2007   |   comentários

El domingo 8 de julio, los habitantes de la ciudad recibimos la terrible noticia de que en Iztapalapa, en la colonia Lomas de San Lorenzo, se abrió una grieta que literalmente se tragó a un joven de 19 años en su automóvil. El miércoles 11 se encontró el cuerpo sin vida de Jorge Alejandro Ramírez a 22 metros de profundidad. Ante esta tragedia del pueblo trabajador, no hubo ninguna respuesta del Gobierno del DF al dolor y la exigencia de la familia del joven y los habitantes de una de las delegaciones más golpeadas y empobrecidas de la ciudad. Al mismo tiempo, se abrió el debate sobre la posibilidad de que la ciudad sea afectada por posteriores inundaciones y hundimientos de gran escala, ante lo cual los trabajadores debemos tener una postura independiente y luchar por una salida de fondo.

Dónde está la ciudad

El Distrito Federal (donde habitan más de 8 millones y medio de personas e integra la Zona Metropolitana del Valle de México que reúne a 19 millones, según datos del 2005), geográficamente se encuentra en una cuenca endorreica. Esto se expresó, por ejemplo, en que las cuencas de agua que existieron en nuestra ciudad no tenían ninguna salida hacia otros ríos más grandes o hacia el mar; históricamente esto creó los antiguos lagos en el territorio donde hoy se asienta la ciudad. En la época colonial, luego de varias inundaciones, para desahogar las aguas pluviales se creó el canal nacional, que con el crecimiento de la ciudad llevó a que en el siglo XX se creara el drenaje profundo (DP) a 50 metros bajo el suelo. Y, debido al relieve en la zona Centro y Oriente, se dan continuas inundaciones ante el cauce natural de las aguas pluviales.

El riesgo por el drenaje profundo

El desgaste del DP fue un tema espinoso para las administraciones perredistas en el DF, desde Cuauhtémoc Cárdenas. Los organismos federales como la Conagua sugirieron trabajos en el DP, pero sin aceptar ninguna responsabilidad. Por su parte, los gobiernos perredistas, por razones políticas y electorales, ocultaron las consecuencias de un posible desborde.

El problema del DP se agudizó cuando el paulatino hundimiento de la ciudad (resultado de la sobreexplotación de sus mantos acuíferos) modificó la inclinación del Gran Canal de Desagüe de aguas negras, con lo que éstas ya no fluyen, por gravedad, al exterior de la ciudad. Ante esto, desde la regencia del priísta Óscar Espinosa, se canalizaron las aguas negras al drenaje profundo, cuyo original diseño y capacidad estaba pensada para dar salida sólo a las aguas pluviales, lo cual fue una decisión irresponsable y en contra de los intereses de la mayoría de los habitantes.

Desde entonces, los gobiernos perredistas intentaron ocultar el problema, hasta que recientemente, en el marco de la tragedia de las grietas, se conoció la magnitud del riesgo. Los riesgos sociales y sanitarios de la ruptura de alguno de los túneles del DP son muy graves. Los «focos rojos» que serían más afectados son, una vez más, zonas populares: la zona que donde estuvo el lago de Texcoco, Peñón de los Baños, Azcapotzalco, Iztapalapa, Xochimilco y Tláhuac, así como el centro de la ciudad, con el riesgo de derrames de profundidades de hasta tres metros de aguas negras. Ante una posible inundación, no hay ningún sistema de prevención y las supuestas medidas contempladas no son suficientes, más aun cuando no hay información clara, y los recursos humanos, técnicos y presupuestales no están al servicio de los pobladores.

Iztapalapa: Llueve sobre mojado

En esta delegación–según el INEGI— habitan cerca de 1,700,000 personas. Bajo los efectos de los planes neoliberales se desarrolló una problemática física y urbana derivada de la sobreexplotación de los mantos acuíferos y de los llamados «asentamientos irregulares». En Iztapalapa se vive un verdadero drama popular: la crisis de la vivienda. Las grietas han sido una terrible muestra de los padecimientos a los que están sometidos los habitantes de esta delegación, que sufren una gran carencia de agua y servicios públicos precarios e insuficientes, y donde la mitad de su territorio está atravesado por dos fallas geológicas y 190 grietas.

Horacio Martínez, delegado de Iztapalapa, abrió su periodo de gobierno reprimiendo a las familias organizadas en el FPFV que luchan por vivienda, y ahora declaró - así como los diputados de la ALDF- que el Fondo para la Prevención de Desastres Naturales no dará recursos debido a que las grietas son «una contingencia ocasionada por el hombre».

¡Cuanto cinismo! En Iztapalapa, cientos de miles viven hacinados, no tienen recursos para una vivienda digna ni existen verdaderos y dignos planes de obras públicas a su servicio, mientras los partidos patronales siguen enriqueciendo a las grandes corporaciones con megaproyectos como el segundo piso y la recientemente anunciada «Torre Bicentenario». Mientras tanto, las aguas pluviales no son colectadas; es necesaria una política de reabastecimiento de agua potable, permitir el relleno natural de los mantos acuíferos, y colectar el agua de lluvia para consumo humano.

La crisis por la falta de vivienda y la precariedad urbana

Ante esto, muchas familias pobres sólo pueden acceder a un techo mediante ocupaciones, asentándose en terrenos en áreas sin servicios, ambientalmente degradadas y/o expuestas a fenómenos naturales. Esta es la contracara más brutal de los grandes proyectos urbanos, que también tiene consecuencias para otro importante sector de la población para el que las rentas han aumentado muy por arriba de los raquíticos salarios. Y esta situación se agrava, pese a la demagogia de los distintos gobiernos con los famosos planes de vivienda que son insuficientes, con muchas trabas e inaccesibles para la mayoría de la población pobre.

La respuesta del gobierno de Ebrard y la Asamblea Legislativa a este drama social, han sido los desalojos violentos y los planes urbanos al servicio de las empresas inmobiliarias y las constructoras. Que ironía que sea en esta ciudad de las grietas, las inundaciones y donde hace falta vivienda, donde se hagan grandes consultas para conservar el medio ambiente y la ciudad.

Por una urgente reforma urbana e inquilinaria

La falta de una efectiva reforma urbana lleva al colapso de la infraestructura, la saturación del medio ambiente, además de la falta de vivienda y las rentas caras.

La necesidad de planificación del desarrollo urbano en función de los intereses populares y para asegurar el techo para los que no lo tienen, plantea la movilización por la expropiación sin pago de los grandes terratenientes urbanos de las zonas residenciales y sus ostentosas propiedades (como «Las Lomas»), de la banca y de las grandes constructoras, para la reapropiación social de los recursos, al servicio de una verdadera reforma urbana bajo control de los trabajadores y vecinos, mediante un plan de construcción de vivienda controlado por los trabajadores de la construcción. Para luchar por esto, es necesario formar una Coordinadora de Vecinos por la vivienda y rentas bajas.

Así mismo, bajo un plan de demandas obreras y populares, se debe exigir el alto a los desalojos y la urbanización inmediata de todas las colonias en condiciones de riesgo, de acuerdo a un plan elaborado con los habitantes. ¡No a la concentración en «refugios» o gimnasios a la población afectada por las inundaciones, las grietas y los derrumbes!

Exijamos la disposición inmediata de los inmuebles ociosos a los habitantes de los asentamientos irregulares. Así como un salario mínimo equivalente al costo de la canasta familiar y que las rentas no representen más del 20% del salario mínimo.

Luchar por resolver el drama que sufren las grandes mayorías urbanas, está vinculado a enfrentar la precarización y nulas condiciones de seguridad que sufren los trabajadores de las empresas constructoras que hacen negocios con el gobierno, como fue en el caso del «Segundo Piso» donde murieron varios trabajadores, así como la situación del conjunto de los trabajadores del GDF.

Las penurias de los que están condenados a vivir en verdaderos ghetos, pero también la degradación de la calidad de vida de sectores mayoritarios de la población, desnudan las consecuencias inevitables de la apropiación capitalista del suelo y todos sus recursos. Es imposible conciliar en un «plan urbano» las necesidades de los trabajadores y el pueblo pobre, con la apropiación privada del suelo y la desigualdad social que esto implica.

El desarrollo capitalista de las ciudades reproduce las condiciones de polarización entre la riqueza de una minoría, y la miseria de la mayoría, además de la depredación del medio ambiente. La realidad es que no hay resolución posible a ninguno de los problemas estructurales de la ciudad, sin una salida de fondo a los grandes problemas nacionales, como detener la expoliación de las trasnacionales y los imperialistas de los recursos naturales y estratégicos(petróleo), y la renacionalización de los servicios públicos (agua y electricidad) puestos bajo administración de los trabajadores y de los usuarios.









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