Con la reforma hacendaria:

un nuevo ataque contra los trabajadores y el pueblo

02 Oct 2009   |   comentários

Impotente para enfrentar la crisis recesiva (con una caída del PIB arriba del 10%) y en una situación de crisis de las finanzas públicas, el gobierno de Calderón respondió con un brutal plan de ajuste del gasto fiscal, que profundizará la crisis estructural de la economía y la miseria de millones de trabajadores. Y que ha provocado incluso el rechazo de sectores claves de la patronal, ya que el plan no cumple en su totalidad con las expectativas de “ayuda” esperadas por los capitalistas para enfrentar la crisis.

Con el pretexto de cubrir el “boquete fiscal” de 300,000 millones de pesos, Hacienda propone al Congreso votar una “reforma fiscal” meramente recaudatoria que no toca los regímenes tributarios especiales de los patrones, ni los sectores financiero y bursátil (que son los grandes evasores fiscales). Pero que, en cambio, impone un impuesto generalizado del 2% en bienes y servicios así como aumentos progresivos en electricidad y gasolina, el peaje en las carreteras, entre otras medidas, que afectarán al conjunto del pueblo trabajador. Sumado a ello, recorta el presupuesto del 2010 para reducir el gasto social, y cierra tres secretarías echando a miles de trabajadores a la calle. Incluye un recorte presupuestal que le quita a la UNAM 200 millones de pesos, afectando salarios, planes de estudio y becas estudiantiles, avanzando en la elitización y privatización de la educación. Además, el gobierno pretende usar los fondos del IMSS para cubrir su déficit fiscal.

Este brutal “paquetazo” económico, que sólo busca solventar momentáneamente los desequilibrios fiscales, no apunta –como dicen- a la “recuperación” de la economía ni a incentivar la producción. Un estudio de la UNAM advierte que, si el Congreso avala la cascada de impuestos de 2010, se provocará una contracción de la economía de 1.8%; que cerca de 200 mil trabajadores perderán su empleo; que el ISR y el 2% golpearán al consumo y que lo anterior, sumado al aumento en combustibles, causará una inflación de 6.1%. Este es un estado y un gobierno de los capitalistas y, con estas medidas, le hace pagar a las mayorías los efectos de la crisis.

Sangre, sudor y lágrimas para la clase trabajadora

El gobierno panista, que viene de perder las elecciones legislativas de julio, lanza esta ofensiva porque cuenta con el apoyo del PRI en el Congreso de la Unión. Una vez más, desde el Congreso se intenta votar una ley reaccionaria, como fue antes con las leyes del ISSSTE y el IMSS, con la utilización de los fondos de retiro de los trabajadores para la especulación bursátil, y con las leyes represivas y persecutorias.

Ahora el PAN y el PRI discuten si aprueban el “paquetazo” tal como lo
propuso Calderón, o le hacen algunos cambios cosméticos, que mantendrán lo fundamental de este duro ataque. Cómplice de esta ofensiva son las direcciones de las principales centrales sindicales como la CTM y la misma UNT (que se dice "opositora" pero viene avalando el ataque"), quienes no han convocado a ninguna acción de lucha contundente.

Ni la burla perdona Calderón, que nos dice que estas medidas son para “combatir la pobreza”, mientras funge como representante del gran capital financiero y defensor de las ganancias que siguen acaparando. Tanto cinismo gubernamental no oculta que del 2006 a la fecha se incrementó 6 millones la cantidad de pobres. Y que en este gobierno el desempleo aumentó 71%, con 2.8 millones de desempleados. Ni que los menores de 18 años empujados a trabajar son ya 3,6 millones, el 12.5 % de los niños y adolescentes.

Y ahora, los padecimientos que se avecinan sobre la clase trabajadora son enormes. Junto a la reforma hacendaria, el gobierno impulsa –con la excusa de lograr la recuperación económica- medidas que incluyen bajos salarios, despidos y aumento de la productividad para reducir los costos de las empresas; aumento de la contratación terciarizada (outsuorcing) para reducir las plazas laborales y la seguridad social; junto a una reforma laboral que imponga la contratación temporal y el pago por horas. Esto junto a la exención fiscal para los empresarios y banqueros y nuevos intentos por privatizar PEMEX, aunado a dar mayor poder político a los monopolios de la comunicación y las telecomunicaciones, mientras se entrega cada vez más el país al capital extranjero.

Ninguna salida a la crisis vendrá de manos de los capitalistas. Ni los planes gubernamentales, ni Calderón ofertando al país en Pittsburgh, Pensilvania, revertirán el estancamiento del país subordinado a los EE.UU. y atado a la recesión de la economía norteamericana. Solamente la clase trabajadora, tomando en sus manos el control de la economía y las finanzas, pueden dar una salida revolucionaria a la crisis.

Que la crisis la paguen los de arriba

El país va de crisis en crisis: económica, crisis de los partidos (el PRI, PAN y PRD, evidenciados no solamente como corruptos, sino como representantes del capital); crisis de confianza en la SCJN, el IFE, la PGR; crisis de inseguridad donde los jefes policíacos son socios de los grandes capos del narco y de los secuestradores; crisis de la seguridad social que avanza a ser controlada por la banca privada en detrimento de la calidad de vida de los trabajadores y jubilados; crisis en el campo, que alienta la emigración a los EE.UU; crisis de la clase media cada vez más endeudada y sin empleo.

Tienen razón los analistas que advierten el riesgo de “estallidos sociales” ante la falta de perspectivas. El descontento va en ascenso, pero ante eso es necesario organizarnos y preparar una gran lucha nacional, Las nuevas generaciones encontrarán -si los de abajo no intervenimos antes, no un estado fallido, sino un estado bien privatizado y recolonizado por los países imperialistas. Es necesario que los trabajadores (empleados y desempleados), los campesinos, los estudiantes, los solicitantes de vivienda, los cuentahabientes endeudados, y los demás sectores explotados y oprimidos de la población, discutamos y nos organicemos alrededor de un plan de lucha para que la crisis la paguen los capitalistas.

Estamos ante una de las más fuertes ofensivas del capitalismo contra la clase trabajadora y la respuesta debe ser de igual magnitud: si las organizaciones obreras dejan pasar esta ofensiva sin salir a luchar (como estan haciendo hasta ahora), se mostrarían como cómplices de este ataque. Los sindicatos y las organizaciones sociales que están siendo atacados por los acuerdos reaccionarios entre el gobierno y el Congreso de la Unión, deben ir más allá de las declaraciones y de las acciones que se han hecho hasta ahora, preparando la convocatoria a un plan de lucha y un paro nacional contra los planes del gobierno y los patrones.









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