Un debate con el PRT
Anticapitalismo, antineoliberalismo y clasismo
28 Jan 2011
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La propuesta realizada inicialmente por Martin Esparza de conformar una APN (que ahora ha dejado lugar al llamado a una Organización Política Nacional) y el posicionamiento ante Lopez Obrador, provocó distintas posiciones en las organizaciones que se reclaman socialistas. En nuestro sitio de internet (www.ltscc.org.mx) publicamos un debate con la postura del Partido Revolucionario de los Trabajadores, de la cual presentamos extractos en este periódico.
¿CLASISMO DE LA MANO DE AMLO?
En la lucha contra la extinción de LFyC, ha sido profundamente negativo que la dirección sindical adoptase la política de “resistencia legal y pacífica” del PRD y AMLO y se subordinara a su estrategia de confianza en las instituciones, como ya hemos planteado en EO. Ante esa experiencia, debemos alertar sobre las consecuencias que tendría que una OPN apoyase a alguno de los partidos patronales en el 2012. Eso implicaría una nueva subordinación política a un partido burgués, con un proyecto opuesto a los intereses de los trabajadores.
Ante el hecho de que la dirección del SME adoptó la política de “resistencia legal y pacífica” del PRD y AMLO y se subordinó a su estrategia de confianza en las instituciones, debemos alertar sobre las consecuencias que tendría que la APN terminara aliándose con alguno de los partidos patronales en el 2012. Integrarse a alguna de estas listas con registro con un candidato electricista “independiente”, implicaría una nueva subordinación política a un partido burgués, con un proyecto opuesto a los intereses de los trabajadores.
El PRT, en su texto publicado en www.prt.org.mx, luego de saludar la iniciativa del SME y sostener una “perspectiva clasista” luego de mencionar la necesidad de una “perspectiva clasista” plantea que “Al pronunciarse por participar en el 2012, Esparza abre la puerta para que la futura organización haga alianza electoral con la campaña de AMLO. Al hacerlo así abriría un flanco más amplio de unidad no solo para las demandas de los movimientos, sino para una perspectiva política propia de los trabajadores. En el gran bloque opositor encabezado por AMLO, el movimiento político de los trabajadores que propone la dirección del SME fortalecería la presencia y expresión propia de los trabajadores, al mismo tiempo que la unidad amplia. Es necesario abrir un gran debate en el conjunto del movimiento social para potenciar esta perspectiva clasista”.
Lejos de alertar contra las consecuencias de una orientación que lleve a “aliarnos” con programas y dirigentes ajenos a la clase obrera, el PRT considera que avanzar en una perspectiva clasista pasa por… ¡aliarse con Andrés Manuel López Obrador! Mas claro, ni el agua.
Pero ¿puede avanzarse en la construcción de una organización política que defienda los intereses y el programa de los trabajadores integrándose a un “bloque opositor” expresado en el Proyecto alternativo de Nación? ¿Un Proyecto que no cuestiona los planes antiobreros, ni la entrega del país al imperialismo, ni se propone enfrentar de raíz las instituciones que sostienen el ataque sobre las amplias mayorías? Estamos lejos de negar las diferencias existentes entre el lopezobradorismo respecto al panismo y al priismo; y sabemos que AMLO genera simpatías entre sectores de trabajadores y de jóvenes que ven en él a un opositor al gobierno. Pero quienes nos reclamamos socialistas deberíamos saber que esa diferencia no va más allá de “humanizar” el capitalismo y limar sus aspectos más salvajes, que no rompe con los intereses capitalistas ni de la dominación imperialista.
Participar del “bloque opositor encabezado por AMLO”, lejos de avanzar en la independencia de clase, llevaría a los electricistas a subordinarse a un programa –expresado en el Proyecto…– y a un sector que tiene un proyecto capitalista “alternativo” que de llegar al gobierno mantendrá lo esencial de la explotación sobre los trabajadores. Eso ya lo vimos en Brasil, Venezuela o Bolivia: apoyándose en las ilusiones de las masas, los llamados gobiernos “posneoliberales” son enemigos de resolver las demandas obreras y populares; más allá de algunos roces con el imperialismo, gobiernan para fracciones de sus burguesías “nacionales”, como mostró el tarifazo de Evo Morales.
Efectivamente, los trabajadores no pueden limitarse a la lucha sindical y dejarles el terreno político a los capitalistas. Justamente, para hacer pesar nuestra fuerza en el terreno político –y pelear por hacerlo también en terreno electoral–, lo que los trabajadores necesitamos es construir una organización política propia, claramente diferenciada de las distintas alternativas, liberales y antineoliberales, que sostienen este sistema de explotación y miseria. Es por eso que ante la propuesta de la APN del SME, desde la LTS hemos planteado que la misma debería ser un paso en el camino de una organización política de los trabajadores organizativa y políticamente independiente de AMLO y todos los partidos patronales. Los marxistas deberíamos luchar para que la misma levantase las reivindicaciones del conjunto del pueblo oprimido y explotado, y que sostenga una lucha, verdaderamente anticapitalista, socialista y revolucionaria.
DEL ANTICAPITALISMO CONFUSO AL… ANTINEOLIBERALISMO DE LOPEZ OBRADOR
La justificación “teórica” de la postura que el PRT le propone al SME puede encontrarse en el “Saludo y crítica al Proyecto Alternativo de Nación de AMLO”, donde se plantea que el Proyecto –mientras en parte apunta a mantener un capitalismo nacional- es también “tendencialmente anticapitalista” y “choca frontalmente con las políticas neoliberales y el régimen oligárquico actual”, y que “podría significar la apertura de un proceso político y social, económico y cultural, que, en medio de una feroz confrontación de clases, conduciría al necesario y urgente replanteo del socialismo para el siglo XXI, como está sucediendo con los gobiernos de Chávez, Correa o Evo.”
El PRT se plantea agruparse en el bloque anti neoliberal contra los neoliberales, abonando al desarrollo de este “bloque histórico”, con el objetivo de impulsar esa “tendencia” hacia un anticapitalismo conciente. Es evidente que no puede considerarse como “tendencial anticapitalista” un programa que se encuentra íntegramente en los marcos de un proyecto burgués y que no sostiene una sola demanda que realmente cuestione las bases “capitalistas nacionales” de dicho Proyecto. Que López Obrador y la dirección de su movimiento choquen con los intereses políticos de priistas y panistas, nada tiene que ver con un curso anticapitalista. Se trata más bien de la confrontación entre distintas fracciones políticas del régimen político mexicano, que en su momento tomó la forma de un fuerte choque acicateado por la política abiertamente antidemocrática del PRI y el PAN. La defensa del derecho democrático elemental de las masas pisoteado por el fraude (tal como lo sostuvimos desde la LTS en el 2005 y el 2006), nunca nos llevó a embellecer a una de las facciones ni a definir el proyecto de AMLO como “tendencialmente anticapitalista”.
Por otra parte, adjudicarle al Proyecto de AMLO la potencialidad de empujar una “feroz confrontación de clases”, oculta que su política fue siempre contener –aun cuando sufrió el fraude del 2006- una movilización que pudiera cuestionar la antidemocracia del régimen político. No es casual que esta afirmación sea justificada con la mención a los llamados gobiernos “antineoliberales”: erróneamente y en una ruptura absoluta de los principios fundamentales de la teoría y el programa marxista, se considera que estos encarnan un proyecto “socialista del siglo XXI”, omitiendo que fueron una respuesta política –en los marcos de un proyecto capitalista y para nada “socialista” - para contener procesos de masas que irrumpieron desde el año 2000 en nuestra subregión.
Tanto empeño por presentar al Programa como “tendencialmente anticapitalista”, lo que busca es justificar su integración al movimiento de AMLO, reeditando una política que a fines de los `80 llevó al estallido y debilitamiento de esta organización, cuando se ubicó como “ala izquierda” del naciente neocardenismo que luego cristalizaría en el PRD.
El PRT embellece a esta dirección y su programa burgués, llamando a los trabajadores a sumarse a la misma. Lo que vemos hoy es una nueva capitulación política al anti neoliberalismo, renunciando en los hechos a la independencia política y programática de los revolucionarios en particular y de la clase trabajadora en general, respecto a una fracción “opositora” proveniente de la burguesía y su régimen político.
Nuevamente, como a fines de los 80, el anti neoliberalismo aparece como un “atajo” para “construir el PRT”. Esto sólo puede llevar a construir una organización “socialista” adaptada y subordinada a la “burguesía democrática”. El balance profundo y crítico de las experiencias de las décadas previas y extraer lecciones revolucionarias de las mismas, es fundamental para una nueva generación de jóvenes y de trabajadores que quieran avanzar seriamente en una perspectiva socialista.
Frente a ello, desde la LTS, creemos fundamental –y esa es nuestra labor en el movimiento obrero y la juventud– edificar una fuerte organización revolucionaria, que retome el legado y el programa del trotskismo, que aprenda de los crudos errores cometidos por las organizaciones que se reclamaban trotskistas en los años `70 y `80, y que impulse toda tendencia hacia la independencia política de los trabajadores, construyendo fracciones revolucionarias en el movimiento obrero y participando, bajo esta perspectiva socialista, en las luchas de la clase obrera y la juventud.
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