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Carlos Cuevas, el asesinato de un luchador y el avance de la militarización y el clima represivo

26 Nov 2011   |   comentários

El brutal asesinato a tiros del compañero Carlos Sinuhé Cuevas, activista de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM acontecido tras más de 2 años de difamaciones y amenazas el pasado 26 de Octubre desató una importante respuesta de la comunidad estudiantil y los activistas de esa Facultad y del resto de la Universidad.

La respuesta comprendió declaraciones de repudio de renombrados intelectuales, un paro de la FFyL, decenas de brigadas de información y llamado a la organización, cortes de Avenida Insurgentes durante un par de días seguidos, una marcha el 3 de Noviembre del Hemiciclo a Juárez a la Secretaría de Gobernación en la que participaron cerca de 2mil estudiantes de distintas universidades y varias asambleas universitarias de cientos de compañeros para exigir el esclarecimiento del asesinato y el castigo a los responsables.

Y es que el asesinato de un compañero como Carlos es emblemático debido a que como el consecuente activista y luchador social que era fue un arduo defensor de la educación gratuita durante y desde la huelga de la UNAM de 1999, se hizo parte de la pelea por el castigo a los responsables de la masacre de Sucumbíos en Ecuador, de la lucha del SME por recuperar su fuente de trabajo y en los últimos meses venía enfrentando la militarización del país, organizando el Encuentro Nal. de Desplazados y la semana contra la militarización en la FFyL.

Su participación en estos procesos nunca estuvo en duda a pesar de las amenazas de que fue objeto y le hizo confluir con un amplio sector de activistas estudiantiles, a quienes encontró como sus compañeros de lucha en distintos momentos.

Una respuesta a la altura del ataque.

Pero la respuesta dada fue también en contra del clima represivo que se vive a causa de la militarización, misma que se extiende hacia el centro del país y que se expresa en el asesinato de luchadores sociales como Carlos, periodistas independientes como Marcela Yarce y Yadira Dávila, y en el creciente número de desapariciones forzadas, varias de estudiantes de la UNAM, como Adriana Morlett e Israel Moreno y de la académica e investigadora Yadira Dávila.
Para detener este proceso de militarización, recortes a las libertades democráticas, la subordinación a los mandatos del gobierno yanqui con el pretexto de “combate al narco” y sus fatales consecuencias que recaen sobre la juventud, las mujeres, los migrantes y los trabajadores hay que poner en pie un sólido movimiento estudiantil dentro de la UNAM que permita potenciar la respuesta que se dio en contra de este brutal asesinato.

Debe ser un movimiento combativo que enfrente las medidas represivas que permean al interior de la Universidad, con medidas como los acuerdos con los gobiernos del Estado de México para cuidar alrededores de las instalaciones universitarias y el Federal para la colaboración en materia de “seguridad y protección”, el incremento de cámaras y personal de vigilancia, así como la instalación de una agencia del Ministerio público a las orillas de Ciudad Universitaria. Pero esta pelea debe ser una sola con la lucha contra la militarización del país, la injerencia estadounidense, las violaciones a derechos humanos y el recorte de libertades democráticas, y debe también ser una misma con la lucha en defensa de las conquistas de los trabajadores y el pueblo pobre, entre ellas la educación gratuita y los derechos laborales que el gobierno pretende arrebatarnos para hacernos pagar una crisis de la que no somos responsables. A la vez, debe ser un movimiento estudiantil que esté dispuesto a luchar al lado de las organizaciones defensoras de Derechos Humanos, de mujeres, sociales y sobre todo de los trabajadores y sus organizaciones, que intente aportar todo lo posible a la conformación de un movimiento nacional contra la militarización, única manera de hacer que los militares vuelvan a sus cuarteles y detener los ataques a nuestros derechos que pretende afianzar.

Esta es además, sobra decirlo la mejor manera de hacer honores a un verdadero luchador como fue Carlos Cuevas, retomar la que fue su bandera de lucha y llevar esa pelea hasta sus últimas consecuencias.









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