Después de Tlataya y Ayotzinapa: Las masacres exponen crisis y degradación de una democracia bárbara
22 Oct 2014
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El descontento contra el gobierno federal por los brutales asesinatos de los jóvenes normalistas en Iguala, Guerrero y 43 de ellos desaparecidos –hecho antecedido por los escandalosos fusilamientos en Tlatlaya, Edomex a manos del ejército–, abrió una grave crisis para el gobierno del PRI, después de la fuerza que le dio el Pacto por México.
La matanza de Iguala echa por tierra la idea de una “transición democrática” y “pacífica”. El escenario es un país militarizado, una Gendarmería Nacional lista para estrenarse, decenas de miles de desaparecidos, asesinados y presos políticos. Una “democracia” con crecientes niveles de miseria y desempleo, y un Instituto Nacional Electoral a modo del PRI, corruptelas de los senadores y diputados a cambio del voto, etcétera. Se abre un nuevo escenario de la lucha de clases en el país.
Esta ofensiva excedió la fortaleza del gobierno frente a las masas trabajadoras. El descontento con las reformas, la represión del ejército y la policía y la violación a los derechos humanos provocó la movilización de miles en las calles, como lo muestra la masiva marcha del 2/10 y la movilización nacional del 8/10 en repudio a la masacre de Ayotzinapa. Mientras tanto se da la importante lucha de los estudiantes del Politécnico por la resolución de su pliego petitorio.
Quieren contener la crisis política
A la euforia priísta por la facilidad con que impuso las reformas con el apoyo del PAN y el PRD en el Pacto por México, siguió la preocupación por la crisis actual.
Para un amplio sector de la población, las instituciones muestran su carácter reaccionario y antipopular. Gobernadores, alcaldes, policías y grupos narcos actúan en complicidad contra los opositores que no se someten a este pacto. Después de la aprobación de las reformas estructurales, el descontento y la aplicación de los planes a sangre y lodo chocan frontalmente, y el gobierno de Peña Nieto aparece debilitado y cuestionado internacionalmente.
Al mismo tiempo, el PRD –cuyo gobernador en Guerrero es responsable de la muerte de dos normalistas en el 2011, y cuyo alcalde en Iguala coludido con los narcos es responsable del ametrallamiento de los normalistas– se debilita enormemente como alternativa burguesa “por izquierda”. La percepción sobre este partido ligado al gobierno priísta, provocó el rechazo a su líder moral, Cuauhtémoc Cárdenas en el mitin del miércoles 8/10. Mala señal para un régimen que requiere de una centro-izquierda creíble y capaz de contener.
Al gobierno sólo lo salva que las direcciones de los trabajadores y los partidos “progresistas” mantengan al movimiento obrero y popular contenido por una política de desvío, y que llaman a “cobrársela” en las urnas al PRI en el 2015, como proponen el Morena y el mismo PRD. Ante la derechización de estas direcciones que firman declaraciones con Peña Nieto y la COPARMEX, sindicatos como los de la UNT, lejos de romper con este partido buscan protegerlo.
Tanto el PRD como el PRI llaman a una política de unidad nacional que cierre de inmediato esta crisis. Aun así, intentar recomponer la crisis en Guerrero mediante la renuncia del gobernador perredista debilitaría la importante alianza del PRI con el PRD y el rol de éste como apuntalador del tricolor. Pero garantizar la gobernabilidad (condición para la estabilidad) bien vale la cabeza de un gobernador y la cárcel para otros funcionarios; incluso la solución parcial de las demandas de los estudiantes del IPN, todo lo cual es urgente para el control de daños.
Un nuevo escenario político
La masiva movilización democrática en repudio a la masacre de Iguala –en medio del inesperado movimiento en el Politécnico contra la reforma educativa, y el llamado de organizaciones campesinas a enfrentar la reforma energética–, ha puesto en la calle a sectores que, aunque descontentos, eran pasivos en los meses previos.
Es necesaria una gran unidad y coordinación de la población trabajadora y estudiantil para fortalecer la lucha contra la represión, las “reformas estructurales” y la entrega del país. Una de las demandas unificadoras es el rechazo a la reforma educativa donde convergen la CNTE, el Politécnico, las normales rurales, las Normales metropolitanas, las prepas del DF –donde el SUTIEMS recientemente levantó la huelga victoriosamente contra los planes educativos del GDF y el gobierno federal–. Este sector, junto al movimiento democrático surgido, puede encabezar el llamado a la movilización contra los planes y el castigo a los asesinos de estudiantes y opositores al gobierno. Desde allí, hay que llamar a los sindicatos a que se pongan al frente de esta pelea, ya que es fundamental que el movimiento obrero, con sus métodos de lucha, encabece la movilización contra esta democracia para ricos.
Pero esto debe hacerse de forma independiente y con los métodos de los trabajadores. De lo contrario, toda la energía puesta en juego en las calles, puede desviarse y llevar a la frustración a todos aquellos que ven que esta democracia bárbara y sus partidos son enemigos de la resolución de los derechos más elementales de la población y de la lucha contra la entrega.
Es necesario convocar a un Encuentro Nacional de todas las organizaciones obreras, estudiantiles, campesinas y sociales, a discutir democráticamente un plan de lucha y un programa único para enfrentar la política autoritaria y anti-obrera de los partidos capitalistas, que le dé continuidad a la movilización y el descontento mostrado en la marcha del 8 de octubre. Esto potenciaría la formación de un gran movimiento democrático nacional que ya empieza a expresarse.
Para avanzar en ese sentido y en el fortalecimiento del movimiento obrero, es necesario acordar la preparación de un paro nacional que frene la represión a la población trabajadora y la miseria.
Contra este régimen autoritario y hambreador, y esta democracia para ricos, el Movimiento de los Trabajadores Socialistas, llama a organizarse de manera independiente y combativa para acabar con este sistema capitalista y conquistar una nueva sociedad sin opresores y explotadores, donde gobiernen los obreros y los campesinos.
¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
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