Bolivia
Después del referéndum prosigue la ofensiva de la derecha
08 May 2008
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El 4/5 en Santa Cruz, la derecha autonomista obtuvo un triunfo político importante aunque limitado. Ahora, mientras el gobierno trata de disminuir la derrota e insiste en negociar, el calendario autonomista de la “media luna” sigue adelante. El “diálogo nacional” del que hablan gobierno y opositores sólo puede hacerse a costa de los intereses obreros y populares. El pueblo trabajador está dispuesto a combatir, pero los dirigentes, que frenan y desmovilizan al servicio del gobierno, sólo saben ser “mariscales de la derrota”. ¿Cómo contraatacar? Una necesidad del momento es hacer un balance honesto y claro de la situación a que ha llevado el MAS de Evo Morales. Para liberar toda la fuerza de las masas, hay que romper la subordinación de la Central Obrera Boliviana (COB) y las organizaciones populares a la política pactista del gobierno. Cada lucha obrera y popular que triunfe, ayudará a construir la contraofensiva de los trabajadores, campesinos y el pueblo pobre. Sería un gran paso el preparar un gran Encuentro Nacional de bases obreras, campesinas, originarias y populares.
1 El triunfo político de la reacción y sus límites
El SÍ al estatuto autonómico en el referéndum del pasado 4/5 le proporcionó una victoria política a la derecha autonomista cruceña. Actuando como vanguardia del frente burgués opositor, los cívicos logran inclinar la balanza política cada vez más a la derecha y continuar la ofensiva autonomista con los referendums en Beni y Pando (1/6), luego en Tarija (22/6) y finalmente, en Chuquisaca con las elecciones de prefecto.
Sin embargo chocan con límites: “por arriba”, pues el estatuto autonómico no tiene fuerza legal inmediata y mientras avanzan hasta donde pueden “haciendo autonomía al andar”, necesitan “compatibilizarlo” con el andamiaje institucional del país -como reconocen los principales dirigentes cruceños-, lo cual obligará a negociar con el gobierno. Y “por abajo”, ante el importante grado de resistencia popular, que en Santa Cruz se expresó en la suma de abstención y votos no positivos así como en la acción de sectores de vanguardia en varias zonas; mientras que a nivel nacional se expresó en las enormes concentraciones de rechazo en el Occidente.
2 El gobierno prepara una retirada mayor
El gobierno sintió el golpe, y aunque descalificando la consulta, Evo Morales tuvo que resignarse a “convocar a todos los Prefectos del país para que desde mañana trabajemos por una verdadera autonomía, basada en la legalidad y en la nueva Constitución Política del Estado. Espero que los Prefectos me escuchen, para que garanticemos una verdadera autonomía, para los sectores, pueblos indígenas y todos los departamentos”, pidiéndoles nuevamente el comienzo del diálogo (Mensaje presidencial, 4/5). Esto ratifica la capitulación ante la exigencia de autonomías, pero esperando aún regatear los términos. La derrota tiene un alto costo político para el MAS aumentando los elementos de crisis en el oficialismo mientras crece el desgaste a ojos de sectores obreros y populares. Las medidas de Evo -como los decretos del 1° de mayo- no alcanzan a revertir este deterioro y son limitados gestos nacionalistas parciales en el marco del curso pactista del gobierno: la nacionalización por recompra de acciones de ENTEL (empresa de telecomunicaciones) se viene tramitando desde hace 13 meses. En el caso de las cuatro petroleras, se trata de adquirir apenas la mayoría accionaria, con lo que pasarían a ser mixtas, y los decretos laborales no son más que la actualización de medidas anteriores y de corto alcance en la justicia laboral, el fuero sindical, etc.
3 ¿Otra vez al “diálogo nacional”?
Mientras Evo clama por el diálogo pidiendo ayuda a la OEA, los “gobiernos amigos” y la “comunidad internacional”, los opositores ponen sus condiciones aunque no lo rechazan. Es que opinan que “Debemos lograr un acuerdo nacional que armonice las normas bolivianas y fortalezca las instituciones de la República (...) Bolivia nos exige un pacto que no viole la democracia, la libertad ni el estado de derecho” declaró el prefecto autonomista de Santa Cruz, Costas, el mismo día 4 (La Razón, 5/5). Se habla de iniciar reuniones pero es posible que lleve tiempo organizar el diálogo, pues la derecha no tiene ningún apuro para negociar y espera profundizar la derrota política del gobierno con los próximos referendums en la “media luna”. Quiere hundir las pretensiones del MAS de salvar la nueva Constitución e imponer sus propias condiciones en la reconstrucción del régimen político del país. Cualquier negociación no será ni fácil ni rápida, pues no es fácil “compatibilizar” el plan autonomista de descentralización con el proyecto masista de fortalecer el aparato estatal nacional. Sea como sea, sólo podrían lograr un “acuerdo nacional” y poner coto a la crisis política a costa de un disciplinamiento de Evo a las exigencias del conjunto de la burguesía y el imperialismo, sacrificando las más elementales expectativas populares.
4 Una seria advertencia
Los últimos acontecimientos son un alerta que no debe ser despreciada: la política del MAS alimenta el fortalecimiento de la derecha y prepara mayores derrotas, quizás un salto reaccionario mayor en la situación política.
¿Cómo se ha llegado a esto? Evo Morales llegó al gobierno al calor del proceso revolucionario del levantamiento de octubre de 2003 y las jornadas de mayo-junio de 2005, con el masivo voto del 54% mientras los partidos neoliberales se hundían. Durante dos años tuvo favorables condiciones para cumplir con sus propias promesas, comenzando por la Asamblea Constituyente. Pero su tarea histórica, como la de todo gobierno reformista o frentepopulista, es desviar a las masas del camino revolucionario que habían iniciado, haciendo creer que con reformas constitucionales y sin expulsar a las transnacionales es posible lograr la liberación nacional y social. Cuanto más éxito tiene el MAS en desmovilizar a las masas, menos espacio para aplicar sus tibias reformas le conceden la burguesía y el imperialismo, y más envalentonadas se sienten las fuerzas conservadoras, que contaron con más de dos años y grandes concesiones del MAS para recuperar fuerzas, rearmarse políticamente y retomar la iniciativa.
La situación actual es resultado de la estrategia masista de colaboración de clases con los empresarios, los terratenientes, las transnacionales y sus representantes, al servicio de la cual no se expropió un solo latifundio, las “nacionalizaciones” no fueron más que renegociación de contratos, y todas las demandas obreras y populares de importancia fueron postergadas, sin tomar ninguna medida para quebrar el poder económico, social y político de la reacción burguesa y proimperialista.
5 El “peligro fascista” y la conciliación de clases Los dirigentes del MAS justifican con el “avance del fascismo autonomista” y el riesgo de “división del país” su política de conciliación y retrocesos permanentes ante la derecha. Al mismo tiempo obligan a los trabajadores, campesinos y el pueblo pobre a “marcar el paso en el mismo lugar”, impidiendo toda movilización nacional unificada contra la reacción. Con ese discurso disimulan que la derecha avanza apoyándose en las urnas con el aval del MAS. Claro que si los buenos servicios del gobierno y los “diálogos” y “pactos” no resultaran suficientes, indudablemente la clase dominante, que hoy ya cuenta con los grupos de choque autonomistas para complementar sus planes, optará por otros medios, incluso las intentonas abiertamente contrarrevolucionarias. Pero la única forma de enfrentar a la reacción y prepararse para esos peligros es desarrollar desde ahora la movilización, golpeando las bases de la gran propiedad privada de la tierra y las empresas y expulsando a las transnacionales.
6 ¡Basta de subordinación a la política conciliadora del MAS!
Los dirigentes de la COB, CSUTCB, etc., callan esto para sostener al gobierno con su apoyo político -a veces “crítico” o en nombre de “defender el proceso de cambio”-, sirviendo de correa de transmisión de la colaboración de clases con la burguesía al interior de las organizaciones de masas. Los candidatos a ser “mariscales de la derrota” como Pedro Montes, Edgar Patana, etc., confunden y desmoralizan en lugar de centralizar las luchas que recorren el país con un programa de acción para derrotar a la derecha e imponer las impostergables demandas obreras, campesinas y populares. Es cierto que la amplia mayoría, especialmente en el campo y en los barrios populares, mantiene ilusiones en Evo Morales, pero entre los trabajadores avanzados y la juventud combativa se comienza a buscar cómo enfrentar a la derecha y reabrir el camino para las demandas obreras y populares. Los socialistas revolucionarios les decimos que subordinar las organizaciones de masas a la política oficial de diálogo y concertación, sólo favorece a la derecha. Los trabajadores y el pueblo necesitan las manos libres para enfrentar a la reacción burguesa y esta lucha es inseparable de la lucha contra la carestía de la vida, los bajos salarios y por las demás demandas. “Mirar para otro lado”, como hace la COB para no criticar la política económica oficial, sólo sirve para que los empresarios puedan hacer demagogia con la inflación... que usan para proteger y engordar sus propias ganancias.
7 Apoyar y coordinar las luchas para preparar la contraofensiva obrera y popular
A pesar del fortalecimiento de la derecha, del giro conservador de la clase media urbana y de la desmovilización impuesta por el MAS, no falta disposición a luchar, como lo mostraron los grandes cabildos del 4/5 en El Alto, La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí y otros sitios; y durante abril, los numerosos conflictos por el salario, la defensa de la fuente de trabajo y otras demandas como en Colquiri, Huanuni, Ecobol, Salud, Makitesa, etc.
Mayo comienza con anuncios de movilizaciones en el magisterio y otros sectores, mientras la subida del pan y la escasez de harina, gas, etc., hacen crecer la impaciencia popular y sigue el debate sobre cómo enfrentar a la derecha. Aunque el rol frenador de las direcciones nacionales es un grave obstáculo, si esta disposición a luchar se traduce en movilización, puede desbaratar la ofensiva reaccionaria y volver a torcer a izquierda la balanza de la situación política.
Pero es necesario preparar política y organizativamente la contraofensiva obrera y popular, extendiendo y centralizando el frente único obrero y de masas con los métodos de lucha de los trabajadores, los únicos que pueden parar la ofensiva de la derecha, lograr las demandas como el salario y la defensa de la economía popular frente al alza en el costo de vida y abrir el camino a una salida de fondo a la crisis nacional. Un primer paso importante es rodear de solidaridad y ayudar a triunfar los conflictos obreros y populares, comenzando a coordinar las luchas. Junto con ello, hay que romper la subordinación de la COB y las organizaciones sindicales al gobierno, llevando el debate a todas las instancias e imponiendo la convocatoria a un gran Encuentro Nacional de bases, donde discutir con qué plan de acción y qué programa rearmar la movilización. A la par, los socialistas revolucionarios proponemos a la vanguardia obrera comenzar a debatir cómo construir un Instrumento Político de los trabajadores, para que la voz de la clase obrera pese en la política nacional con una alternativa ante las opciones de la derecha y el agotamiento del reformismo masista.
• ¡Abajo la ofensiva autonomista de la derecha! ¡No a la “mediación” de la OEA y los curas! ¡No a los pactos y la conciliación que predica el MAS!
• Comités de autodefensa obrera y popular contra los ataques de los grupos de choque de la reacción.
• Aumento salarial de emergencia del 30%, en el camino de un salario equivalente a la canasta familiar y con escala móvil.
• Por Comités Populares de Control de Precios y Abastecimiento.
• Nacionalización de las aceiteras, los hidrocarburos y la minería, sin pago y bajo control de los trabajadores.
• Reversión al Estado de todas las “capitalizadas” y servicios públicos.
• Monopolio estatal del comercio exterior.
• Recuperar la independencia política y organizativa de la COB y los sindicatos.
• Por un Instrumento Político de los trabajadores.
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El papel de la OEA y la Iglesia
Evo Morales clama por la mediación de la Organización de Estados Americanos (OEA), como si fuera garantía de algo favorable para el pueblo. La OEA, que no por nada ha sido siempre la institución que coordinaba la sumisión de los gobiernos de América Latina a Estados Unidos, interviene como garante del orden semicolonial regional. El 3/5, bajo la presión de Washington corrigió su “excesivo” apoyo al gobierno con una nueva declaración que mientras insiste en el diálogo avala de hecho y deja correr las consultas autonomistas. Es que su objetivo es evitar el riesgo de una mayor desestabilización en Bolivia e impedir que en la crisis política pueda intervenir el movimiento de masas. Habiendo logrado que el MAS mantenga su “moderación”, aceptan que los autonomistas impongan mejores condiciones en la búsqueda de una salida favorable a la burguesía en su conjunto. Por su parte el cardenal Julio Terrazas, principal figura de la Iglesia, les hizo una misa a Costas y compañía y luego fue a votar, avalando el referéndum cruceño. La reaccionaria cúpula católica no se privó tampoco en esta oportunidad de demostrar que está firme y sin dudas al servicio de los ricos y la reacción. Ahora el MAS protesta, pero hasta el día anterior, llamó con todas sus fuerzas a confiar en estos “mediadores”.
La LOR-CI en el Cabildo de La Paz
La concentración en Plaza San Francisco reunió a miles de campesinos del Altiplano y Yungas, trabajadores y sectores populares de la ciudad que acudieron a manifestar su rechazo al referéndum de Santa Cruz. Entre los varios oradores, habló nuestro compañero Javo Ferreira. Así, la LOR-CI fue la única organización trotskista que intervino desde la tribuna y con una posición clasista e independiente del gobierno.
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