DESPUES DEL 20N SE PROFUNDIZA LA CRISIS POLÍTICA
30 Nov 2014 | La imponente masividad de la marcha del 20 de noviembre mostró que el gobierno de Peña Nieto no ha logrado su objetivo de amedrentar y apostar al desgaste del movimiento en las calles. Lejos de ello, se profundizó y adquirió un carácter claramente anti gubernamental.
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La imponente masividad de la marcha del 20 de noviembre mostró que el gobierno de Peña Nieto no ha logrado su objetivo de amedrentar y apostar al desgaste del movimiento en las calles. Lejos de ello, se profundizó y adquirió un carácter claramente anti gubernamental.
El grito masivo de ¡Fuera Peña Nieto! que resonó en las calles y zócalos del país, dan cuenta de la magnitud de la crisis que enfrenta el gobierno y las instituciones; hacía recordar el “¡Fora Collor!” en Brasil de 1992 y el “¡Qué se vayan todos!” en Argentina de 2001.
La pérdida de credibilidad del gobierno, se confirma con la incorporación a la movilización de nuevos sectores de la clase media, el mundo cultural y de sectores plebeyos. En ese marco, destaca la incorporación, aunque todavía inicial, de sectores de trabajadores -entre ellos, sindicatos de la Unión Nacional de Trabajadores, en el marco de algunas luchas por demandas laborales- lo que marca un importante elemento en el carácter de la movilización popular.
Es evidente la pérdida de base social del PRI en sectores de clase media y populares, como se vio en la marcha del 20N. Solamente el gran control corporativo ejercido por el PRI evita la participación de los grandes sindicatos. Pero de avanzar la movilización esto puede cambiar y profundizarse la acción de las masas obreras y populares.
La contundencia del reclamo popular arrincona cada vez más a Peña Nieto y al PRI; a la imagen de un gobierno asesino se suma la de un gobierno corrupto. Su impotencia para frenar el descontento es evidente. Ejemplo de esto es la fracasada intención desmoralizadora de la conferencia de prensa de la PGR, el viaje a China en medio de la crisis nacional, el escándalo de corrupción provocado por el caso de la propiedad en las Lomas de Chapultepec. Las medidas del gobierno resultan contraproducentes y transforman el descontento en protesta activa. El PRI, que quiso mostrarse “renovado”, enfrenta su peor crisis desde la rebelión chiapaneca de 1994: y no es fácil una reforma interna del PRI para perpetuarse (como las que hizo en el pasado), condicionado por los compromisos y la subordinación a los EE.UU.
La fuerza de este fenómeno político y social y su réplica a nivel internacional, es un salto en el desprestigio del presidente. Se diluye la idea que el gobierno quiere vender al exterior para atraer inversión como salida al escaso crecimiento de la economía nacional (2.2%), la baja en los precios internacionales del petróleo y la pérdida de fuerza del peso ante el dólar. En particular, el gobierno de Obama y el senado estadounidense están preocupados porque Peña Nieto revierta esta crisis.
Crisis del régimen político y del PRD
El desprestigio y debilidad de la institución presidencial a dos años de iniciado el sexenio, pone en aprietos los planes del PRI de profundizar la subordinación del país a los EE.UU. Y deja en crisis al régimen (la “alternancia”) que impulsó las reformas reaccionarias, repudiado en las calles al grito de “fue el estado” junto al rechazo al PAN, el PRI y el PRD.
Esta crisis se expresa en el PRD, co-responsable para millones, de las desapariciones y la masacre de los normalistas. La renuncia de Cárdenas es muestra de ello; busca preservarse –algo tardíamente- ante el repudio generalizado al partido que él fundó, lo cual vivió en carne propia el 8/10 cuando fue abucheado por los manifestantes. Y posiblemente apunte a encabezar un “éxodo” de integrantes del sol azteca. La renuncia del “líder moral” es un golpe mortal a la dirección de este partido -“los chuchos”-, que buscará realizar alguna reforma interna para “renovar” a un PRD cómplice del Pacto por México y sus reformas; medida que hará desde una posición de debilidad ante sus adversarios internos que buscarán desplazarla. Esta crisis es un golpe para el régimen político, que hasta ahora se apoyaba en una centrozquierda funcional a los planes de la clase dominante.
Una estabilidad amenazada y trampas que se preparan
El fortalecimiento de la movilización nacional ha puesto sobre la mesa la “incapacidad” del presidente priísta para gobernar. Sectores de la burguesía y de la prensa internacional empiezan a cuestionar el manejo de la crisis por Peña Nieto y sus colaboradores más cercanos.
Algunos analistas sugieren una “refundación de la república”; otros, necesarios cambios en el gabinete y una “reforma política”. Ya el gobierno de Peña Nieto anunció una “reforma profunda”, a la cual buscará sumar a los demás partidos, una especie de “acuerdo nacional”. Todo esto busca evitar que el ¡Fuera Peña! se haga realidad como parte de una salida favorable a las grandes mayorías. Es decir, buscan reformar lo irreformable.
Cualquiera de estas alternativas pretende ser una reedición de la “transición democrática” de 2000, acordada por los tres partidos señalados hoy como los que sumieron al país en la barbarie (PRI-PAN-PRD).
Otro sector aconseja una salida dura que muestre la naturaleza autoritaria que mantuvo 70 años en el poder al PRI. Sin embargo, esta salida debilitaría el modelo político que quiere inaugurar el “nuevo” PRI, y primaría una imagen dictatorial, cosa que esta democracia degradada, que busca un equilibrio entre las medidas autoritarias y las que denominamos de “reacción democrática”, trata de evitar. Y que además, en una situación como la actual, podría despertar un verdadero incendio y catalizar la entrada en escena del conjunto de la clase trabajadora.
Entre tanto, el gobierno intenta desmovilizar a los normalistas y los padres de los desaparecidos otorgando becas para las víctimas o sus familiares y con un presupuesto millonario para las normales rurales, al mismo tiempo que amedrenta e inhibe la protesta y mantiene en prisión a los detenidos del 20N.
Estas “salidas” a la crisis actual pretenden apoyarse en las debilidades actuales del movimiento, como es la carencia de una dirección y un programa que postule una alternativa al gobierno de EPN y ponga a discusión qué clase debe gobernar. Y se aprovecha también de que la clase obrera con sus principales batallones todavía no aparece de forma generalizada.
Ante eso, es necesario profundizar la lucha: como explicamos en estas páginas, es necesaria una huelga general política que eche a Peña y a su gabinete de Los Pinos. Impongamos un gobierno provisional de las organizaciones obreras, campesinas y populares, que convoque a una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que discuta qué tipo de país queremos y cómo acabar con la medidas que nos ataron a los planes del imperialismo y que sumieron al pueblo en la barbarie y la miseria.
20N: Miles de trabajadoras y trabajadores por Ayotzinapa
Diana Valdez
Este 20N más de 10 mil trabajadoras y trabajadores de distintos sindicatos salieron a manifestarse por la aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Al grito de ¡Fuera Peña!, marcharon del Monumento a la Revolución al Zócalo capitalino.
En la Jornada Global en Solidaridad con Ayotzinapa que se realizó este 20 de noviembre, sindicatos de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) pararon labores y se sumaron a las movilizaciones en el centro de la Ciudad de México.
El Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM) acordó realizar un paro de labores en solidaridad con los normalistas de Ayotzinapa; los cerca de 60,000 trabajadores que agrupa este sindicato en todo el país suspendieron actividades desde las 8:00 horas del 20N y hasta las 24:00 horas del mismo día.
Las trabajadoras y trabajadores de otros sindicatos también se unieron a las movilizaciones convocadas para este día, el STUNAM, el SITUAM, la Alianza de Tranviarios de México y la ASPA, entre otros marcharon repudiando la masacre contra los estudiantes y repudiando al gobierno de Enrique Peña Nieto.
La fuerza de la indignación ha hecho que cada vez sean más mexicanos los que salgan a las calles, y aunque no es la primera movilización por Ayotzinapa en la que participan los sindicatos, la participación de las trabajadoras y los trabajadores con sus propios métodos de lucha ha empezado a ser parte de esta fuerte coyuntura nacional.
Son las trabajadoras y los trabajadores de base los que hoy cierran filas por la presentación de los normalistas y acusan al gobierno de EPN por este crimen. El peso de la organización desde esta base será determinante para la realización efectiva de una huelga general.
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