COP 16 EN CANCÚN
EL CAPITALISMO ESTÁ MATANDO AL PLANETA
06 Dec 2010
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La Conference Of Parts (COP) 16 se realizará en Cancún del 29 de noviembre al 10 de diciembre. Este organismo forma parte de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y la 6ª Conferencia de las Partes actuando como Reunión de las Partes del Protocolo de Kyoto. Se entiende por “Partes” aquellos Estados nacionales que firmaron y ratificaron esos dos tratados internacionales, obligándose a observar y cumplir su contenido en materia de cooperación internacional en contra del cambio climático. La Conferencia de las Partes en su calidad de órgano supremo tiene como mandato adoptar las decisiones necesarias para promover su aplicación eficaz.
Sin embargo, año tras año se ha demostrado su falta de voluntad para resolver la causa de fondo del Cambio climático, pues resulta evidente que las verdaderas soluciones de este problema, golpean los intereses del capital y de las grandes corporaciones que utilizan tecnologías altamente contaminantes. La presente COP no ha iniciado y ya se ha anunciado su inminente fracaso, siguiendo la línea de fracasos y burlas mundiales que han sido las anteriores COP’s. Esto porque los países más industrializados se niegan a perder sus grandes negocios, a disminuir sus privilegios, a reducir sus jugosas ganancias, lo cual sucedería si esos países redujeran la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI), causantes del efecto invernadero y del cambio climático. Aún cuando en los últimos años se ha demostrado de forma contundente que la causa de este fenómeno se encuentra en la actividad económica capitalista y que hemos llegado al punto en que, de no hacer algo al respecto, las consecuencias pueden ser catastróficas para la biodiversidad y para la vida humana.
Ante tal situación, el papel que han jugado los gobiernos del mundo (mismos que participan en la COP venidera), tiene dos vertientes: por un lado son el consejo de administración de negocios de los grandes capitales cuyo único fin es la obtención de ganancias INFINITAS sin importarles que, para ello, tengan que consumir, literalmente, los recursos FINITOS del planeta; por otro lado, la de generar marcos jurídicos nacionales ad hoc, que justifican “legalmente” la explotación, el uso indiscriminado, la destrucción y el aprovechamiento irracional de los recursos naturales.
Ante este panorama, las campañas publicitarias “rumbo a la COP”, están a la orden del día. Medios de comunicación, así como organizaciones civiles y, por supuesto, el gobierno, nos invitan a contribuir con la solución aprovechando racionalmente los recursos, no desperdiciando la luz (y por eso la quieren dar más cara además de privatizar este servicio), separando la basura (que ellos mismos producen), utilizando menos el automóvil (mientras incentivan la adquisición de nuevos autos, desarrollan infraestructura para los mismos y no el uso y mejoramiento del transporte público) etc., todo ello bajo el absurdo lema de “responsabilidad común, pero diferenciada”; tal como la crisis económica, a los trabajadores, a la población precarizada, nos quieren hacer responsables del costo del cambio climático y la devastación de la naturaleza. Pero ¿de verdad pesa sobre las espaldas de todos los humanos ésta responsabilidad? ¿Será que quienes utilizamos los combustibles fósiles para el sustento cotidiano (asearse, cocinar, etc.) somos tan responsables como aquellos que, en su ambición desmedida, producen mercancías sin más limites que los de alcanzar la ganancia ilimitada?
A lo largo de su historia nuestra especie ha sido capaz de utilizar la ciencia y la técnica para dominar las fuerzas naturales que le eran hostiles y aprovecharlas para mejorar su nivel de vida. Con la Revolución Industrial y el desarrollo ulterior de la técnica y la tecnología, la sociedad contemporánea logró avances muy importantes en el usufructo y explotación de los recursos naturales, pero, bajo la dominación económica y política de la burguesía, no lo hizo para garantizar el bienestar del conjunto de la humanidad. Por el contrario, la sociedad capitalista ha utilizado los avances tecnocientíficos para aceitar las ganancias de unos cuantos, mientras la riqueza se concentra cada vez más en pocas manos y la mayor parte de la población mundial no es beneficiaria de los avances médicos, científicos y tecnológicos. En la sociedad actual, la ciencias y la tecnología son patrimonio y están al servicio de los capitalistas que, lejos de invertir en investigaciones que mejoren cualitativamente la calidad de vida, gastan millones de de dólares en la industria armamentista.
Contrario a la concepción antihumana y antitecnológica de muchas corrientes de pensamiento, nosotros creemos que dichos avances en la técnica y la ciencia, estos “elementos civilizatorios” del capitalismo si pueden y deben ser ocupados en beneficio de toda la humanidad. La producción actual basta para satisfacer las necesidades de toda la Humanidad y si esto no es así solo puede entenderse por la contradicción que existe entre la socialización del trabajo y la producción y la apropiación privada del fruto del mismo.
La opulencia para algunos y la miseria para la mayoría es la naturaleza de un sistema explotador, depredador y destructor del medio ambiente: el sistema capitalista. El empobrecimiento de aquellos que todo lo producen debido al robo del producto de su trabajo, coexiste con el obsceno enriquecimiento de sus explotadores que se apropian de dicho producto: tal es el proyecto del capitalismo para la Humanidad. En esta etapa de su desarrollo, como describió Lenin, este sistema se transforma en imperialismo y la producción se concentra más y más en un sector reducido de empresas, de monopolios o truts. De hecho se calcula que, para 2040, la producción mundial de alimentos estará concentrada en 5 grandes empresas…una de ellas Wal-Mart. Asimismo, hemos observado como la empresa Monsanto controla el mercado de semillas introduciendo especímenes con modificaciones genéticas concediéndole cada vez más control de la producción a costa del campesino pequeño y mediano que no tiene más remedio que migrar a la ciudad o al extranjero para vender lo único que le resta: su fuerza de trabajo.
Por todo ello afirmamos con contundencia que el capitalismo es responsable de la catástrofe global. Toda lucha por la preservación de la vida y del planeta es contra ese sistema. Es por ello que nos organizamos desde una perspectiva anticapitalista, antiimperialista y socialista.
En el sistema capitalista, la clase dominante controla el Estado y sus Leyes como herramientas del dominio de clase. Por ello la lucha legal es insuficiente. Nuestro llamado es a fortalecer la organización independiente que pueda enfrentar a la barbarie capitalista en las calles y junto a la clase obrera, los campesinos, los indígenas, las mujeres y todas las víctimas de este sistema. Dejarse arrastrar por el engaño del llamado “capitalismo verde”, las tecnologías “amigables con el ambiente” y demás falsedades, significa reproducir los esquemas actuales de depredación ambiental que, además, buscan lucrar con “el cuidado del ambiente”.
Pues lo que se encuentra detrás del llamado “capitalismo verde” es: el gran negocio de las nuevas empresas trasnacionales generadores e implementadoras de estas nuevas tecnologías, avaladas por los países imperialistas; el gran negocio de las empresas contaminantes (automotrices, de alimentos, servicios y otras) que utilizan el discurso medioambiental, bajo el eufemismo de Empresa Socialmente Responsable, como una forma de reducir costos mediante la disminución de líneas de producción, el despido de miles de trabajadores, bajar costos de materia prima y de la exención de impuestos por sus labores “altruistas”; finalmente, el gran negocio de los gobiernos que, a través de información privilegiada, aprovechan la coyuntura de sus puestos políticos o administrativos, para saber la “tendencia” de los negocios y apropiarse de ellos, con ayuda de sus jugosos salarios.
Sin duda, la defensa del ambiente también es para el capitalismo UN GRAN NEGOCIO.
Por una salida independiente a la crisis ecológica
Desde nuestro punto de vista, es fundamental terminar con el control monopólico y privado de las energías no renovables, que están además agotándose. Sin duda, el problema del uso irresponsable de los combustibles fósiles radica en que se utilizan, como explicamos, para el interés de unos cuantos pulpos transnacionales para quienes los daños ambientales no son una prioridad como se demostró en el derrame petrolero de British Petroleum que fue una verdadera catástrofe ecológica. En México, el intento de privatización del petróleo y la electricidad sigue avanzando. Esto deja la puerta abierta al uso anárquico y desproporcionado de los recursos, mientras se encarece el precio de los combustibles. A ello, oponemos la renacionalización de las industrias estratégicas (petróleo, gas, etc.) sin indemnización y bajo control de sus trabajadores, que junto a los usuarios discutan en comités conjuntos, un gran plan de obras públicas, para tratar de garantizar un uso racional en beneficio de la sociedad.
Sin embargo, es indispensable transitar a una sociedad que no dependa de este combustible. El uso de energías alternativas debe ser analizado, actualmente la energía generada a través de celdas solares, por ejemplo, ha quedado al servicio de los grandes capitales. En México o en países latinoamericanos, existen muy pocas o nulas empresas nacionales o sociales que fabriquen celdas solares, y mucho menos se utiliza esta forma de energía para cubrir las necesidades diarias de las poblaciones. En cambio, en España ya se logra una potencia acumulada instalada de 3,523 MW en un año, y Alemania es, detrás de Japón, el segundo fabricante mundial de paneles fotovoltaicos (cerca de cinco millones de metros cuadrados de paneles solares). De acuerdo a cifras vertidas por la Agencia Internacional de la Energía, la venta de paneles fotovoltaicos ha crecido en el mundo a un ritmo anual del 20% en la década de los 90´s.
Es decir, mientras que las poblaciones de los países semicoloniales seguimos dependiendo de tecnologías derivadas del petróleo, los países imperialistas ya han visto en el sol una materia prima gratuita, limpia e inagotable, que indudablemente disminuye costos de producción y eleva las ganancias.
Respecto a la energía eólica, es determinante el hecho de que la mayor cantidad de centrales eólicas se encuentran en Europa, principalmente en Alemania, España y Dinamarca. Mientras tanto, en México se cuenta con la central ventosa de Oaxaca, con una capacidad de 1.5 MW por año, según la Asociación Americana de la Energía Eólica (AWEA), en 1999, Alemania, EEUU, España y Dinamarca concentraron más del 80% del aumento de la capacidad eólica en el mundo. Ese mismo año, Alemania añadió 1.200 MW; EEUU, 732 MW y Dinamarca, 300 MW.
Ello demuestra que el capital ya invierte en investigación y generación de nuevas tecnologías más limpias, pero monopoliza desde su surgimiento la producción, operación y mantenimiento de las mismas.
Lo anterior por dos razones fundamentales: por un lado, no permitirá que se extinga el jugoso negocio petrolero, y por el otro, no cederá terreno de la generación de estas nuevas tecnologías, a las naciones subyugadas (argumentando el concepto de soberanía energética nacional) asegurando su continuidad de poder económico y la subordinación de países semicoloniales, para que “aprendan” a manejar las tecnologías que ellos generan y no para que la generen. Llamamos a los estudiantes, científicos, académicos, investigadores a luchar por poner la ciencia y la educación, el conocimiento, al servicio de los trabajadores y el pueblo empobrecido. A transformar su entorno y romper el yugo que los pone bajo las ordenes de las transnacionales. ¡Por una ciencia y técnica al servicio de los trabajadores y el pueblo!
Ante la crisis ecológica nos pronunciamos contra la barbarie capitalista, que implica enfrentar los planes del gobierno federal y las instituciones de este régimen, cuyas propuestas a esta catástrofe son más privatizaciones como el proyecto RED++ o el mercado de los bonos de carbono. El mercado de los Bonos de Carbono, continua en la lógica de convertir a los países subordinados a las grandes potencias como simples productores de materia prima (en este caso bosques), a bajos costos y a costa del empobrecimiento de la población, negándoles el acceso a las tecnologías transformadoras y suprimiéndolos del proceso productivo.
En este negocio, las grandes corporaciones no dejan de producir, ni mucho menos de contaminar, “compran” su derecho de seguir emitiendo GEI’s, a partir de la disminución de los mismos en los países dependientes y en la generación de oxigeno de estos países. Es decir, la lógica de este mercado es: si en otros lugares se produce oxigeno, yo puedo seguir emitiendo gases contaminantes “equilibradamente” como si los efectos de los GEI’s fueran locales y no universales.
Tal es el negocio, que en diferentes Bolsas de Valores de Países Europeos se cotizan los bonos; según datos de Point Carbon 2005, en el Chicago Climate Exchange, en operación desde diciembre del 2003; el precio de los bonos de carbón ha fluctuado desde $0.90 hasta los $2.10 dólares por tonelada de CO2 (datos a junio de 2005); y en el European Climate Exchange Carbon: en operación desde abril del 2005; el precio ha fluctuado entre $6.40 y $19.70 euros por tonelada de CO2 (datos a junio de 2005).
Asimismo, para el Banco Mundial, ya resulta un jugoso intercambio comercial, por ejemplo, compra en México los proyectos de producción de Bonos de Carbono (generalmente asentados en poblaciones ejidales u originarias, a costa de la vida y la propiedad social de estas comunidades) y “acomoda” esos bonos en cualquier otra parte del mundo que “los necesite”. Detrás de este “intercambio”, se encuentran oportunos convenios internacionales entre los Estados (no vinculantes para evitar problemas de cumplimiento y sanciones), y cientos de empresas consultoras que realizan los proyectos a las comunidades, para que cumplan con los requerimientos y reglas de operación que, evidentemente, se encuentran marcadas por el propio Banco Mundial.
Por todo ello, consideramos que la resolución profunda de la crisis climática actual, como la crisis en general, se resuelve mediante la superación de este sistema que nació “chorreando sangre y lodo por todos sus poros”. Porque no van a ser los gobiernos de los capitalistas los que inviertan en energías alternativas ni los que nacionalicen la industria a favor de los trabajadores y los pueblos, en la lucha contra el cambio climático, es fundamental plantear el rol central que la clase trabajadora, con su métodos de lucha y por el lugar que ocupa en los medios de producción, se ponga a la cabeza de la lucha contra el cambio climático y la devastación del planeta a la que esta llevándonos este sistema explotador y anárquico. Los trabajadores son la clase social, que aliada a los millones de pobres y pueblos oprimidos del mundo, puede hacer realidad una economía planificada, basada en la expropiación de los medios de producción y su socialización y puesta en función de las necesidades de la sociedad. Una sociedad donde no existe la explotación de una clase sobre otra es la solución a la crisis climática pues permite que la Humanidad se reconcilie con la naturaleza utilizando la ciencia no para depredar si no para planificar.
Finalmente, este llamado es a la denuncia y a la movilización. El llamado es proteger los bosques, las selvas, los ríos y los lagos. Las organizaciones campesinas que están luchando por la preservación ecológica de los recursos, los pueblos originarios, las organizaciones ecologistas, de trabajadores, sindicales, políticas y sociales, debemos poner en pie un programa alternativo e independiente para luchar contra el calentamiento global y sus principales responsables, los capitalistas.
Ante este panorama la Agrupación estudiantil Contra Corriente suscribe el esfuerzo de la Coordinadora Universitaria contra la COP cuyo objetivo es movilizarse a Cancún. Participaremos en la Marcha Contra el Ecocidio Capitalista y la COP, junto a varias organizaciones sociales como el Frente de Pueblos en defensa de la Tierra, el Sindicato Mexicano de Electricistas, la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales, entre otras. Acompañemos a los afectados ambientales de todo el país, levantemos la voz junto a ellos para denunciar los crímenes del gobierno federal. Esta marcha se realizará el día 30 de noviembre a las 17 horas del Ángel de la Independencia al Zócalo.
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