El 1 de mayo y el brote de influenza
02 Jun 2009
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La epidemia enfrió el ánimo de las organizaciones sindicales y políticas que, no marcharon el 1° de mayo dada la contingencia sanitaria que azota al país (y que en DF presenta el mayor número de bajas). Esta fue una situación favorable al gobierno, dado que la movilización tendría como telón de fondo la gran crisis económica, con miles de despedidos en la calle, otros miles en paro técnico y la violación a los contratos colectivos. Así como la resistencia del sindicato minero que tiene estalladas las huelgas en Cananea, y la de El Cubo en Guanajuato (ésta última en rechazo a la jornada laboral de diez horas por el mismo salario), y que recientemente le impuso a la minera Peñoles en Torreón, Coahuila –con una huelga de 66 días - un incremento salarial del 6% de aumento al salario, 1% en prestaciones y un bono del 1% por una sola vez, así como el pago del total de los salarios caídos.
Pero el gobierno no estaba tan preocupado por las direcciones de los sindicatos llamados independientes que, no vienen haciendo mucho contra los despidos y los bajos salarios, y están ocupados en perseguir una diputación en las próximas elecciones. Sin embargo, a pesar de esta política, el descontento de los trabajadores que dicen representar, podía expresarse combativamente el 1 de mayo, exigiéndoles hacer efectivas sus amenazas “domingueras”. Pero su decisión de suspensión la marcha del 1 de mayo, les evitó hacer promesas “combativas”, y se limitaron a declarar ante la prensa generalidades sobre la crisis y la respuesta de los sindicatos. En un sentido, fue un primero de mayo “expropiado” a los trabajadores por la situación de emergencia sanitaria que, convino al gobierno y los patrones.
Pero, además, tampoco se expresó, por parte de estos sindicatos, una política independiente frente a la crisis epidemiológica y a la política autoritaria gubernamental. No vimos a estos sindicatos poniendo sus aparatos de prensa y propaganda al servicio de la confundida e inerme población trabajadora. Ni tampoco denunciar la burla de Marcelo Ebrard a los trabajadores de restaurantes, por los 50 pesos prometidos (que ni cumplió) ante los cierres temporales de sus fuentes de trabajo.
Lamentablemente, hubo sectores de la izquierda (como la “otra campaña”) que mostraron una visión superficial, diciendo que la crisis era un invento del gobierno, en momentos en que ya eran conocidas las denuncias de los trabajadores del INER y de Especialidades del Centro Médico “La Raza”, quienes se manifestaron contra la negligencia e ineptitud del gobierno, causante de muertes entre el personal y los derechohabientes. Estos sectores, previo al 1 de mayo, habían sostenido una política sectaria de marchar separados de los sindicatos llamados independientes, poniendo así en un mismo saco a la burocracia sindical y a las bases trabajadoras que iban a expresar su descontento con los planes del gobierno. Y, luego de eso, ante el desarrollo de la epidemia, sostuvieron argumentos (como que “ninguna epidemia tiene porqué detener el avance de la rebeldía”), que dieron la espalda a la situación critica que vivieron miles de trabajadores frente a una enfermedad donde, los oprimidos y explotados fueron las principales victimas.
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