El dólar fuerte puede desatar una nueva crisis financiera internacional
30 Mar 2015
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El dólar fuerte puede desatar una nueva crisis financiera internacional
Dedicada a Leo Norniella, gran obrero revolucionario que vibraba con el seguimiento de la política internacional
La fuerte alza del billete verde a comienzos de la década de 1980 desencadenó la crisis de la deuda latinoamericana y la segunda alza, a mediados de 1990, la crisis financiera asiática. El aroma a una nueva crisis financiera aguda se cierne sobre la periferia capitalista. El dólar fuerte puede desatar una nueva crisis financiera internacional.
Juan Chingo, Fracción Trotskista Cuarta Internacional (la versión completa de este articulo puede encontrarse en http://www.laizquierdadiario.com/El-dolar-fuerte-puede-desatar-una-nueva-crisis-financiera-internacional)
Hoy día, la fuerte alza del dólar está llegando a un punto de inflexión que amenaza desatar una fuerte crisis financiera internacional. Los antecedentes de crisis de la deuda latinoamericana y asiática, ambos en periodos de dólar alto, no son una casualidad.
El “exorbitante privilegio” del dólar
La conferencia de Bretton Woods en 1944, a fines de la Segunda Guerra, selló el papel hegemónico del dólar en la economía mundial capitalista estableciendo la convertibilidad del dólar en oro a razón de US$ 35 por onza, así como la vinculación a otras divisas importantes con el dólar. Este acuerdo allanó el camino al dólar para sustituir a la libra esterlina como moneda dominante en las reservas de divisas y en el comercio mundial.
La estabilidad del orden monetario de Bretton Woods en los años 1950 y 1960 estaba garantizada por las reservas considerables de oro de EE.UU., su superávit en cuenta corriente y una competitividad sin paralelos en la economía mundial. La hegemonía del dólar no sólo era un reflejo de la fortaleza económica de los Estados Unidos sino también un medio a través del cual este país proporcionó el liderazgo para el mundo capitalista, la promoción de un entorno estable para el crecimiento.
Al mismo tiempo, el estatus hegemónico del dólar confería a EE.UU. un “privilegio exorbitante” - en palabras de Valéry Giscard d’Estaing, ministro francés de finanzas en la década de 1960 y posteriormente presidente en la década de 1970- ya que permitía a EE.UU. endeudarse a nivel internacional a bajas tasas de interés y pagar por sus importaciones y el servicio de la deuda en la moneda que emitía.
A inicios de 1970 este régimen monetario fue desarticulado. Varias razones se combinaron. El fin del “boom de posguerra” señaló el comienzo de la declinación histórica de EE.UU. El resurgimiento de Japón y Alemania como potencias emergentes terminó con la abrumadora superioridad económica de Norteamérica y dio origen a la división del mundo en una tríada de potencias imperialistas. Este retroceso relativo de EE.UU. llevó a su fin al sistema de Bretton Woods.
Desde entonces, EE.UU. utilizó el nuevo régimen de cambio flexible y la continuidad del dólar como moneda de reserva y medio de pago a nivel mundial como forma de administrar su decadencia, manipulando en su provecho este privilegio sólo reservado a la potencia hegemónica.
Esta capacidad para manipular el valor del dólar depende en última instancia de la cobertura de seguridad que Estados Unidos construyó en la época de la Guerra Fría, que le permite condicionar el desarrollo de los otros polos imperialistas.
Exportando su inflación, EE.UU. ha aumentado la inestabilidad y las desigualdades de la economía mundial -como demuestra la sucesión de crisis monetarias, financieras y bursátiles a lo largo de las últimas décadas cuya máxima expresión fue la crisis de 2007/8-, generando a largo plazo las fuertes presiones deflacionarias que hoy agobian a la economía mundial. En otras palabras, durante este periodo histórico EE.UU. ha actuado crecientemente como el principal desestabilizador de la acumulación capitalista mundial.
La madre de todos los endeudamientos
Las tasas, inusualmente bajas por un largo periodo de tiempo, de la reserva Federal (FED por sus siglas en inglés) y la “flexibilización cuantitativa” inundaron el “mundo emergente” con una fuerte liquidez en dólares en los años del “boom” de los países emergentes, cuando se creía en la peregrina idea del desacople de estos estados de la crisis mundial, que tenía su epicentro en los países centrales.
Y la gran vulnerabilidad que empieza a manifestarse es que estos países están ultra endeudados y más dolarizados que nunca, contrariando la creencia de que una parte importante de los países de la periferia estaba inmunizado a estas crisis, a diferencia de los episodios de crisis anteriores en el mundo semicolonial, por la enorme reserva de divisas o el bajo endeudamiento de los estados.
Los extranjeros se han endeudado en 9 billones de dólares fuera de la jurisdicción estadounidense. Este es un aumento colosal con respecto a los US$ 2 billones en 2000. La abundancia crediticia y monetaria ha seducido a empresas asiáticas y latinoamericanas que pidieron prestado como nunca antes en dólares -a tasas reales cercanas al 1% - que son muy difíciles de devolver ahora que el ciclo monetario de Estados Unidos está por dar un giro, como ya lo muestra el fortalecimiento del dólar.
Las obligaciones con respecto a los acreedores de los países afectados se han incrementado en casi 20% en poco más de ocho meses. Esto afecta su capacidad de repago, algo que se produce en un momento en el que los ingresos fiscales de muchos de los deudores, por su carácter eminentemente exportador de materias primas de todo tipo, se están deteriorando de manera acelerada. Mientras tanto, la inflación que importan, consecuencia del desplome de sus divisas, aumenta las tensiones sociales y políticas internas, como ya estamos viendo en Turquía y Brasil.
Un ejemplo ilustrativo es la aerolínea brasileña Gol que se expandió enormemente en los años del boom de consumo en Brasil, cuando el real era la moneda más fuerte del mundo. Tres cuartas partes de su deuda está en dólares. Esto se ha convertido en una pesadilla para sus dueños en momentos en que el real está en caída libre, cayendo 14.5% con respecto al dólar desde comienzo de año y estando en su nivel más bajo desde junio de 2004. Los pagos de intereses sobre las deudas de Gol se han duplicado con respecto a su flujo de ingresos en Brasil. Los préstamos deben ser pagados o renegociados en un marco económico mundial mucho menos benigno. Situaciones como ésta o peores abren interrogantes sobre la viabilidad y posibles bancarrotas de muchas empresas en estos países endeudados.
¿Hacia un ciclo de convulsiones de la lucha de clases en los países semicoloniales?
Las crisis económicas que soportan los países periféricos desde 1982 tienen consecuencias sociales devastadoras. Su violencia destructiva tiene un alcance equiparable al colapso de 1930 en los principales países capitalistas en aquel entonces. En la década del 2000 y en las primeras fases de la crisis mundial, los países de la periferia evitaron estos escenarios catastróficos.
Si en los próximos meses y/o años estos terremotos económicos y sociales vuelven, la periferia capitalista podría volver a entrar en un ciclo convulsivo de la lucha de clases, como ha sido el caso desde la posguerra incluso en el periodo del “boom de posguerra” hasta comienzos de 2000 con la caída por la acción de las masas de los gobiernos neoliberales en varios países de América Latina.
A su vez, cualquier crisis en los llamados mercados emergentes tendría un impacto mucho más grave que la crisis financiera asiática de 1997-1998, porque estos mercados son mucho más grandes ahora y se encuentran mucho más integrados al sistema financiero mundial. Las ramificaciones serían particularmente graves si China tuviera un aterrizaje forzoso de su economía. La euforia de las bolsas de los países centrales podrían esfumarse como tan artificialmente se crearon.
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