El “teledebate” y las propuestas de López Obrador
25 May 2012 | En el debate del 6 de mayo entre los aspirantes a la Presidencia se mostró el carácter derechista y neoliberal de los candidatos del PRI, el PAN y el PANAL. Quadri, en particular, se atrevió a decir lo que priistas y panistas no dicen abiertamente en campaña: entre otras cuestiones, que hay que perfeccionar los cuerpos represivos, poniendo como el ideal a los … carabineros chilenos!!! Peña Nieto –el represor de Atenco– y Vázquez Mota, en tanto, se desgañitaron por evidenciar al otro/a como responsable de que no hubiera “acuerdos” en las reformas estructurales.
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López Obrador y sus propuestas
Por su parte López Obrador no dejó de mostrarse como un candidato responsable, nada radical y sosegado. Insistió en que quería ir “al fondo de las cosas”. Efectivamente, cuando se discute respecto a cómo transformar la situación de miseria que sufre el pueblo mexicano es fundamental plantearse “ir al fondo”.
Sin embargo, al momento de formular sus propuestas, estuvo lejos de explicar cómo resolver las demandas y aspiraciones del pueblo trabajador. Dentro de sus postulados, destacó la idea de lograr 6% de crecimiento del PIB y crear 7 millones de empleos. Esto junto a la reducción del precio de los hidrocarburos para incentivar la pequeña y mediana industria (contrastando con los “gasolinazos” del PAN) e impulsar el ingreso de 100% al sistema educativo para garantizar el primer empleo.
El impulso fundamental de esto sería un plan de austeridad basado en la reducción del presupuesto del estado y en particular de los sueldos de los funcionarios públicos. Estas propuestas seguramente despertaron el apoyo de muchos trabajadores y jóvenes, que sufren el desempleo y no pueden acceder la universidad.
Sin embargo, las propuestas de AMLO chocan con los efectos que la crisis de la economía internacional y EE.UU. y la subordinación del “modelo” productivo y comercial a Washington están teniendo sobre la economía mexicana, atada a los intereses de los capitalistas extranjeros y nativos.
Lejos de un crecimiento de la economía y del empleo, las consecuencias de la crisis implican un aumento del desempleo o, en su defecto, del trabajo precarizado, ya que la política de los capitalistas (incluidos por supuesto los empresarios que apoyan al tabasqueño, como Fernando Turner) es descargar la crisis sobre las espaldas obreras para preservar sus ganancias.
Esto que planteamos es la consecuencia de que el modelo de AMLO descansa en la idea de mantener lo esencial del régimen económico y social imperante: esto es, el creciente control de las transnacionales sobre la economía y un sistema basado en la propiedad privada y la explotación capitalista; por ello, cualquier plan de gobierno estará atado a los intereses de la clase dominante.
Sin duda, AMLO dirá que su plan se sostendrá en un recorte de los costos para los empresarios (con medidas como la baja del precio de los combustibles) y en las medidas de austeridad, pero eso es insuficiente para una economía como la mexicana en las condiciones mencionadas.
La propuesta de AMLO, en ese sentido, es utópica, ya que pretende que es posible mejorar sustancialmente las condiciones del pueblo sin atacar de raíz a los responsables de los padecimientos populares.
Un programa para el pueblo trabajador
Los socialistas consideramos que solo con un programa anticapitalista es posible revertir el curso de las políticas “neoliberales” que, basadas en la lógica de expandir las ganancias de los capitalistas y las transnacionales, tuvieron consecuencias nefastas sobre la economía nacional y sobre las condiciones de vida de la población.
Eso supone, en primer lugar, nacionalizar –bajo control de los trabajadores y sin indemnización– las áreas de la economía en manos del capital extranjero así como las empresas de servicios públicos entregadas al capital privado; junto a esto, el cese del pago de la deuda externa y la imposición de impuestos progresivos a las grandes fortunas, así como la expropiación de todos los que se beneficiaron de los rescates.
Estas medidas elementales proporcionarían –junto a la nacionalización de la banca, y el comercio exterior– los recursos iniciales para poner la economía a funcionar en pos de los intereses de las grandes mayorías. Mediante el reparto de las horas de trabajo entre empleados y desempleados, con un salario mínimo por encima de la canasta básica y actualizado de acuerdo con la inflación se garantizaría la creación de empleos, junto a un plan de obras publicas controlado por los sindicatos y la puesta en marcha de la planta productiva ociosa del país.
Acciones que irían acompañadas de la expropiación sin pago de toda empresa que se oponga a estas medidas, cierre o despida. Esto, acompañado de un programa para enfrentar la miseria y pobreza en el campo, basado en la expropiación de las agrobusiness y latifundistas, el reparto de tierras a los campesinos pobres y el otorgamiento de créditos baratos para los mismos.
Estas medidas son las que pueden garantizar la resolución de las demandas y aspiraciones del pueblo trabajador; y son muy distintas al programa de López Obrador, de corte burgués “antineoliberal”.
Los socialistas de la LTS sabemos que un programa como el que planteamos implica confrontar con la dominación imperialista y con el conjunto de la clase capitalista. Para imponerlo es fundamental desarrollar la movilización de las masas y construir un partido de trabajadores revolucionario que impulse esta perspectiva.
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