Entrada explosiva de la juventud en la lucha

29 Oct 2010   |   comentários

“En la escala de Richter de los movimientos sociales, los liceístas en la calle, es un nivel de alerta cercano a seis o siete”. Es Raymond Soubie, consejero sobre asuntos sociales de Sarkozy, quien lanzaba esta advertencia el 15/10, cuatro días antes de que decenas de miles de estudiantes liceístas y universitarios desfilaran junto a centenares de miles de trabajadores del sector público y privado.

La jornada de huelga y manifestación del 19/10 fue una prueba contundente de que la juventud ya está metida con todo en la lucha contra la reforma de Sarkozy, su política reaccionaria y racista y contra la burguesía francesa.

La semana pasada empezaron los bloqueos de liceos y esta semana se intensificaron, entre 380 y 850 liceos bloqueados sobre un total de 4.000 en toda Francia. También, en algunas universidades se votó el bloqueo en asambleas de varios cientos de estudiantes, lo que es un buen augurio. Los bloqueos son acompañados por manifestaciones diarias en varias ciudades de Francia y enfrentamientos con la policía. Particularmente en los liceos de los barrios populares periféricos de grandes ciudades, banlieues, donde se concentran las franjas más explotadas y oprimidas de los jóvenes, mayoritariamente inmigrantes o hijos de inmigrantes de las ex colonias francesas. Los enfrentamientos más serios se dieron en Nanterre, al Oeste de Paris, en Seine-Saint-Denis, en el Norte de la capital y en Lyon.

Mientras las provocaciones policiales con sus escudos, gases y matracas son responsables de buena parte de los enfrentamientos y disturbios, desde la prensa y el gobierno se lanzó una campaña odiosa contra los “casseurs” (vándalos). Este término, que retoman lamentablemente los sindicatos y partidos de extrema izquierda, se utiliza para separar a los liceístas supuestamente “buenos y responsables” de los ”elementos exteriores” que vienen de las cités y que hay que expulsar de las manifestaciones. Esta operación mediática apunta a desacreditar a los jóvenes liceístas y a desarticular su resistencia y evitar un escenario como en 2006 cuando, en la lucha contra el CPE, los jóvenes se unieron a los trabajadores y lograron hacer retroceder al gobierno.

Un malestar que va más allá de las jubilaciones

Mucho se debatió sobre la legitimidad de la presencia de los estudiantes secundarios en las manifestaciones contra la reforma… y ni que hablar de los bloqueos de los liceos. La burguesía y organizaciones de padres de estudiantes afines al gobierno, entre otros, se indignaron denunciando una manipulación y una simple voluntad de los liceístas de no ir a clases. Sin embargo, varias voces se elevaron para recordar que fue este gobierno que bajó la edad de inimputabilidad a 13 años. En ese sentido iba una bandera de liceístas que bloqueaban su colegio en la que se leía: “A los 13 años a la cárcel, a los 16 irresponsable, a los 25 desempleado, a los 70 muerto… en el trabajo”.
Pero la realidad es que la reforma del sistema jubilatorio hizo saltar otras preocupaciones más profundas que se encuentran latentes en la juventud en Francia. Es que esta generación es la primera que, con seguridad, entendió que vivirá peor que la de sus padres.

Hoy en día en Francia el desempleo entre los jóvenes activos de 15 a 24 años es de 25%; en esta estadística no se tiene en cuenta a la juventud escolarizada ya que no se la considera como “activa”, sin embargo 75% de los 2,2 millones de estudiantes universitarios ejerce una actividad remunerada. Finalmente, 12% de los jóvenes de 15 a 29 años ni estudian, ni tienen un empleo2. A estos datos hay que sumar otras dificultades como el acceso a la vivienda: “de 1996 a 2009, los €ingresos disponibles por hogar aumentaron 34%, mientras que al mismo tiempo los precios de las viviendas aumentaron 130%. (Le Monde, 15/10).

De este modo, la reforma de las jubilaciones que es fundamental para la competitividad del capitalismo francés y que se hace, como no podía ser de otra forma, a costa de los trabajadores, aparece ante los jóvenes como una precarización suplementaria que deberán sufrir al fin de sus carreras. Es esto lo que explica la entrada explosiva de los liceístas y de los jóvenes de los barrios populares en el movimiento. Y las manifestaciones más o menos agresivas de una franja de esta juventud, lejos de ser una simple manifestación de delincuentes, refleja a menudo el único modo de expresión que ésta encuentra. Este problema de la juventud que siente que no tiene futuro es una cuestión que va más allá de la reforma de las jubilaciones y del gobierno de Sarkozy, es una amenaza permanente para la estabilidad y la paz social burguesa en Francia. Los revolucionarios debemos tener una política que tienda a unificar la lucha de esta juventud oprimida y la de los trabajadores para frenar los ataques de la burguesía francesa, como el actual a las jubilaciones, que le permita al proletariado recuperar fuerzas para pasar a la ofensiva en una alianza con otros sectores oprimidos de la sociedad. En Seine-Saint-Denis, la región situada inmediatamente en el Norte de la capital, que concentra las desigualdades más importantes en el territorio nacional, los liceístas entraron con todo en el movimiento. Muchos bloqueos fueron de una extrema violencia. La vanguardia movilizada que se reunió el 20/10 en Asamblea para dar continuidad a las marchas del viernes y del martes adoptó un volante común (disponible en www.ft-ci.org) llamando a la unidad obrera-estudiantil en contra del gobierno. Este es el camino que hay que seguir.









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