Brasil
“Es sólo el comienzo”, es el grito de las calles
16 Jul 2013
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Marcelo Torres – trabajador del transporte y militante de la LER-QI
El país parecía ser una isla de estabilidad en un mundo cada vez más convulsionado por la crisis económica. No lo era. La chispa fueron los aumentos del precio del transporte, que en Brasil son de los más caros y precarios del mundo. La juventud salió en las calles con manifestaciones de algunos pocos miles que ganaban apoyo. Primero fue Porto Alegre. Pero cuando en San Pablo las manifestaciones fueron duramente reprimidas por la policía, las masas salieron a las calles y obligaron a la baja generalizada de los pasajes en todo el país. Vencemos, se habla en las calles. Pero “es sólo el comienzo”, “el pueblo despertó”, son los gritos que anuncian lo que se viene. Vivimos días históricos que están cambiando muy profundamente el país. Las analogías son con las grandes movilizaciones por las “Elecciones directas ya” en 1984 o con las de antes del golpe de 1964. No se habla de otra cosa. El pueblo ahora confía en la fuerza de las movilizaciones, lo que el PT había sacado de la conciencia de las masas para llevar todo hacia las instituciones del régimen. Cada uno sale en las calles con sus demandas, teniendo como ejes la mejoría y baja de los precios de los servicios públicos y contra la corrupción. Los trabajadores y el pueblo ven a los estudiantes y jóvenes como sus verdaderos representantes y no los políticos corruptos. La Copa de las Confederaciones inflamó aún más los ánimos, justo en lo que parecía ser el país del futbol, debido a que lleva gastos públicos siderales mientras el pueblo sigue con migajas. Junto con el humo de las barricadas se evaporó el estereotipo del país del futbol, del carnaval, del pueblo pasivo. Somos ahora el país de las manifestaciones de decenas y centenares de miles en las principales capitales del país. El país donde se copa el palacio del gobierno central en Brasilia que se suponía que nunca iba a ser palco de manifestaciones como las que se dan ahora, pues fue construida lejos de los grandes centros justamente para evitar eso. El país de los cortes de calle, de manifestaciones en decenas de ciudades todos los días. El país de los enfrentamientos con la policía, que si bien aún son minoritarios y en algunos lugares son hechas por provocadores e infiltrados, en muchos son protagonizadas por los sectores más explotados de la juventud que quiere arrancar su futuro con la lucha y no soporta más ser reprimida por una de las policías más asesinas del mundo, verdaderos genocidas de la juventud negra. Los gobernantes no saben qué hacer. Intentan pararnos con la represión, con centenares de presos y heridos y 5 muertos, pero no logran. Se abrió una nueva etapa.
La juventud es la principal protagonista de las protestas esencialmente espontáneas y organizadas por las redes sociales. Considerando las confirmaciones de las manifestaciones en Facebook, en 13 días hubo más de 3 millones de personas en las calles de más de 600 ciudades en todos los estados. Se sabe que no fueron todos esos que efectivamente salieron a las calles, pero seguramente ya fueron más de 1,5 millones de personas, sobre todo jóvenes, con millones más que manifiestan su apoyo de miles de maneras y en las encuestas que muestran 75% de apoyo.
Sobre todo a partir de San Pablo y Río de Janeiro, pero más de conjunto en las grandes ciudades, la juventud de clase media mantiene hegemonía sobre el proceso. Pero cada día que pasa entran en las movilizaciones sectores de trabajadores, sobre todo los jóvenes, aunque individualmente y no como clase, debido al control de las direcciones burocráticas que defienden los gobiernos y constituyen un sostén del régimen. También los sectores populares se incorporan. Es justamente esa hegemonía de las clases medias que abre espacio para que los gobiernos, sectores de derecha y los grandes medios de comunicación –en pánico y sin saber cómo controlar las movilizaciones porque no tienen una dirección y demandas claras que unifiquen– intentan instrumentalizarla, cambiando el discurso pasando de tratar como vándalos a manifestantes legítimos, haciendo una gran campaña contra los partidos y organizaciones de izquierda intentando aislarlas y intentando que las demandas se concentren en la lucha contra la corrupción y contra el PT. Pero es muy difícil que lo logren. El PSDB paulista, el que podría ser el referente de derecha que capitalizara el descontento, es el que más reprimió y también es odiado por muchos sectores. El PT, recurriendo a lo mismo que todos los gobiernos latinoamericanos supuestamente progresistas, mientras gobierna el país con gran parte de los sectores más conservadores, quiere pintar como si estuviera siendo orquestado un golpe, y llama a un frente contra la derecha para intentar que la izquierda los defienda. Lo peor es que viene teniendo éxito. El PSOL y el PSTU prefieren entrar en esa campaña petista, en esa farsa, para esconder su impotencia en ligarse con el movimiento de masas y disputar la hegemonía con la derecha y la burguesía.
Nosotros, como una cuestión de principio, estuvimos junto a la izquierda defendiendo su derecho de levantar nuestras banderas en las manifestaciones y vamos a seguir haciéndolo, pero nos negamos a adaptarnos al aparatismo y electoralismo de la izquierda y a entrar en ese delirio de un supuesto golpe que demandaría un “frente único antifascista”. Tenemos una gran confianza que se puede organizar una corriente de centenares y miles de jóvenes que adopten un programa que responda de raíz la insatisfacción de las masas con el régimen y las condiciones de vida. Ésa es la pelea que hay que dar. Ésa es la forma de aislar a la derecha, no aliándose al PT. Tenemos confianza en la juventud que está saliendo en las calles y queremos ser miles que presenten un programa capaz de ganar a amplios sectores y que apunte hacia la alianza con los trabajadores, que antes de todo eso ya venían en el mayor ascenso de huelgas desde 1991 y ahora quieren ir por más junto a la juventud. Es con ese objetivo que venimos interviniendo desde la LER-QI, junto a decenas y decenas de independientes de la agrupación Juventude ás Ruas (Juventud a las Calles) en San Pablo, Río de Janeiro, Minas Gerais y otras ciudades. Luchamos por organizar a miles en las marchas y a partir de los locales de estudio y trabajo, con un programa que, partiendo de poner en primer plano la liberación de nuestros pesos políticos y el fin de los procesos, responda a la necesidad de transporte, educación y salud pública de calidad, lo que para nosotros sólo puede darse en base a la reestatización de las empresas privatizadas, sin indemnización, y bajo control de los trabajadores y usuarios. Dicen que no hay dinero, pero decimos que habrá si se bajan los sueldos de toda la casta parasita corrupta del país del poder ejecutivo, legislativo y judiciario igualando al de un maestro, sumado a impuestos progresivos a las grandes fortunas. También no vamos a soportar más que los gobiernos, junto con los sectores más reaccionarios de las iglesias evangélicas y católicas impidan que se avance en los derechos democráticos LGBTT. ¡Vamos arrancar nuestros derechos!
¡Las calles son nuestras, vamos por más con la alianza de la juventud con los trabajadores y el pueblo!
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