Explosión en Pemex, asesinato de la patronal

28 Feb 2013   |   comentários

Explosión en Pemex, asesinato de la patronal

Óscar Castillo

La tarde del 31 de enero pasado, los trabajadores y las trabajadoras de México nos vestimos de luto. De nuevo, los trabajadores de Pemex sufrieron las consecuencias de la desidia de las autoridades de la paraestatal: la “falta de mantenimiento” (según la versión oficial) en su edificio administrativo más importante ocasionó la muerte de 37 personas y más de 100 heridas, la gran mayoría de ellas trabajadoras y trabajadores de la empresa.
La explosión en el sótano del edificio B2 de la torre de Pemex, según las autoridades, se debió a una concentración de gas detonada por una chispa. Esto fue puesto en duda por los expertos debido a que se necesitaría una concentración muy grande de gas para ocasionar una explosión de tal magnitud y además tal concentración sería perceptible mucho tiempo antes de la tragedia (La Jornada, 7/2/2013).

No quedan muchas cosas no se sabrán sobre la explosión mientras las riendas de Pemex sean tiradas desde una administración corrupta representada por el gobierno federal en turno y la dirección de sindicato.

Los responsables

Como patrón el gobierno federal tiene la obligación de garantizar óptimas condiciones de seguridad a sus trabajadores. Es una contradicción (resultado de la lógica capitalista imperante en Pemex) que en la empresa que sostiene la economía mexicana, ni sus trabajadores de alto riesgo ni sus administrativos tengan la garantía de llegar sanos a casa tras la jornada laboral.
El gobierno federal no perdió esta oportunidad para continuar con su campaña por la privatización de Pemex. Argumentó que el ingreso del capital privado (sobre todo extranjero) permitiría a la empresa, obtener tecnología de punta para optimizar el proceso de producción del petróleo. El Estado mexicano servil al imperialismo busca a toda costa aprobar una reforma energética que le permita ofrecer a Pemex al mejor postor, el capital imperialista, que continuará y profundizará las condiciones de explotación e inseguridad laboral de los trabajadores.

También es responsable de estas muertes la corrupta dirección del sindicato petrolero, que recibe sumas cuantiosas por solapar las fraudulentas maniobras de las autoridades.

Los accidentes, parte del trabajo

Del 2001 al 2010 se han reportado por lo menos 23 accidentes que han tenido diversas consecuencias, como desastres ecológicos, heridos y muertos (El Universal, 22/12/2010). A éstos se suma el de 18/9/2012 en Reynosa, Tamaulipas donde al menos 26 personas murieron en la explosión de un gasoducto.

Ante los “accidentes” resultado de la negligencia del estado, hay que impulsar el juicio y castigo a los responsables materiales e intelectuales de los mismos. Para garantizar la seguridad laboral es necesario que los propios trabajadores organizados fiscalicen el estado de toda la infraestructura, definan las necesidades de inversión en mantenimiento y, con la lucha y la movilización, le arranquen a las autoridades de la paraestatal y al gobierno los fondos necesarios para conservar en buenas condiciones todos sus lugares de trabajo. El gobierno ya ha mostrado que su único interés es impulsar la privatización. Son los trabajadores de Pemex los únicos que pueden garantizar que el curso de la empresa responda a sus intereses y los de las grandes mayorías de México, por eso hay que luchar por el control y la administración obrera de la industria, a manos de los trabajadores organizados democráticamente.
Hoy más que nunca, es necesario que los trabajadores y las trabajadoras de Pemex digan basta, que se organicen desde las bases para enfrentar el ataque privatizador del gobierno y las grandes transnacionales y echar abajo a la traidora burocracia sindical (ligada al gobierno en turno). Para esto hay que democratizar el sindicato, para que sea una herramienta de lucha que frene las muertes de trabajadores y la privatización de la industria energética.
Toda la clase obrera mexicana, los jóvenes, los campesinos pobres y los pueblos originarios debemos rodear de solidaridad a las trabajadoras y los trabajadores de Pemex. El ataque contra ellos es parte de la ofensiva patronal, como la reforma laboral y la reforma educativa. Tocan a uno, tocan a todos.









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