Frenemos el ataque con la movilizacion y la huelga nacional
18 Feb 2008
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Por: Mario Caballero
La manifestación del 31 de enero, donde cerca de 200,000 personas ocuparon el Zócalo de la ciudad de México, y en la cual participaron cientos de organizaciones campesinas y obreras (como el STUNAM, el IPN, el INAH, del IMSS, del SME, Mineros y telefónicos), muestra que hay condiciones para enfrentar el ataque de Calderón y el FMI, para lo cual es necesario desarrollar la movilización y preparar el terreno para la huelga nacional.
Con la llegada de los empresarios panistas al poder, se profundizó la pobreza de la clase trabajadora y la pérdida de derechos laborales y sindicales. Son casi ya 30 años de esta ofensiva iniciada por el priato y profundizada por el «gobierno del cambio»; medidas impulsadas en contubernio con organismos patronales como la Coparmex y la pro-patronal Secretaría del Trabajo. Ahora, los patrones y el gobierno negocian con la Cámara de Diputados la aprobación de una reforma laboral netamente patronal (avalada por las viejas direcciones charras del Congreso del Trabajo) que, si las organizaciones obreras y populares no frenamos, será uno de los golpes más duros de las últimas décadas, pues limitarán más el derecho de huelga y un conjunto de ataques a los derechos de los trabajadores. Al mismo tiempo, en los sindicatos crece la intromisión del gobierno en su vida interna, como la persecución al sindicato minero. Para ello vulnera los contratos colectivos de trabajo y, el derecho de huelga, como en Mexicana de Aviación y en Cananea), y ataca a las direcciones sindicales antiburocráticas que, como en General Tire y Vidriera del Potosí, enfrentan despidos significativos- para poner en su lugar a dirigentes pro-patronales. Este ataque se profundiza por las repercusiones del TLC sobre los pequeños productores y la miseria de los campesinos pobres y jornaleros agrícolas. Mientras tanto, Calderón, el PAN y el PRI preparan la «reforma energética», para entregar PEMEX a las grandes trasnacionales. Medida que significaría –junto con la pérdida de la soberanía energética, volver a las condiciones que vivían los trabajadores en las empresas extranjeras antes de la expropiación petrolera de 1938.
La Gran Movilización del 31 y las tareas contra «los de arriba»
Ante este ataque patronal y pro-imperialista, el 31 de enero se dio la masiva movilización que las organizaciones del campo y los sindicatos, realizaron el 31 de enero contra el TLC en la ciudad de México y en varios estados (aunque entre esas organizaciones, había algunas que aprobaron el TLC y la reforma al artículo 27), mostrando que el «México bronco» está despertando en medio una nueva etapa de la lucha de clases donde, si los sectores oprimidos y explotados, y la clase media rural perjudicada por los grandes exportadores junto a los millones de campesinos, sin tierra enfrentamos decididamente los planes neoliberales (convocando a los trabajadores precarizados y a los desempleados y despedidos del campo y la ciudad), podemos frenar la ofensiva antipopular. Una de las lecciones de esta movilización es la potencialidad de la unidad del movimiento obrero y popular en las calles. Por eso el gobierno y sus «plumas» han salido a minimizar los alcances desastrosos del TLC. Es necesario avanzar en este nuevo periodo de la lucha donde, hace años que el descontento campesino no empalmaba con los trabajadores de la ciudad originando tendencias a la unidad y mostrando que existe una recomposición y disposición a la lucha entre los trabajadores y el pueblo. Este descontento se está expresando-todavía incipiente- en luchas antiburocráticas en los sindicatos como el SITUAM y el STUNAM o en sectores del movimiento obrero industrial, como el caso de Vidriera San Luis, Continental Tire, Minera San Xavier y la fábrica Gamesa. O con el aumento salarial de 9 por ciento y 3.5 en prestaciones, arrancado por los mineros de las secciones sindicales tres y 259 de Pachuca, Hgo. y Palau, Coahuila a la patronal Altos Hornos (mostrando que se puede superar los topes salariales por un margen mayor al que se viene aceptando por varios sindicatos).
Todo esto es continuidad de de los procesos iniciados en los últimos meses contra las medidas del gobierno, los patrones y los partidos del Congreso. Pues, sectores de trabajadores comienzan a movilizarse, retomando el camino de lucha marcado por la Comuna de Oaxaca» y las luchas obreras del 2006: como lo fueron la movilización de los trabajadores mineros (que inició con la lucha de Sicartsa en el 2006 que enfrentó las balas de la policía del perredista Lázaro Cárdenas Batel), y el paro nacional de más de 100 mil trabajadores, así como las huelgas de las minas de «La Caridad» y «Cananea», son un indicativo del potencial combativo de la clase obrera. Igual papel desempeña el magisterio de la CNTE en el rechazo a la ley del ISSSTE y contra el charrismo de la oficialista Elba Esther. Junto con el paro de seis meses de la sección 22 contra el gobierno de Ulises Ruiz en Oaxaca, expresan el punto más alto de respuesta a los planes del gobierno y el viejo aparato charro. Y es que, la situación de «los de abajo» se agravará más en los siguientes meses debido a las repercusiones de la dependencia de la economía mexicana respecto de la norteamericana que ya entró en recesión. ¡Enfrentemos el TLC y el ataque sobre las condiciones de vida y de trabajo de obreros y campesinos! ¡Que la crisis la paguen los patrones!
Por lo que, ninguna tregua o medida que lleve a frenar la movilización, o llame a evitar «radicalismos», debe bloquear este ánimo de lucha contra los planes neoliberales. El reto que tenemos los trabajadores, es superar las trampas de las direcciones más proclives a la negociación con el gobierno (como la priísta CNC y las que negocian por separado, o la UNT que quiere ser incluida en las negociaciones de la reforma laboral del gobierno), pues tratarán de desactivar la movilización para sacar raja de sus pactos. ¡No debemos permitirlo!
Coordinemos las luchas para preparar la huelga
Es necesario lograr la mayor unidad de los trabajadores del campo y la ciudad, y unificar las demandas de todas las fuerzas que luchan contra los planes y la entrega del país al imperialismo, o contra la violación a sus derechos (comunales, ambientales, servicios, etc.) para potenciar la fuerza de millones de trabajadores. Pero esta unidad puede ser efectiva, si se da de manera independiente de las negociaciones que comprometan la movilización y de cualquier pacto que pretenda desactivar el descontento. Tampoco deben ser las demandas de los trabajadores, usadas para fines electorales, ni subordinadas a partidos como el PRD, que llaman a confiar en la acción de instituciones como el Congreso (el que prepara la entrega de PEMEX y la nueva ley laboral, y aprobó el alza a la gasolina). La independencia de clase es la base para la reorganización de la clase trabajadora. La necesaria unidad no puede basarse en otorgarle un «cheque en blanco» a las direcciones (como la burocracia rural) que tratarán de aprovechar el descontento en el campo para negociar prebendas con el gobierno, en perjuicio de los campesinos pobres y sin tierra. Necesitamos una coordinación combativa e independiente para frenar la explotación y la miseria.
Hay que unir y coordinar todas las luchas, haciendo crecer la movilización y la organización, pues para que triunfen, ninguna lucha debe quedar aislada. Por eso es importante apoyar a los sindicatos que han emplazado a huelga por revisión salarial (como Mexicano de Electricistas, STUNAM), u otros que ya estallaron su movimiento (como el SITUAM, el sindicato de la Universidad Veracruzana. Así como apoyara a los combativos trabajadores de Industrias Ocotlán y Vidriera del Potosí, que viajaron al DF para exigir solución a sus justas demandas. Tenemos que rodear de solidaridad de clase a estos sindicatos.
Es hora de pasar de los pronunciamientos a las acciones efectivas para frenar el ataque del gobierno. En primer lugar, hay que impulsar una Coordinación Nacional de Lucha que agrupe a los sindicatos, organizaciones campesinas y populares y movimientos sociales, que vote -en base a delegados representativos y elegidos democráticamente en sus sectores-, audaces planes de lucha anticapitalistas. Para hacer real esa coordinación, las organizaciones campesinas que se están movilizando, junto a sindicatos como el SME, la CNTE, y los demás que se movilizan este 31/1, deben convocar a un gran Encuentro Nacional de Organizaciones. En ese Encuentro, los trabajadores del campo y la ciudad podemos discutir un programa común y un plan de lucha, que tenga como primeros puntos la lucha contra la entrega de PEMEX y por echar abajo el TLC, y que avance hasta la preparación de la huelga nacional que pare la ofensiva patronal y pro-imperialista.
En ese sentido, el Quinto Diálogo Nacional, que integra a distintas organizaciones, si realmente quiere enfrentar al gobierno y sus planes, debe pugnar por una unidad combativa que no comprometa la independencia política de la clase obrera y el movimiento de masas.
Para enfrentar el ataque, hay que preparar una gran huelga nacional, que hace muchas décadas no realiza la clase trabajadora mexicana, que paralice la industria, los servicios y el campo, y que sea organizada en base a asambleas de base representativas. El SME y las demás organizaciones del Dialogo Nacional, la CNTE así como la UNT y otros sindicatos que se pronunciaron contra los planes de Calderón, tienen que demostrar su disposición y poner todos sus recursos para garantizar la preparación de la misma. La huelga anunciada para marzo puede ser una oportunidad para eso.
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