Gobierno y narco: una asociacion “delictuosa”
23 Oct 2014
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Oscar Castillo
A través de la historia la asociación de los distintos cárteles del narcotráfico con el gobierno mexicano siempre ha existido. No se puede entender la existencia del narco y el aumento de su poder sin que haya funcionarios de distintos niveles cómplices de ellos.
El gobierno mexicano no sólo ha recibido beneficios económicos proveniente de los sobornos del narcotráfico: también ha utilizado a los cárteles para distintos fines políticos en la historia. Uno de los casos más conocidos, debido al impacto internacional, fue el vínculo que estableció la CIA en la década de los ’80 con el cártel de Guadalajara dirigido por Caro Quintero (hoy en libertad).
El cartel de Guadalajara se encargó por órdenes de la CIA de entrenar y dotar de armas a la Contra nicaragüense en contra del gobierno sandinista de esos años, que provocó una guerra civil en Nicaragua que duró décadas y dejó miles de muertos en ese país. Distintos testimonios señalan directamente al ex presidente Luis Echeverría y al ahora diputado por el PT, Manuel Bartlett, de tener relación directa y ocupar como sicarios al cártel de Caro Quintero.
El uso político del narco
En la actualidad, después de la “guerra contra el narcotráfico” que desató el gobierno de Calderón y de más de cien mil muertos como consecuencia, los gobiernos locales de varios estados mantienen una relación directa con el narcotráfico, utilizándolos para mantener el control sobre distintas comunidades, manteniendo el miedo para evitar que los sectores oprimidos se organicen.
En Ciudad Juárez la “delincuencia organizada” ha sido persecutora de las distintas organizaciones democráticas, como las madres que piden se esclarezca las desapariciones o asesinatos de sus hijas. En distintos municipios y comunidades rurales mantienen el control y cobran cuotas a los comercios para poder seguir con sus actividades.
Uno de los casos más recientes fue el que propició la aparición de las autodefensas en Cherán donde la “delincuencia organizada” talaba ilegalmente los montes con el solapamiento de la autoridad.
El narco ha sido peón de batalla del gobierno durante décadas, utilizándolo como grupos paramilitares o de choque en contra de distintos sectores de la población. Es el caso de los normalistas de Ayotzinapa en donde fueron los sicarios, en complicidad con la policía municipal, quienes ejecutaron la masacre de Iguala. Como respuesta a las detenciones que hubo, el cártel “Guerreros Unidos” anunció que publicarían sus relaciones con todos los funcionarios del gobierno con los que están coludidos.
Esta asociación entre las instituciones y el narco es muestra de los elementos de la descomposición del estado capitalista y del carácter reaccionario de sus instituciones. Muestra que los partidos burgueses, lejos de poder resolverlo, son cómplices e impulsores del poder del narco. Por eso, la única salida de fondo para poner fin a estos crímenes abominables, es acabar con este sistema de explotación y opresión.
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