Después de las movilizaciones del magisterio de Oaxaca

HAY QUE RETOMAR LA LUCHA EN LAS CALLES CONTRA EL GOBIERNO Y SUS PLANES

05 Mar 2011   |   comentários

La brutal represión de las policías federal y estatal a los maestros e integrantes de la APPO en Oaxaca, evidenció el carácter reaccionario de la alianza electoral entre el PRD y el PAN, que llevó al triunfo del “opositor” Gabino Cué como nuevo gobernador de la entidad.

Como uno de los sus primeros actos de gobierno, y a pesar de sus promesas de cambio y del aval de López Obrador, Cué se “tomó la foto” con Calderón, el mismo que envió a la PFP, sostuvo al siniestro ex gobernador priísta Ulises Ruiz y le garantizó impunidad, luego de la heroica lucha de la APPO en 2006.

El repudio de los maestros y el pueblo oaxaqueños a este gesto de colaboración entre el gobernador y el ejecutivo federal no se hizo esperar, como tampoco la represión al estilo priísta. El mensaje de la “alternancia” es claro, que las siglas y los personajes partidistas cambien para que todo siga igual: hambre para el pueblo y represión a los que luchan.

En Guerrero, la alianza entre el PRD y el PAN logró imponer a un ex priísta para sustituir al derechista Torreblanca. A su vez, se rumora que en Baja California Sur la cúpula del PRD negoció con el PAN la derrota de su propio partido, que en la entidad quedó completamente en crisis. Pero la “joya de la corona” será la elección en el Estado de México. En el PRI las corrientes se disputan quién será su candidato para suceder a Peña Nieto. Y, al momento de escribir estas líneas, en el PRD todavía no se ponen de acuerdo sobre una posible alianza con el PAN; en tanto que, en “protesta” por esto, López Obrador ha solicitado “licencia” de ese partido. Esto abrió una crisis interna de consecuencia imprevisibles, que enfrenta a los más pro-calderonistas con quienes rechazan el acuerdo con el panismo. El “aliancismo” del PRD es la consecuencia de su carácter de clase patronal, que se expresa por ejemplo en medidas como el anuncio de la privatización del agua en el DF. Y de su oposición a la movilización de los trabajadores y el pueblo contra el gobierno, quien ahora se transformó en su aliado en varios distritos; estas alianzas sólo fortalecen al represor y asesino gobierno de Calderón. Es importante alertar que aun quienes se oponen a los acuerdos con el PAN, como López Obrador y que buscan preservar al PRD como “oposición”, no pueden proporcionar una real alternativa para los trabajadores: AMLO fue el principal apoyo de Cué en Oaxaca, y, más allá de sus críticas al neoliberalismo, no impulsa un programa para enfrentar y derrotar, en las calles, los planes de hambre, miseria y explotación.

Los pactos entre “derecha” e ´”izquierda” y las divisiones al interior de los partidos, con candidatos tránsfugas que saltan de uno a otro de la noche a la mañana, muestran la disputa que está librando la “clase política” hacia la elección presidencial del 2012, con la que busca un nuevo reparto del poder y desviar el descontento popular a una salida institucional. Si las pugnas se vuelven más estridentes, pueden enturbiar el escenario político y contribuir a deslegitimar el proceso electoral, añadiendo elementos de inestabilidad a la ya conflictiva situación nacional.
A este entramado son ajenos los trabajadores, aunque se hable a su nombre y las direcciones sindicales ofrezcan votos de la clase trabajadora como moneda de cambio.

Se evidencia que, más allá de diferir en la forma y los ritmos, todos los partidos tienen acuerdo en hacer avanzar los planes neoliberales y sostener al régimen de la “alternancia”. Así, Calderón continúa con la militarización del país y permite que agentes extranjeros operen abiertamente en territorio nacional, mostrando su subordinación a EE.UU.; el viejo PRI se apresta a “volver por sus fueros” en el 2012, encolumnándose tras Peña Nieto; y los gobiernos “progresistas” de Sabines en Chiapas, Ebrard en el D.F. y ahora Cué en Oaxaca, reprimen por igual a indígenas, vecinos y maestros, para favorecer a caciques, constructoras, mineras y trasnacionales. El PRD, con alianzas o sin ellas, defiende la estabilidad de los negocios capitalistas y no representa los intereses de los trabajadores electricistas ni de los sectores que sufren la explotación, la opresión y la antidemocracia de esta “democracia para ricos”.

Subtítulo:
Retomar la movilización obrera y popular

Texto:
Las movilizaciones de repudio a Calderón y contra la represión en Oaxaca, agitaron el fantasma de la “comuna de Oaxaca” del 2006, que puso en jaque al gobierno priísta. En un contexto de crisis económica, carestía, descomposición social, desprestigio y ataques del gobierno, no pueden descartarse nuevas rebeliones que atenten contra la estabilidad del régimen de la “alternancia” y que ahora en algunos estados tendrían que enfrentarse a los gobiernos “del cambio”.

Los electricistas en resistencia junto con otros gremios volvieron a las calles. El SME y los mineros acordaron aliarse para discutir y movilizarse conjuntamente en defensa de sus intereses. El descontento popular y obrero puede lograr una mezcla explosiva que oponga una resistencia efectiva a los planes del gobierno, contra la carestía, los despidos y en defensa de los sindicatos, por ejemplo.

Pero para ello los trabajadores necesitamos movilizarnos por nuestras propias demandas con independencia de clase, delimitándonos claramente de todas las variantes patronales, evitando que nuestra fuerza social sea desviada hacia el apoyo electoral a algún proyecto patronal.

Desafortunadamente, la dirigencia de algunos sindicatos como el SME, compromete el prestigio de la lucha electricista coqueteando con un eventual apoyo a Peña Nieto (ver artículo). En tanto que, en una actitud conciliadora, la dirigencia de los maestros de la Sección 22 declaró que no es momento de confrontarse con el “gobierno del cambio” en Oaxaca, sembrando expectativas en la “alternancia”.
Pero la polarización social existe por la ofensiva sobre los trabajadores y los más elementales derechos democráticos de la población, y en particular de las mujeres y la juventud. Llamar a no “confrontarse” nos desarma y sólo sirve al gobierno y los patrones. Mientras las direcciones sindicales sigan echando “agua al fuego” para no “violentar” el régimen hambreador y antidemocrático, la clase trabajadora estará maniatada para luchar.

En vez de esto, hace falta retomar la movilización en las calles, al mismo tiempo que avanzar en construir una herramienta política de los trabajadores. En ese sentido, ante la iniciativa para conformar una Organización Política Nacional que propuso la dirigencia del SME, pugnamos porque la misma se base en la independencia organizativa y política respecto a los partidos y candidatos patronales, y adopte un programa obrero para enfrentar la crisis. De esa forma, para los socialistas revolucionarios de la LTS, podría ser un paso progresivo en el camino de construir un partido revolucionario de los trabajadores, que luche por un gobierno obrero y campesino, el único que puede comenzar a dar una salida de fondo a nuestras demandas.
Seguir el camino de los trabajadores y pueblos de Túnez, Egipto y Libia es retomar la movilización obrera y popular para derrotar de una vez por todas a los responsables –el gobierno de Calderón y los partidos del Congreso– de la explotación, la miseria y el recorte de las libertades democráticas.









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