Frente a la política impotente de las direcciones sindicales
Hay que organizar la resistencia contra los planes del gobierno
28 Feb 2013
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Enrique Peña Nieto empezó su gobierno con pobreza, autoritarismo y golpes al movimiento obrero y la juventud. Continúan los planes que los gobiernos anteriores del PRI y el PAN –con la complicidad del PRD– impusieron desde hace décadas a los trabajadores, y que el “nuevo PRI” pretende perpetuar al servicio de los patrones nacionales y extranjeros.
Con la reforma laboral semiesclavista aumentó 7.9 % el número de trabajadores sin prestaciones, el empleo temporal a 11.9 %, y el desempleo 2.1 %, como revela el estudio del Centro de Investigación en Economía y Finanzas del Tecnológico de Monterrey (“México S.A.” de Carlos Fernández Vega, La Jornada, 13-02-13). La supuesta fortaleza macroeconómica que pregonan el gobierno y el Banco de México está basada en el aumento de productividad en base a la explotación (aumentada con el trabajo precario) y el desempleo. Las cifras altas de inversión anunciadas tienen un elevado componente de capital especulativo y nada tiene que ver con una mejoría de la vida de los trabajadores, ni con un fortalecimiento cualitativo de la planta industrial –que tuvo una caída anual de 1.1 % en diciembre pasado, según datos del INEGI (La Jornada, 13-2-13).
Al servicio de estos planes, Peña Nieto le propuso al PAN, el PRD y las otras fuerzas del Congreso, el “Pacto por México” procurando la estabilidad política y el consenso entre los de “arriba”. Lo que se busca es un salto significativo en el avasallamiento de los derechos laborales, humanos y sociales de las masas trabajadoras. La clase dominante con el PRI al frente y el apoyo del Congreso preparan reformas como la energética, que intenta privatizar la industria petrolera. O como la reforma educativa, que busca quebrar la resistencia de uno de los sectores –el magisterio democrático– que viene enfrentando los dictados del Banco Mundial y el FMI para la educación. El PRI quiere imponer una derrota estratégica a los sindicatos en general y al de maestros en particular. En esta ofensiva se inscribe el reciente fallo contra el SME, que busca aleccionar a los trabajadores que quieran salir a luchar, proponiéndole al mismo tiempo a este sindicato una negociación política en Gobernación para acordar una salida muy distinta a sus demandas originales, con lo cual se muestra de qué lado está la justicia para ricos. Todo esto enseña el carácter anti-obrero del PRI y el rol reaccionario que juegan las instituciones como el Congreso de la Unión.
La traición del charrismo y la política impotente de los “opositores”
En gran parte, esta ofensiva anti-obrera se viene imponiendo con la complicidad de la burocracia sindical “oficialista”. Por eso, la “transición política” del año 2000 preservó el aparato sindical charrificado como sostén de del nuevo régimen político. La burócrata Elba Esther Gordillo –quien fuera el ariete sindical de los anteriores gobiernos priístas y panistas contra los trabajadores de la educación– protestó “simbólicamente” contra aspectos de la reforma educativa que afectan su control sobre la bilateralidad en la contratación y la inmovilidad de los trabajadores, lo cual significan cotos de poder político para el SNTE. Mientras tanto, deja pasar el ataque a los maestros, pretendiendo negociar con el gobierno para posicionarse mejor ante el “nuevo PRI”.
En este marco, las centrales “opositoras” como la UNT –que se pronunciaron contra la reforma laboral– priorizaron la estrategia basada en los amparos ante los tribunales, cuando fueron éstos los que desecharon los recursos legales contra las reformas a la leyes del IMSSS y el ISSSTE y contra la liquidación de Luz y en lugar de poner sus recursos al servicio de organizar la resistencia de manera combativa.
Una respuesta a la medida del ataque anti-obrero
Este ataque generalizado busca transformar las relaciones entre las clases a favor de los de arriba, y por eso requiere la más amplia respuesta unitaria de todos los trabajadores, junto a los sectores populares, los campesinos y la juventud combativa. Lamentablemente, las direcciones sindicales que se reclaman democráticas y opositoras, que podrían impulsar la lucha contra el gobierno, infunden en sus bases la idea de que no se puede derrotar el ataque, y convocan a centrar nuestras fuerzas en impotentes recursos de amparo y en acciones judiciales. Esto, mientras nos llaman a esperar que el reaccionario Congreso de la Unión legisle a favor nuestro, como propone la UNT a través del Frente Amplio Social. Aunque opinamos que no se deben desdeñar los recursos legales, éstos deben estar subordinados a la movilización en las calles: centrar las fuerzas en los tribunales nos sume en la impotencia y es un error grave que sólo puede desmoralizar a los trabajadores, al confiar en que esos mecanismos podrán torcerle el brazo a la patronal y el gobierno. Por años, los dirigentes sindicales nos llamaron a confiar en esos recursos de “lucha”. Es necesario cambiar radicalmente esta política. Hay que recuperar nuestros métodos de lucha como la movilización callejera, y en particular la huelga y el paro, como la vía central para frenar y derrotar esta ofensiva. Lejos de toda confianza esa cueva de ladrones que es el Congreso, es necesaria la acción independiente de los partidos patronales, que sólo buscan que aceptemos los planes sobre nuestras espaldas.
Desde la LTS impulsamos la más amplia coordinación y el fortalecimiento de la unidad entre los sindicatos, organizaciones populares, campesinas y juveniles, construyendo un verdadero frente único contra los planes del gobierno, encabezado por los trabajadores, bajo un programa y un pliego único de reivindicaciones que dé respuesta a las demandas obreras y populares y que se proponga además sumar a esa lucha a las bases de los sindicatos “oficialistas” del CT, la CTM y la CROM. Para eso, es fundamental impulsar la democracia al interior de nuestras organizaciones sindicales, para que las decisiones las tomemos desde las bases, y una coordinación nacional basada en delegados revocables y con mandato de base. Las organizaciones que se reclaman democráticas y opositoras –como la CNTE, el SME, la UNT y la Organización Política del Pueblo y los Trabajadores– deben poner sus fuerzas al servicio de organizar una gran movilización nacional en las calles, que apunte a derrotar los planes del gobierno, preparando un gran paro nacional contra las reformas laboral, educativa y energética.
Desde la LTS a la vez que ponemos todas nuestras fuerzas en pelear por esta perspectiva, consideramos que la explotación, opresión y la subordinación al imperialismo sólo puede acabarse mediante una revolución obrera y socialista y la instauración de un gobierno de los trabajadores y el pueblo, que expropie a los expropiadores y que reorganice la sociedad de forma democrática y sobre nuevas bases. Esa es la estrategia de los socialistas revolucionarios. Para luchar por eso es que desde la LTS impulsamos la construcción de un partido de trabajadores revolucionario, y a esa tarea convocamos a sumarse a los jóvenes y trabajadores/as con los que participamos en común en los sindicatos, centros de trabajo, escuelas y facultades.
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