Editorial
Impulsar la movilización obrera y popular
05 Oct 2012 | La reaccionaria reforma laboral recientemente aprobada en el Congreso es la mayor muestra de lo que pretenden el PRI y el PAN para el próximo sexenio: esclavizar a los trabajadores y liquidar conquistas obreras como no se veía desde principios de siglo XX. Por lo que debe ser enfrentada en las calles por el pueblo trabajador. La misma ya ha provocado que el descontento crezca, lo cual puede abrir una situación de fuertes choques entre el gobierno y el movimiento obrero y popular.
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En los estados y en el DF presenciamos luchas y manifestaciones de mucho descontento, que expresan una nueva dinámica a la pasividad que en los últimos años provocó el desempleo, el feminicidio, la represión y la antidemocracia. La polarización política y social mostrada en los meses previos a las elecciones, se muestra ahora en las calles, donde se combina el rechazo a la imposición de Peña Nieto –encabezado por el movimiento “YoSoy#132”–, el rechazo a la política educativa restrictiva del gobierno federal y a la política autoritaria y represiva de las autoridades educativas del Gobierno perredista del DF y contra la reaccionaria reforma laboral que el PRI y el PAN han votado contra los trabajadores
Ante la posibilidad de un salto de la confrontación de clases, el gobierno – en acuerdo con el PRI– responde con la militarización del Estado de México (a las puertas del DF) para inhibir la movilización y la organización de los trabajadores y el pueblo. Junto con la creación de la Gendarmería Nacional (militarizada) anunciada por Peña Nieto, esto fortalecerá las tendencias autoritarias y de degradación de la democracia burguesa. Y, aunque el perredista Mancera ha dicho que “en estos momentos” no hace falta que el ejército patrulle el DF. No descartemos que pida que aparezca en las calles, pues su jefe Marcelo Ebrard quiere mostrar a los empresarios y al gobierno de Estados Unidos que sabría gobernar el país en el 2018; hace años, con el gobierno perredista se iniciaron los patrullajes militares en Iztapalapa.
Impulsemos la lucha contra las “reformas estructurales”
Hoy los sindicatos, el movimiento estudiantil, los campesinos y demás sectores populares que salen a la calle, tienen la oportunidad de recomponer sus fuerzas. Para eso es necesario enfrentar como uno solo la ofensiva de los partidos patronales y los capitalistas (y su cómplice, la burocracia del Congreso del Trabajo) con una movilización unitaria e impulsando una coordinación nacional de todos los que luchan. Ante la magnitud del ataque patronal, que acaba de imponer la aprobación de la Reforma en el Congreso de la Unión, hay que potenciar la fuerza de los trabajadores y organizar la resistencia popular. La 2ª Convención Nacional Contra la Imposición reunida en Oaxaca y que se pronunció contra la reforma laboral del PRI y el PAN, fue un primer paso; pero como mostró la aprobación legislativa, todavía insuficiente. Y es que hay que superar las prácticas y la estrategia impotente de la “resistencia civil pacífica” que permea en las reuniones y organismos amplios, y que no le hace ni cosquillas a los capitalistas que imponen una ofensiva salvaje nada pacifista. De igual forma hay que dejar atrás la estrategia de presión sobre el Congreso que crea expectativas en que los diputados legislarán a favor de los trabajadores.
El movimiento obrero y popular tiene la tarea de movilizarse con sus propios métodos para frenar esta ofensiva de capital y avanzar en esta lucha de clases. En la última década, las experiencias sufridas con las reformas a la ley del Seguro Social, a la del ISSSTE, y el golpe al SME, mostraron que los métodos y la estrategia de la UNT y el FSM-SME (cuya máxima expresión fueron los “cercos al Congreso”) no sirvieron para frenar esos golpes. La clase trabajadora debe estar consciente de que el gobierno y los patrones apuestan a la conciencia pacifista inyectada al proletariado por ideologías ajenas a sus intereses de clase. Es necesario romper con estas trabas que maniatan la potencialidad de los trabajadores; estrategia que sectores de la izquierda privilegian pese a su lenguaje radical.
Es probable que, después de la aprobación de la nueva ley laboral, en los meses que le restan de gobierno de Calderón, más contingentes de trabajadores y de la población en general se sumen al rechazo de la nueva ley anti obrera provocando una crisis de fin de sexenio saliente. Esto le restaría fuerzas a la transición de poderes “aterciopelada” que la clase dominante espera y dejaría debilitado a la vez al gobierno de Peña Nieto para contener el descontento en los primeros meses de su “mandato”. Los próximos meses serán un escenario importante que la clase trabajadora debe aprovechar para profundizar la movilización y pasar a la ofensiva y revertir los golpes sufridos bajo el régimen de la alternancia y, en particular, esta reforma laboral. Las recientes movilizaciones ante el Congreso de la Unión son una primera muestra que se pueden unir las fuerzas de los que luchan contra los planes de esta “democracia” que los ricos impusieron en la última década.
Paro nacional y coordinación de los que luchan
Hay que levantar una política independiente y combativa para preparar un Paro Nacional de todos los que se movilizan; un paro efectivo que potencie la disposición de “los de abajo” a resistir y donde se pongan a la cabeza de su preparación los mineros, magisterio, trabajadores universitarios, obreros (como los de Nissan que salieron a luchar), electricistas, telefonistas, el “#YoSoy132”, los campesinos y los pueblos originarios (como Cherán), y las mujeres en lucha contra las leyes reaccionarias en su contra. Un paro de estas características –que retome acciones como el paro del 2 de octubre– sería el primer paso para impulsar la organización de los explotados y oprimidos contra este régimen antidemocrático, hambreador y represivo. Pero, para hacer real esto, hay que evitar que las movilizaciones y luchas que hoy existen queden aisladas y sin vinculación, hay que poner en pie una coordinadora nacional de lucha, que parta de las convenciones nacionales realizadas (como la de Oaxaca), que discuta un plan de lucha unificado y organice un verdadero paro nacional.
Las direcciones sindicales opositoras y la izquierda deben responder a la disposición de lucha que se expresa por miles en las calles. De lo contrario, serán responsables de una eventual derrota o retroceso del movimiento obrero y popular. En el pasado, ya vimos como estas direcciones priorizaron sus intereses políticos y personales sobre las necesidades de los trabajadores. Paremos la ofensiva patronal con una política independiente y un programa que enfrente la crisis provocada por los capitalistas.
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