A 70 años del asesinato de uno de los principales dirigentes de la Revolución Rusa

La actualidad del Legado Revolucionario de Trotsky

31 Aug 2010 | Se cumple un nuevo aniversario de su muerte en un período signado por una crisis capitalista internacional de carácter histórico. En este marco, en Buenos Aires tuvo lugar la Conferencia Internacional de la Fracción Trotskista Estrategia Internacional. Dirigentes y luchadores obreros y socialistas de Europa y América Latina debaten cuál es la estrategia que debe levantar la clase trabajadora ante las convulsiones políticas y sociales que la crisis trae aparejadas (guerras, cracks económicos, crisis políticas, rebeliones y revoluciones).   |   comentários

Los límites de la restauración y la ofensiva del capital

Tras los levantamientos revolucionarios de la década de 1970, el capital imperialista lanzó una ofensiva sobre los trabajadores y los pueblos oprimidos del mundo, liquidando conquistas logradas durante el siglo XX. Gracias a la colaboración de las burocracias sindicales y las direcciones políticas reformistas que asumieron el discurso de que “no había alternativa” al neoliberalismo, no sólo cayeron generalizadamente los salarios y se precarizó el trabajo sino que se restauró el capitalismo en la Unión Soviética, los países del este europeo y China. En América Latina, las privatizaciones y el endeudamiento externo reforzaron las cadenas de sometimiento a la dominación imperialista. Fue así que los apologistas del capitalismo decretaron que el socialismo estaba muerto y que el capitalismo reinaría sin oposición dejando atrás la época de las crisis, las guerras y las revoluciones. Pero el respiro conseguido por el capitalismo sobre las derrotas de la clase obrera mundial tiende a agotarse. Las masas obreras y populares vienen acumulando experiencias de lucha y sacudiéndose derrotas pasadas. Hasta en China, que fue el pulmón del capitalismo mundial en estos años, comenzó un proceso de huelgas y luchas obreras de magnitud.

Las contradicciones del siglo XX

La gran paradoja de todos los triunfos revolucionarios del siglo XX es que sobre las conquistas que fueron la expropiación de los capitalistas y que las fábricas, bancos y tierras pasen a ser propiedad nacionalizada, se montaron burocracias privilegiadas que usurparon el poder a la clase obrera.
En la Unión Soviética ese proceso se dio mediante una serie de golpes contrarrevolucionarios que llevaron a la prisión y la muerte a cientos de miles de revolucionarios. La burocracia, liderada por Stalin, ensució los nombres del socialismo y del comunismo a los ojos de millones. Los capitalistas utilizaron el despotismo burocrático para desacreditar la lucha por la emancipación de los trabajadores. Trotsky, que había encabezado la revolución de Octubre junto a Lenin, enfrentando inflexiblemente a la vez al imperialismo mundial y a la burocracia contrarrevolucionaria, se convirtió en el nombre propio de la alternativa marxista al stalinismo. Por ello fue enviado primero al exilio y luego fue mandado asesinar por Stalin.
Trotsky había pronosticado que si una revolución política (es decir, que mantuviera la propiedad nacionalizada mientras barría con el régimen burocrático instaurando una democracia de los trabajadores) no terminaba con la burocracia gobernante, ésta impulsaría la restauración capitalista, tal como terminó ocurriendo, ya que los distintos levantamientos que protagonizaron las masas contra las burocracias gobernantes no terminaron en triunfos de la clase obrera. Algo similar ocurre hoy en Cuba, donde ante la presión del imperialismo la burocracia del Partido Comunista está dando pasos crecientes en favorecer la restauración del capital.

La fundación de la IV Internacional

Cuando se avecinaba la Segunda Guerra Mundial, Trotsky fundó la Cuarta Internacional, para preservar el legado revolucionario de las internacionales obreras anteriores, que recogía la experiencia de más de un siglo de lucha por la emancipación de la clase obrera, así como la pelea dada contra la degeneración stalinista de los partidos comunistas y la Tercera Internacional. En su programa, la Cuarta Internacional sintetizaba una estrategia para que la clase obrera se hiciera del poder y avanzara en la construcción del socialismo a nivel mundial, terminando con la explotación capitalista y con todas las formas de opresión. Con las fábricas, empresas, bancos y tierras en manos de la clase trabajadora, la economía podría planificarse en forma democrática en función de satisfacer las necesidades populares y así terminar con todos los flagelos propios del capitalismo, incluyendo las desigualdades sociales que le son propias.

Los desafíos de nuestros días

Hoy no estamos en vísperas de una guerra mundial, pero vivimos un período de crecientes convulsiones. La clase obrera en algunos países viene haciendo nuevas experiencias de lucha y organización, y en algunos casos reconquista sus organizaciones (cuerpos de delegados, comisiones internas, sindicatos) de manos de la burocracia sindical. Es fundamental que estas experiencias se extiendan. Pero para los nuevos luchadores está el desafío de ampliar su mirada más allá de las luchas sindicales. El capitalismo empujará a la clase obrera y a toda la humanidad por un camino de barbarie si los trabajadores no logran dotarse de una dirección revolucionaria a nivel nacional e internacional. En la actualidad el legado de Trotsky y la lucha por la reconstrucción de la Cuarta Internacional, adquieren más vigencia que nunca.









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