La crisis económica y sus repercusiones en México
26 Sep 2011
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La crisis económica internacional iniciada en el 2008 -que tuvo su epicentro en Estados Unidos con la quiebra del banco Lehman Brothers-, está en un nuevo pico que demuestra la debilidad de los países imperialistas para sostener los créditos impagables que adquirieron las empresas y la banca privada a lo largo de los años.
Por medio del rescate de las empresas privadas a costa del gasto público, Estados Unidos logró evitar el “crack” y gestionar los efectos de la crisis, pero no ha logrado recuperar su economía. La disputa de demócratas y republicanos en torno al techo de la deuda, mostró que EE.UU. estaba más cerca de la debacle que de la recuperación, mientras convertían en botín político el futuro de millones de trabajadores estadounidenses.
La crisis se ha extendido por el mundo y demuestra la incapacidad del capitalismo para poder salir de ella; se trasladó a Europa y en sus eslabones más débiles, como Grecia o España, se ha expresado de forma aguda. La imposibilidad de Grecia para mantener su economía a la par de los demás países de la eurozona, llevó a aquel país a adquirir un endeudamiento masivo, superior al total de su Producto Interno Bruto (PIB).
La solución del imperialismo para paliar la crisis, ya sea en un país imperialista o en una semicolonia como México, es la misma: descargarla sobre los trabajadores y el pueblo. La ayuda de los organismos financieros internacionales, como el FMI, es condicionada a que los países privaticen su sector público y recorten el gasto social, lo que quiere decir que los gobiernos le inyecten menos dinero a la educación, a la salud o a los programas de vivienda, generando mayores condiciones de precariedad entre los trabajadores.
El caso mexicano
México es un país que depende económicamente de Estados Unidos, en las exportaciones de manufacturas, la venta de hidrocarburos, las remesas y los programas financieros de inyección de dinero para mantener el dominio imperialista sobre América Latina, como el Plan Mérida.
Al ser un país subordinado a las políticas imperialistas de Estados Unidos, México es afectado directamente por el desarrollo económico del vecino del norte. Si la economía norteamericana colapsa, el futuro de millones de mexicanos se verá ensombrecido aún más por el fantasma de la crisis y la precariedad.
Estados Unidos está en una desaceleración económica que lo mantiene con un crecimiento anual de su PIB en un 1.7%, mientras que países como China o Brasil crecen por arriba del 7%. Según datos del Departamento del Trabajo de Estados Unidos, en el mes de agosto de este año no se creó ningún empleo en el país y el 8.3% de la población estadounidense está desocupada. Desde el estallido de la crisis en el 2008, se perdieron 9 millones de empleos, de los cuales sólo se han recuperado 2.4 millones.
La solución de los políticos de la burguesía
Mientras las bolsas del mundo sufren pérdidas por los malos datos del empleo en Estados Unidos, por su bajo crecimiento y su inestabilidad económica, la economía mexicana lo resiente aún más: el dólar llegó a sus niveles más altos en un año, con efectos nefastos sobre los trabajadores debido a la inflación de los precios de las importaciones. En tanto que el flamante ex-secretario de hacienda, Ernesto Cordero (hoy pre-candidato del PAN a la presidencia), tiene que reconocer que la volatilidad del mercado internacional traerá a la economía mexicana desaceleración o una posible recesión, “algo que nos acompañara por varios años”.
El ex funcionario intenta convencer de que esto puede contrarrestarse mediante el poder de compra de la “clase media”, para fomentar el mercado interno a base de créditos. Esa es la solución de Cordero a la crisis: que la llamada “clase media” -que está desapareciendo en México-, dinamice el mercado interno con su endeudamiento. Sin embargo, la realidad es que los millones de trabajadores y los sectores medios empobrecidos ven reducido su poder adquisitivo, azotado por los bajos salarios y por el alza general del costo de vida, que es mucho mayor a los índices mentirosos del gobierno.
Pero la principal respuesta del gobierno calderonista, apoyada por los políticos patronales y los capitalistas, fue claramente definida por el gobernador del Banco de México, Agustín Casterns, quien ha insistido en la aprobación de las reformas estructurales. Estas son:
– La reforma laboral. Para garantizar la súper explotación, la terciarización y el bajo costo de la mano de obra.
– La reforma educativa. Que prepare mano de obra especializada y barata para las empresas trasnacionales.
– La reforma energética. Que permita abiertamente la explotación de los recursos naturales y energéticos por parte de empresas privadas.
– La reforma a la Ley de Seguridad Nacional. Que despliegue y les dé poder a las fuerzas militares para reprimir en todo el país.
– La reforma de asociaciones público-privadas. Que le permitiría a las empresas privadas realizar funciones del sector público, como la distribución del agua o el cobro de algún impuesto.
Estas reformas son las que, según los funcionarios del Estado, harán que la economía mexicana pueda “enfrentar la crisis”, a costa de los trabajadores. Por ejemplo, con los intereses que ha generado la deuda externa, los que se han incrementado de manera considerable en los últimos años. El gobierno mexicano, desde el año 2000 hasta la fecha, ha extraído del erario público la cantidad de 374 mil 929.5 millones de dólares. Este año, México abonará al pago de su deuda 3 mil 353 millones de dólares, sólo por concepto de intereses. A pesar de los cuantiosos pagos de los últimos 11 años, México mantiene una deuda externa neta de 107 mil 396.2 millones de dólares.
El desempleo crece, el poder adquisitivo de la moneda disminuye y los políticos burgueses y los empresarios quieren que los trabajadores paguemos la catástrofe del capitalismo. En el presupuesto enviado al Congreso de la Unión para su aprobación, el gobierno le destina a las “funciones de las fuerzas armadas” 50 mil 602 millones 615 mil 554 pesos, a lo que deben sumarse los gastos para la fabricación y compra de armas, equipo e infraestructura, la seguridad social de los soldados y demás prestaciones que se les dan; en tanto que a la UNAM se le otorgarán sólo 27 mil 474 millones 464 mil 767 pesos.
El gobierno mexicano paga cifras millonarias por concepto de intereses a los organismos financieros internacionales y a los países imperialistas, derrocha millones en el crecimiento de las fuerzas armadas, mientras más del 50% de la población es pobre y 23 millones de mexicanos viven en la pobreza extrema.
Los capitalistas pretenden que los trabajadores paguemos la crisis que ellos produjeron. En la clase trabajadora está la decisión de rechazar esta política por medio de la organización y la unidad, saliendo a las calles a luchar con la consigna de ¡que la crisis la paguen los capitalistas! y un programa obrero de emergencia.
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