La democracia sindical a debate
01 Nov 2012
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Después de la aprobación de la Reforma Laboral San Lázaro, el PRD y el PAN se unieron para impulsar cláusulas que reglamenten "la democracia y la transparencia sindical". Ante ello, el PRI se posicionó y votó también algunas modificaciones, una vez que sus charros Elba Esther y Romero Deschamps se reeligieron por seis arios más. Los "izquierdistas" del PRD se aliaron al derechista panismo —encabezado por el ex secretario del Trabajo, Javier Lozano—, para proponer la "fiscalización" de las cuentas de los sindicatos y el "voto secreto y libre" de sus dirigentes. Si bien, esto choca con el priísmo y con la dirección del Congreso del Trabajo, que asegura que "ya existe transparencia y democracia sindical en México", como dijo el charro Joel Ayala; en lo hechos, la intromisión estatal en las organizaciones obreras, ha sido una práctica común del panismo, como se vio en mineros y con la liquidación de LyFC. El líder del PRD, Jesús Zambrano rápidamente reconoció la postura de los panistas, en unidad con perredistas para pasar "lo bueno que traía la iniciativa de Calderón". En los hechos, aprobaron una reforma que hoy recoge el 95% del contenido original del proyecto ’preferente’ enviado por la presidencia.
Disputa que no favorece a trabajadores
Panistas y perredistas de un lado, priístas y charros del otro: tras esta disputa no hay ninguna intención favorable a los trabajadores. Los del CTM-CT-CROM son defensores de mantener los sindicatos bajo su control, para perpetuar su subordinación al PRI y al régimen, y evitar que la clase obrera no enfrente la reforma laboral. Fue gracias al carácter burocrático de las organizaciones obreras y el acuerdo con los charros, que los panistas avanzaron en los dictados imperialistas durante 12 arios. Y fue esa falta de democracia sindical y los métodos gansteriles imperantes en los sindicatos estatizados lo que le dio estabilidad al priato durante 70 arios; y es lo que Peña Nieto quiere mantener.
Ante esta discusión, los trabajadores no deben hacerse ilusiones en los "demócratas" de última hora del PAN y del PRD, que quieren que los patrones y los partidos del Congreso sean quienes decidan de qué forma se organiza el movimiento obrero. La democracia sindical no vendrá de los panistas que hicieron proliferar los sindicatos blancos en la última década. Tampoco de la mal llamada izquierda, cuyos dirigentes sindicales reproducen los métodos burocráticos priístas y se perpetúan (como A. Rodríguez del STUNAM o F. Hernández Juárez de telefonistas), utilizando a discreción los re-cursos sindicales. Son los mismos que convierten las asambleas en mecanismos decorativos y sin poder de decisión. El método de elección secreta no garantiza por sí mismo la democracia interna, ni que la oposición pueda acceder a la dirección del sindicato, como se ve en los sindica-tos de la UNT. Son los mismos que usan sus cargos sindicales para obtener curules (como Alejandra Barra-les) y defender allí una política ajena a los trabajadores.
Por una democracia obrera
Desde la LTS, opinamos que hay que recuperar los sindicatos para la lucha, expulsando a los charros de los mismos. Pero eso no será con-fiando en la tutela del Congreso de la Unión. Contra la intromisión del PRI, PAN o PRD decimos: ¡Fuera las manos del Estado de los sindica-tos! ¡Abajo los charros del CT, CTM y CROM, cómplices de los planes! Luchamos por sindicatos basados en asambleas libres como órgano central de decisión y con derecho de corrientes opositoras a su interior. Las elecciones deben realizarse median-te el mecanismo que los propios trabajadores resuelvan sin intromisión estatal; deben fiscalizar públicamente los recursos sindicales. Los dirigentes deben ser rotativos y revocables por mandato de base, cobrar un salario promedio, sin privilegios, y volver a trabajar cuando termine su mandato. Los sindicatos deben incorporar a su seno a los trabajadores precarizados, mujeres y jóvenes —los más explotados de la clase obrera— y defender sus derechos laborales. Los dirigentes "obreros" priístas o perredistas son correa de transmisión de la política patronal y de sus partidos en los sindicatos. El peso de éstos, lo utilizan para negociar cargos y prebendas. Mientras tanto, frenan la organización independiente que tanto atemoriza a los patrones. Si queremos recuperar los sindicatos para la lucha, hay que pelear por su independencia respecto de las instituciones y los partidos del Congreso. Sólo confiando en las fuerzas de la clase obrera, y levantando una política y un programa independiente podremos enfrentar la ofensiva contra el pueblo trabajador.
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