La "guerra" contra el narco.

01 Jun 2007   |   comentários

Son más de 800 ejecuciones en lo que va del año, con métodos brutales, como torturas, tiros de gracia y decapitados. El enfrentamiento abierto en los últimos meses entre los cárteles del narcotráfico por el control de las plazas y las rutas para el tráfico de drogas hacia EE.UU., se ha convertido en un importante factor de nestabilidad para el Estado mexicano, l poner en cuestión su capacidad de garantizar la seguridad pública». Calderón, que asumió con escasa legitimidad entre las masas populares, aprovechó este pretexto para tratar de fortalecerse, apoyándose en las fuerzas armadas, y convirtió la «guerra contra el narco» en n eje central de su política. Sacó al ejército a las calles con la ostentosa campaña de operativos militares en diversos estados del país, haciéndolo cumplir, al margen de la Constitución, funciones de policía interna.

Esto es una auténtica confesión de partes de que as corporaciones policíacas federales, estatales y municipales, están infiltradas y corrompidas hasta la médula. Como pruebas están las detenciones de decenas de policías municipales por proteger y servir a las bandas de narcotraficantes; la destitución de algunos altos mandos de la PFP, por no haber actuado tras los asesinatos de cinco policías en Cananea; y las ejecuciones de policías presuntamente vinculados con alguno de los grupos rivales. Pero el ejército tampoco se salva, muchos de los sicarios que han sido muertos o capturados, pertenecieron al ejército o a alguna corporación policial. Apelando al patriotismo contra los «enemigos de México », al mejor estilo de George W. Bush, Calderón pretende cumplir con la tarea que le encomendó el imperialismo norteamericano -el mayor consumidor de drogas del mundo-, para garantizar la seguridad de su frontera. Pero a varios eses de iniciada, la campaña del gobierno contra el narcotráfico no ha tenido los resultados esperados, más allá de algunas acciones mediáticas espectaculares, pero alentó el asesinato impune de inocentes que parece «sospechosa» ante los militares, y la ocupación de oblaciones, violando los derechos elementales de los pobladores.

Con su política de «imponer el orden», el gobierno consiguió exponer a las fuerzas armadas a un mayor desgaste, lo que eventualmente puede abonarles más desprestigio entre la población, en contra de lo que se pretende. Por ello, preocupada por preservar a esta institución pilar del estado capitalista, la «izquierda democrática encabezada por el PRD, llama a que el ejército regrese a los cuarteles a cambio de que se «depuren» y «capaciten » las corporaciones policiales, mientras en la CONAGO los gobernadores cierran filas detrás de Calderón a cambio de prebendas. Pero, ¿cómo pretender que el ejército acabe con el narcotráfico, cuando éste ha sido durante décadas un negocio dirigido desde sectores del estado mafioso que tiene en las fuerzas armadas, el mejor garante del tránsito de la droga, del control de plazas de los carteles y, de protección armada?

Son los principales generales los que impulsan su proliferación. Ante esto, es necesario legalizar el uso de las drogas, así como la asistencia a los afectados por el uso excesivo de la droga, con lo que eldelito pierde razón de ser. La oposición a su legalización por el gobierno y la especie de burguesía comerciante de droga, no solamente es por una doble moral, sino porque significa una cuestión de negocios. Finalmente, el problema del narcotráfico y las redes económicas y sociales que teje, así cómo su poderío armado paralelo, son una expresión de descomposición del sistema capitalista en que vivimos.









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