La lucha contra la reforma energética a debate
11 Nov 2013
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El 27/10 tuvo lugar en el Zócalo capitalino un nuevo mitin del Morena contra la reforma energética. Mientras tanto, se anunció un recorte de 20,000 puestos de trabajo en Pemex.
AMLO emplazó a la conformación de un bloque parlamentario entre el PAN, el PRD, el PT y el Movimiento Ciudadano, que vote contra la reforma energética. Justo al PAN, que propone una reforma con un régimen de concesiones de exploración y explotación de hidrocarburos, y de apertura en los sectores de refinación, de petroquímica y transporte. O sea, formula la apertura a la inversión privada, y sólo condiciona el voto a favor a cambio de discutir primero la reforma política.
AMLO llama a este bloque también al PRD, el mismo partido que se ha transformado en ejecutor de la represión gubernamental en el DF, y que viene de dar su apoyo al gobierno en la aprobación de todas las iniciativas de reforma enviadas por la presidencia. Aunque el PRD se pronunció contra la apertura al capital privado extranjero, está a favor de la apertura a la inversión privada nacional. Este bloque parlamentario opositor puede darse, pero todas las propuestas “alternativas” de reforma energética implican distintos grados de apertura de Pemex a la privatización y la continuidad en la explotación de un recurso natural no renovable a costa de la devastación ambiental. Son reformas a tono con la lógica de explotación capitalista de los recursos naturales.
Los límites de la desobediencia civil pacífica
AMLO insiste con la propuesta de realizar una consulta ciudadana y una campaña de firmas donde se exprese la voluntad popular. Con tal fin, demanda la modificación del marco legal actual para que la consulta ciudadana tenga carácter vinculatorio. Pero cuando este Congreso modifica las leyes es en beneficio de las grandes empresas y multinacionales, para precarizar aun más las condiciones de vida del pueblo. Estas medidas propuestas por AMLO, en tanto son el eje de su estrategia política, no pueden frenar la ofensiva y terminarían generando confianza en las instituciones de esta democracia degradada y los mecanismos de control del régimen.
La estrategia que propone López Obrador –y en la que se incluye la consulta ciudadana– es la desobediencia civil pacífica. En este sentido, propone la realización de cercos civiles pacíficos a las cámaras nacionales y de los estados cuando se debata la reforma energética. Ya vimos en la lucha del magisterio que al gobierno no le tiembla la mano para reprimir y encarcelar a quienes se oponen a la reforma educativa. Predicar contra la radicalidad y llamar a confiar en los marcos legales a quienes enfrentan las reformas estructurales es limarle el filo al descontento que tiende a generalizarse y es evitar su radicalización.
En la lucha contra el fraude de 2006, ya se vio la impotencia de esta estrategia política que sólo llevó a la desmovilización, cuando la única forma de derrotar la antidemocracia era llevando adelante una lucha hasta el final contra las instituciones. Hoy, aunque hay descontento frente a la ofensiva del Pacto por México, la política de AMLO ha desencantado a miles de sus seguidores, al grado de que en su último mítin el Zócalo capitalino ni siquiera llegó a la mitad de su capacidad. Limitarse a convocar a una consulta ciudadana, los apagones y los cercos pacíficos a las sedes parlamentarias resulta insuficiente para enfrentar el ataque que se viene. A diferencia de la política impulsada por AMLO, nosotros creemos que hay que impulsar la movilización contra las reformas de EPN y el Congreso, soldando una alianza obrero-popular para luchar en las calles, encabezada en primer lugar por el magisterio en lucha, los estudiantes que apoyan a los maestros y los petroleros que tienen planteado salir a las calles para enfrentar la reforma energética.
Los desafíos de las y los petroleros
Ante la reforma energética es indispensable que los trabajadores de Pemex y sus empresas asociadas se unan para luchar: están en juego sus puestos de trabajo, sus condiciones laborales y los recursos energéticos del país. Son las mujeres y los hombres que trabajan en la extracción y transporte de hidrocarburos, en las refinerías, en la administración de Pemex. Ellos tienen el poder de parar la producción, así como de ponerla en marcha bajo su propio control, incluyendo la renta petrolera que debería ser puesta al servicio de satisfacer las necesidades populares, como salud, vivienda y educación, y el desarrollo de energías alternativas limpias. Es necesario que desplacen a los charros del sindicato y que se organicen desde las bases para debatir cómo enfrentar la ofensiva gubernamental. Las y los trabajadores de Pemex son aliados objetivos del magisterio que enfrenta en las calles la reforma educativa, y de los sectores populares que están en contra de la reforma energética. Tienen el ejemplo de las y los trabajadores de Petrobras, en Brasil, que se fueron a la huelga contra la licitación del enorme campo petrolero Libra y contra la precarización de sus condiciones laborales. Contra las variantes de la reforma energética y los partidos patronales que las impulsan, es necesario que los trabajadores de Pemex luchen por la expropiación bajo control obrero de la paraestatal.
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