La privatización de PEMEX

20 Feb 2008   |   comentários

Tras la aprobación de la controvertida Ley del ISSSTE, en el 2007, producto de un acuerdo entre las mismas fuerzas políticas, y a pesar del enorme rechazo social generado, los compromisos del gobierno con el imperialismo, el FMI y el BM tal como dijo Calderón en Davos, lo llevan a buscar más participación privada en la generación de electricidad y ahora de petróleo.
Esta reforma, de aplicarse, cambiaría drásticamente la relación de subordinación y entrega con el imperialismo y la relación de México con las empresas petroleras extranjeras, llevando al país a una nueva etapa de saqueo para los recursos naturales y endeudamiento a gran escala.

La reforma para entregar Pemex

El discurso oficial es el mismo usado con las telecomunicaciones, la seguridad social, la electricidad, consiste en negar las intenciones de privatizar, al mismo tiempo que se muestra como una empresa económicamente inviable o al borde de la quiebra. Se dice que se agotan los yacimientos de crudo y sólo cuantiosas inversiones podrían «rescatarla», discurso donde parece que la inversión privada es lo único que evitaría la quiebra.

Aunque formalmente no hay una propuesta directa de modificar el Art. 27 constitucional, que define la soberanía del estado sobre los hidrocarburos, en los hechos, las medidas avanzan a la privatización. Los cambios serán sobre la legislación complementaria, es decir la que reglamenta sobre el Art. 27, sobre petróleo, obra pública, la ley orgánica de Pemex, ley de adquisiciones. La reforma contempla poner parte del «capital social» de Pemex en la bolsa, lo cuál tras eliminar el control del estado, deja a merced de accionistas particulares una multimillonaria parte de las ganancias generadas, que aún siendo del 49%, les daría un peso casi decisivo sobre el organismo, no sólo en la administración, operación y organización, sino en las cuestiones laborales. Además se busca la «autonomía presupuestal» y de gestión de Pemex, donde un consejo de administración –bajo dominio privado– definiría su rumbo y destino.

Además, senadores priístas y panistas, bajo un discurso de mantener la gestión del estado sobre Pemex, al mismo tiempo que es «rescatado de su crisis», argumentarán la necesidad de abrir a la inversión privada la infraestructura tecnológica de extracción en aguas profundas, en determinados yacimientos y dejar en manos privadas, la explotación de pozos abandonados, por falta de inversión o tecnología. Considerando que el país cuenta con un gran potencial de reservas de gas en cuencas geológicas sin explorar ni explotar, pues se ha explorado sólo el 17% de áreas potenciales en tierra y el 4% en el Golfo, prácticamente el 80% en tierra y el 95% de reserva en el Golfo buscan vender a los privados, en contratos por 30 años de extracción que después será vendida a México. Descubrir un yacimiento y ponerlo a producir, requiere alrededor de 6,000 mdd, ésto es la 5ª parte del presupuesto actual destinado a la exploración. Una inversión que vale la pena para empresarios petroleros, pues esta cantidad se invirte en un largo plazo y las ganancias son inmediatas. Por eso es tan jugoso poner parte del capital en manos de accionistas privados. Así se hizo con Petrobras en Brasil a fines de los 80s, donde hoy el crecimiento de la producción petrolera privada es de 25% y el crudo como compañía se financia en el mercado de capitales interno, con ventas y ganancias multimillonarias en el mercado petrolero internacional, y el estado va adquiriendo intereses y deuda por compra de crudo.

La inversión privada «indirecta» en los recursos mexicanos, es el mismo esquema usado en la electricidad, desde Salinas y desde el gobierno de Fox y lo que va del de Calderón casi el 40% de la energía eléctrica se compró indirectamente por el gobierno. También bajo la figura de «consejeros independientes» en el consejo de administración, se implementarán una nueva y estratégica administración que sostenga este proyecto privatizador sobre el petróleo, hidrocarburos y gas natural.

Una salida independiente para Pemex

López Obrador y sectores del PRD han planteado su rechazo y fundamentado propuestas alternas de extracción del crudo que mantengan a Pemex en manos del estado y han criticado la retención de recursos de Pemex por parte de Hacienda, sin embargo, orientan su política hacia la presión a las instituciones. Si se adopta esta perspectiva, las movilizaciones y protestas terminarán en un callejón sin salida, porque son estas instituciones (de las cuales ha participado y avalado el PRD) y es éste régimen el responsable de la entrega y la expoliación imperialista; hay que enfrentarlo sin ninguna confianza en su «democratización».

Para solucionar la crisis de Pemex y que los recursos energéticos estén al servicio de los trabajadores, es necesario impulsar una lucha que solo confíe en la fuerza de la movilización, independiente del congreso y sus partidos, y que busque imponer, con la acción en las calles, y con el paro nacional de todo el movimiento obrero, la ruptura con el imperialismo.
Es necesario que trabajadores y campesinos reabramos la discusión sobre la suerte de los recursos energéticos, sin ninguna confianza en una salida en el congreso, los partidos patronales y los analistas empresariales.

Un plan de recuperación de Pemex; extracción de crudo y exploración contra la actual administración entreguista, debe resolverse bajo la salida de la reestatización de todas las áreas concesionadas al capital privado y poner el conjunto de la empresa bajo control de los trabajadores, donde integren su consejo directivo y que elaboren un plan en común con las organizaciones de trabajadores y campesinos que luchan contra la privatización. Una perspectiva similar es la que debemos impulsar en el caso del resto de la industria energética, como la electricidad. Esto permitiría implementar planes al mediano y largo plazo acorde a las necesidades del pueblo pobre, revirtiendo los avances en la privatización, y tomando medidas emergentes como la eliminación del IVA a la gasolina. Romper la dependencia del imperialismo, desconocer el pago de la deuda y de la paraestatal, imponiendo grandes impuestos a las grandes fortunas, que los recursos se usen en obra pública y necesidades del pueblo.

Es necesario la organización y movilización para detener la entrega de la industria energética. Los trabajadores del SME y del Sindicato de Pemex, tienen una gran responsabilidad en esta lucha contra la privatización, para lo cual tendrán que superar las trabas impuestas por sus dirigentes charros que avalen la reforma o querrán contenerlos tras la confianza en el congreso.

La tarea del momento es que todos los trabajadores del país, obreros, campesinos, estudiantes, sectores en lucha, iniciemos un movimiento nacional de lucha en defensa de Pemex.









  • No hay comentarios para este artículo