López Obrador y la corrupción de la clase...

26 Jan 2015   |   comentários

López Obrador y la corrupción de la clase política
Pablo Oprinari

El líder del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador, en un mensaje del 31/12/2014, denunció que los escándalos de corrupción dañaron la imagen del país. Planteó que “dolió muchísimo” la desaparición de los estudiantes normalistas y llamó a transformar pacíficamente el país.
La corrupción y la democracia bárbara
Sin duda, con el regreso del PRI a Los Pinos se redobló la entrega de México, como vimos con la reforma energética. Esto fue de la mano del aumento de la barbarie de esta democracia asesina del PRI-PAN-PRD: desapariciones, asesinatos, presos políticos y mayor miseria.
La clase política responsable de esto es la que se beneficia de la administración de los negocios capitalistas y no conoce distingo de partidos o “colores”. Veamos algunos ejemplos.
Aunque sin duda Peña Nieto y sus funcionarios se sirven con cuchara grande -basta ver las más de 100 propiedades con las que cuentan los miembros del gabinete-, los demás partidos del Congreso no son ajenos a ello.
Los panistas lo hicieron durante dos sexenios, y lo siguen haciendo en las entidades que gobiernan.
Los “izquierdistas” del PRD también se apropiaron de sus rebanadas del pastel: por ejemplo desde el gobierno del DF y a cambio de las jugosas concesiones otorgadas para proyectos como el segundo piso del Periférico y otros. O a través de los negociados con el magnate Carlos Slim para distintas obras y negocios, que incluyen la renta de patrullas policiales.
Aunque muchos trabajadores y jóvenes confían en López Obrador, al que ven como un opositor consecuente y que no se habría enriquecido ni arrastrado escándalos de corrupción, hay que considerar que de esta situación sí forman parte muchos que fueron del PRD al Morena.
Por ejemplo, el senador Mario Delgado, que renunció al PRD para entrar al partido de AMLO y que fuera ministro de finanzas del anterior jefe de gobierno del DF, Marcelo Ebrard, fue acusado de corrupción en la licitación express de la nueva Línea 12 del Metro, la cual hoy se encuentra suspendida por grandes irregularidades en su planeación y construcción.
La corrupción no es el resultado de “algunas manzanas podridas”: son los privilegios que obtienen estos políticos de la administración del Estado capitalista, que se suman a sus millonarios sueldos y bonos. Y es inherente al propio capitalismo y a la colusión de las empresas con la clase política a su servicio.
Por eso, denunciar a los “políticos corruptos” -como ha hecho numerosas veces AMLO- y pretender una administración limpia de los negocios de los patrones, es una falacia. Ya lo demostró el PRD de “los orígenes”: terminaron siendo un espejo de priistas y panistas.
¿Cambiar pacíficamente esta democracia bárbara?
El líder del Morena sugiere también reformar pacíficamente las instituciones. Pero... ¿puede pensarse que este régimen político, responsable de las desapariciones de los normalistas, del asesinato de periodistas, de la “guerra contra el narco” que dejó más de 160.000 muertos, puede democratizarse?
Ya cientos de miles vieron en el 2006 cómo Calderón se impuso en la presidencia mediante el fraude. Ya muchos más vieron que los sucesivos gobiernos se encargaron de vender los recursos naturales y que ahora se persigue a los luchadores sociales, de lo cual es cómplice -junto a las presidencias panistas y priistas- el PRD y sus distintas gubernaturas estatales y en el Distrito Federal.
Desde el MTS hemos dialogado con miles de honestos jóvenes, trabajadores y sectores populares que ven con simpatía a AMLO. Les planteamos que la llamada “resistencia civil y pacífica”, pretende equivocadamente que el descontento espere un cambio mediante el voto al Morena (como fue antes mediante el sufragio al PRD). Esto implica desviarse de la necesaria lucha para acabar con las instituciones de esta “democracia” asesina. Si muchos perredistas ahora migran al Morena, es porque la dirigencia del mismo no pretende atacar a este sistema de miseria, opresión y explotación, y tras su discurso antineoliberal, se postula para administrar los mismos negocios capitalistas.
Lejos de reformar pacíficamente las instituciones, hay que preparar una Huelga General Política para echar abajo al gobierno de Peña Nieto y esta democracia asesina. Solo así podrá acabarse con las corruptelas y los negociados de estos partidos y gobernantes al servicio de los patrones, y comenzar a resolver los problemas de los trabajadores y las grandes mayorías.









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