López Obrador y la lucha por Ayotzinapa
01 Nov 2014
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En uno de sus actos con mayor asistencia desde la campaña electoral del 2012, López Obrador denunció la desaparición de los 43 normalistas, propuso la organización de una Comisión de la Verdad y llamó a sus adherentes a participar de las movilizaciones por Ayotzinapa, aunque sin comprometerse en la convocatoria del Morena, a acciones específicas. Hizo también el llamado a la renuncia de Enrique Peña Nieto y a que el próximo año se vote nuevo presidente.
Parte importante de su discurso fue dedicada a explicar los nexos denunciados entre el Morena y los distintos niveles de gobierno de Guerrero, buscando desmarcarse de las figuras de Ángel Aguirre Rivero y José Luis Abarca.
La “narcopolitica”, marca de fábrica del régimen mexicano
Ante decenas de miles de sus seguidores que honestamente repudian la desaparición de los normalistas, López Obrador intentó distanciarse del Partido de la Revolución Democrática (PRD), su antiguo partido, que en la actual crisis política nacional se encuentra profundamente desprestigiado, y que para los miles en las calles es parte de la criminal “narcopolítica”.
Pero Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no sólo fue candidato presidencial del PRD en las últimas dos elecciones (2006 y 2012) sino que fue uno de sus principales dirigentes, junto a Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Jesús Ortega y Jesús Zambrano. Es responsable de haber sostenido e impulsado a este partido desde su fundación en 1988, que actuó como pata izquierda del régimen político al maquillar las desgastadas instituciones, y el cual progresivamente fue virando a la derecha desde mucho antes de la salida de López Obrador.
Es por ello responsable de avalar a los miles de funcionarios públicos (alcaldes, gobernadores, diputados) cuyos nexos con los cárteles, aunque en muchos casos ya se conocían, hoy están en el centro de la palestra nacional.
¿Cómo puede López Obrador aducir que nada tiene que ver, si fue parte del mismo partido de los Godoy, los Aguirre, los Abarca (por mencionar los últimos tres casos más sonados de corrupción y vínculo con el narco) a los cuales avaló como candidatos del PRD? ¿Cómo puede justificarse aduciendo que no es responsable, así sea indirectamente, del “Pacto por México”, cuando el peso institucional del partido del “sol azteca”–que le permitió sostener las políticas de Enrique Peña Nieto y el mencionado Pacto– se basa en los más de 16 millones de votos cosechado por su candidatura en el 2012?
La asociación creciente entre los principales partidos del régimen político (PRI-PAN-PRD) con el narco no es sólo la consecuencia de la corrupción personal de determinados personajes. Es expresión de la creciente degradación y descomposición del capitalismo mexicano y sus instituciones.
Bajo la misma, mientras se reprime y asesina a los opositores, se desarrolla la colusión de la clase política con los carteles del narcotráfico: aquella se transforma cada vez más en agentes y gestores de los intereses de éstos, garantizando, por ejemplo, las “plazas” y “territorios” frente a la intromisión de otros cárteles.
El PRD fue y es parte de esto, y López Obrador tiene gran responsabilidad, más allá de las de las excusas presentadas durante el mitin del pasado 26/10: por otra parte, nunca denunció dichos vínculos, ni aun cuando se fue del sol azteca.
Los lazos hechos públicos entre militantes del Morena –como el secretario de Salud del Estado de Guerrero, Lázaro Mazón–, con José Luis Abarca muestran que la dirigencia del Morena es parte de la misma clase política, lo cual se hará más evidente en la medida que este partido –que busca ocupar el lugar que en su momento tuvo el PRD como “oposición” de centroizquierda–, obtenga mayor peso institucional el próximo año.
Nuevamente, la “resistencia civil y pacífica”
A un mes de la desaparición de los normalistas, AMLO realizó un mitin. La tardanza evidencia que para AMLO resultaba más importante evitar “hacer olas” contra el régimen político, que sumar las fuerzas de las bases del Morena a la lucha por la aparición de los normalistas. De hecho, no emitió ningún llamado específico sino que se limitó a proponerle a sus afiliados no esperar la convocatoria del Morena y sumarse a las movilizaciones programadas.
Como en el 2006 y en la lucha contra la entrega de Pemex cuando sostuvo la estrategia desmovilizadora de “resistencia civil y pacífica”, AMLO llamó a “manifestarse pacíficamente”, y puso el énfasis en la convocatoria a una comisión investigadora.
Todo esto muestra que las preocupaciones de AMLO no son ajenas a las que cruzan a la clase política mexicana, sus periodistas e intelectuales: que el gran movimiento democrático en las calles no se profundice y que no enfrente frontalmente al gobierno y las instituciones.
Es la crisis de representación burguesa lo que está en el centro de la escena. Miles ya no se sienten representados por la “izquierda” electoral como fue desde 1988 y el PRD mostró que, en el fondo –por su carácter empresarial–, los partidos del Congreso son iguales. La política de López Obrador, no es de ruptura con el régimen, es de rescatarlo en base a una moral distinta.
Pero las decenas de miles de manifestantes que acudieron al llamado de AMLO muestran, como lo expresó la jornada nacional del día 22/10 y las acciones que se anuncian para estos días, que el movimiento por la aparición de los 43 se profundiza.
El desafío es no confiar en los llamados a presionar “civil y pacíficamente” a las mismas instituciones responsables de la represión, la narcoguerra, las ejecuciones extrajudiciales y las desapariciones. El camino no puede ser otro, más que convertir a los cientos de miles en millones, unificar el clamor de Chiapas a Ciudad Juárez y de Guerrero a Veracruz, y mediante la movilización decidida en las calles,hacer temblar desde sus cimientos, hasta derrumbarlo, este régimen asesino del PRI-PAN-PRD.
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