Los estragos de Ingrid y Manuel: Una nueva muestra de la negligencia criminal capitalista

02 Oct 2013   |   comentários

Pablo Oprinari

Desde el fin de semana del 14/9, los efectos del huracán “Ingrid” y la tormenta tropical “Manuel” (ahora convertido en huracán) se abaten sobre el pueblo trabajador. En el estado de Guerrero, pero también en otros como Michoacán, Veracruz, Jalisco, Sinaloa y una decena de estados, ya son decenas de miles los habitantes desplazados y que perdieron todo debido a las fuertes inundaciones, en tanto que hay más de 123 fallecidos al día 26/9, cifra que podría aumentar en las próximas horas ya que, por ejemplo, sólo en el pueblo de Atoyac Guerrero hay 58 desaparecidos bajo un alud.

El transporte terrestre y aéreo ha colapsado, y son cientos de comunidades, así como las áreas más populares de ciudades como Acapulco, las que están bajo el agua e incomunicadas, en tanto que hay un creciente desabastecimiento de alimentos y medicinas. Se espera en los próximos días la llegada de un ciclón, que agravará aun más la ya difícil situación. Pobladores de las zonas afectadas han denunciado el maltrato y la falta de ayuda que reciben de parte del ejército, brazo armado del estado que para legitimarse se postula como “ayuda” en casos de catástrofes y que hoy se revela de nuevo como opresor y represor de los trabajadores y los sectores populares. Quienes hoy laboran activamente para restablecer las comunicaciones, el transporte y los servicios, como la luz y la electricidad, son, como señala el editorial de La Jornada del 19/9, los telefonistas, los electricistas, los trabajadores de la construcción y de servicios. Justo quienes sufren el deterioro de las condiciones laborales, junto al resto del pueblo trabajador, producto de la imposición de la reforma laboral votada el año pasado por los partidos del Pacto por México.
Mientras Peña Nieto enviaba tanquetas y granaderos contra los manifestantes de la CNTE y los estudiantes y organizaciones que los apoyan, montaba el circo del festejo oficial de la Independencia, el pueblo trabajador sufría los efectos de la negligencia de los capitalistas y sus instituciones.

La catástrofe se podía prevenir

La responsabilidad de las calamidades que aquejan a cientos de miles de habitantes no puede adjudicarse al fenómeno natural o al “cambio climático”; los efectos del mismo son potenciados por la política de abandono a las poblaciones y de negocios inhumanos que durante años llevaron adelante los gobiernos de los partidos capitalistas. Algunas causas de esto son el crecimiento de la miseria y la pobreza extrema en estados como Guerrero, con cientos de miles que viven con una infraestructura edilicia y urbana absolutamente precaria, donde quienes están fuera de las zonas turísticas tienen carreteras y vías de comunicación en pésimas condiciones, en tanto que es evidente la existencia de un proceso de agresiva desforestación y de un uso irracional y anárquico del suelo en función de las ganancias capitalistas. Esto se suma al desprecio y la irresponsabilidad del gobierno: pese a los pronósticos de riesgo no hubo alertas oficiales de las dos tormentas que se avecinaban, y ahora son cientos de miles los que sufren la escasez de comida y dependen de la solidaridad popular que colabora con el acopio de víveres, mientras el secretario de Gobernación, Osorio Chong –responsable directo de la represión contra los maestros– declara que los decesos no son por falta de auxilio, sino por “imprudencia de la gente”. El desprecio del “nuevo PRI” por la calamidad y tragedia que sufren cientos de miles muestra que –como sus socios en el Congreso– está al servicio de los intereses patronales y es enemigo del pueblo trabajador!

Y si todavía no ha habido una crisis del gobierno por los efectos no previstos en la temporada de huracanes, es porque los partidos del Pacto por México le cuidan las espaldas a su socio priísta. Peor aun: el represor Peña Nieto, junto a Osorio Chong y Mancera, tiene el cinismo de montar un centro de acopio en el Zócalo. Es evidente que pretende así evitar que los maestros, vanguardia de la lucha contra las reformas estructurales, retomen el centro político del país, al tiempo que impulsa la división entre el magisterio y los trabajadores y los sectores populares. EPN pretende no sólo que el castigado pueblo mexicano se doblegue ante las reformas, sino que este gobierno al servicio de los capitalistas no puede ni quiere garantizar la ayuda más elemental que requieren los que sufren los efectos de esta situación.

Los trabajadores pueden dar una salida

Ante esto, junto a denunciar la responsabilidad criminal del gobierno y los partidos patronales, es fundamental que las organizaciones obreras y populares, en particular la CNTE, hoy referente de la lucha magisterial, impulsen la solidaridad activa y efectiva con los cientos de miles de damnificados, y organicen el acopio y el reparto de ayuda a todas las personas afectadas. Es necesario también que levanten un programa para garantizar el acceso a los alimentos, medicinas y el conjunto de las necesidades básicas para el pueblo trabajador afectado. Este programa debe partir de expropiar las abultadas dietas de senadores, diputados, gobernadores, secretarios de Estado y el presidente –como parte de un programa que plantee también, por ejemplo, que todo funcionario político gane lo mismo que un maestro– para crear un amplio fondo que permita satisfacer las necesidades de alimentos, medicinas y refugios dignos para la población. Junto a esto, es necesario imponer a los grandes empresarios, laboratorios, centros comerciales y supermercados a que entreguen alimentos, colchones, ropa, calzado y cobijas para garantizar en lo inmediato las necesidades básicas de alimentación, vestido y medicinas. Pero no puede quedarse allí. Hay que gravar con el aumento progresivo de impuestos a las grandes fortunas, dejar de pagar la deuda externa, y destinar esta recaudación a financiar un plan de obras públicas destinado a la creación de viviendas, hospitales y escuelas para los sectores más afectados por los huracanes, así como para planificar la modernización de la infraestructura urbana y de vías de comunicación que requieren millones de personas. Este plan permitirá también crear puestos de trabajo dignos para las millones de personas desempleadas o que laboran en el sector informal, sin ningún tipo de prestaciones. Éstas son algunas medidas de un programa que ataca directamente los intereses capitalistas y de sus representantes políticos, y que solo podrán ser impuestos por la movilización de los trabajadores y el pueblo. Sólo los trabajadores organizados democráticamente desde las bases –en alianza con los pueblos originarios, los campesinos pobres y los estudiantes en lucha– enfrentando al gobierno de los capitalistas y luchando por derrotar sus planes, pueden garantizar una salida de fondo frente a la crisis social que afecta el país.









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