Ante el estancamiento de la economía
Los trabajadores necesitamos imponer nuestra propia salida
05 Jun 2014
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Aldo Santos
Mientras el panorama de la economía nacional se complica, los empresarios y banqueros no dejan de acumular ganancias; los políticos a su servicio, quienes viven como reyes, quieren profundizar la entrega del país al imperialismo y que los trabajadores paguemos los costos de la crisis. ¡Que la crisis la paguen los patrones!
Magro crecimiento; magno endeudamiento
A pesar de la resistencia del gobierno federal a reconocerlo, los datos del INEGI sobre el desempeño de la economía mexicana confirmaron que ésta se estancó durante los primeros meses del año. El crecimiento que se espera para los próximos meses, en el mejor de los casos, será raquítico.
Por otra parte, la deuda pública aumentó, ascendiendo a 40.3% del PIB. Destacan en este monto los pasivos correspondientes a la deuda externa, así como a los rescates carretero y bancario, los cuales lejos de disminuir aumentan año con año. Este enorme dispendio de recursos contrasta con el siempre insuficiente y retaceado presupuesto público destinado para educación, salud, vivienda y alimentación.
El gobierno de EPN pretende solventar parte de estos gastos con la “reforma fiscal”, la cual inconformó tanto a empresarios como a sectores de las “clases medias”, pero a quienes más afecta es a los trabajadores y sectores populares que padecen el alza de precios que conlleva el aumento de impuestos. Mientras, las empresas reciben multimillonarios “incentivos” fiscales.
La dependencia de la economía nacional de la estadounidense, que se contrajo en el primer semestre de este año, no sólo dificulta las perspectivas de una fuerte recuperación económica sino que arrastra al país tras la suerte de nuestro vecino del norte, que no parece ser nada halagüeña.
¿Quiénes ganan con la crisis y las reformas?
Pese a la debilidad mostrada por la economía mexicana, 43 empresas del país obtuvieron utilidades por casi 45 mil millones de pesos en el primer trimestre de este año; y las ganancias de la banca privada sumaron de enero a abril 28 mil 73 millones de pesos. Esto quiere decir que, con crisis o sin crisis, los grandes empresarios y banqueros, nacionales y trasnacionales, no dejan de enriquecerse a manos llenas.
Mientras, los sueldos en México perdieron durante las últimas tres décadas casi 80% de su poder adquisitivo; los trabajadores padecemos desempleo; bajos salarios; el aumento en el costo de la vida; la precarización del trabajo; la pérdida de derechos laborales y de otras conquistas sociales. Éstas son las “variables” del ajuste que quieren aplicarnos a los trabajadores para hacernos pagar los costos de la crisis.
El gobierno de EPN asegura que todo mejorará cuando se consumen las modificaciones a las leyes secundarias que completen las “reformas estructurales”. Pero ya se ha demostrado en otros casos que la inversión extranjera, como la que se espera con la apertura de la industria energética, no ha servido para generar mayor capacidad productiva y trabajo, sino que se ha apropiado de bienes públicos, precarizando las condiciones laborales y recortando personal, posibilitando a las trasnacionales saquear los recursos del país.
Por un programa obrero para enfrentar la crisis
En distintos sectores, los trabajadores resisten la ofensiva patronal. Lo mismo los trabajadores mineros y metalúrgicos que reclaman por sus derechos laborales en varias empresas, que los electricistas del SME que quieren recuperar su fuente de trabajo, los telefonistas que defienden su contrato colectivo o los maestros que quieren echar abajo la reforma educativa y mejorar su salario.
Las organizaciones obreras que se reclaman democráticas y combativas, como el SME, la CNTE y otras, más allá de sus demandas particulares, deberían unificar su lucha detrás de un programa que responda a las necesidades más inmediatas que tiene la clase obrera, pero que al mismo tiempo pueda dar una salida de fondo a la crisis, lo que significa cuestionar al régimen político y al orden burgués, garantes de nuestra explotación y miseria.
Un programa que se proponga la ruptura de los pactos que atan al país al imperialismo, como el TLC y el Acuerdo Transpacífico. Que se proponga el no pago de la deuda externa e impuestos a las grandes fortunas, para un aumento sustancial del presupuesto público destinado a educación, salud, vivienda y alimentación popular.
Un programa que enfrente la reforma energética y el resto de las “reformas estructurales”, proponiendo la renacionalización de todas las industrias estratégicas bajo control de sus trabajadores democráticamente organizados.
Que enfrente los despidos y suspensiones, exigiendo el reparto de las horas de trabajo entre todas las manos disponibles con igual salario. Que luche contra la carestía, planteando un aumento salarial automático por encima de la inflación y un salario mínimo equivalente al costo de la canasta básica. Que pelee por los derechos de los trabajadores precarizados, exigiendo que tengan plenos derechos sindicales y que gocen del mismo contrato colectivo que los previamente sindicalizados.
Este programa sólo puede llevarse adelante consecuentemente con la lucha obrera y popular, independiente de las instituciones. Sólo podrá consumarse con un gobierno de los trabajadores, los campesinos y el pueblo, basado en su movilización revolucionaria y su organización democrática, sobre las ruinas del régimen de la alternancia, perspectiva por la cual luchamos desde el MTS.
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