Luchemos por una verdadera Asamblea Constituyente,
24 Feb 2015
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Luchemos por una verdadera Asamblea Constituyente, libre y soberana
El amplio y profundo cuestionamiento a las instituciones del régimen político que detonaron la masacre de Iguala y la desaparición forzada de los 43, propició que desde diversos sectores se esté planteando la necesidad de un nuevo Congreso o Asamblea Constituyente donde se redefinan las bases políticas del país.
Gabriel Bagundo
El pasado 5 de febrero, en el marco del 98 aniversario de la Constitución de 1917, se dieron cita más de mil personas en el Centro Universitario Cultural para discutir la propuesta de iniciar un “proceso constituyente”, impulsada por el obispo Raúl Vera y abrazada por organizaciones sociales, religiosas, de Derechos Humanos y personalidades como Javier Sicilia, Alejandro Solalinde, Francisco Toledo, Gilberto López y Rivas, entre otros.
Este encuentro, que se autodenominó “Constituyente Ciudadana y Popular”, convocó a quienes “imaginan un país más justo” para recuperar los contenidos sociales de la Constitución de 1917, los cuales son producto de las demandas campesinas, obreras y populares de la revolución iniciada en 1910. Con esta iniciativa se pretende crear una nueva Carta Magna y un Congreso sin los actuales partidos políticos “porque carecen de patriotismo”.
Al final del encuentro se acordaron 20 puntos que debería de incluir la nueva Constitución, entre los que destacan: el respeto a los derechos humanos, la libertad sindical y la erradicación de la violencia contra la mujer. De acuerdo con este planteamiento, la nueva Constitución también debería de ir en contra de las reformas estructurales y la subordinación política, militar y económica a Estados Unidos, así como garantizar los Acuerdos de San Andrés y los derechos indígenas y de los migrantes.
Para los participantes: “Una salida de este tipo, basada en las necesidades y anhelos de las mayorías nacionales, de las mujeres, los trabajadores del campo y la ciudad, las clases medias y los indígenas e indígenas-mestizos, no podrá venir de la putrefacta clase política reinante, ni de sus partidos e instituciones que sólo han servido para perpetuar la impunidad de sus integrantes. Y, mucho menos, de las empresas trasnacionales que hicieron de la economía una actividad criminal en la que despojo, delincuencia organizada y ganancias empresariales son una y la misma cosa".
Demandas sociales y legalidad burguesa
Los socialistas defendemos cada una de las conquistas sociales plasmadas en la Constitución, frente a las contra reformas neoliberales que buscan liquidarlas, pero también reconocemos que nuestra “carta magna” no fue producto del triunfo de los ejércitos campesinos de Zapata y de Villa, sino el mecanismo con el cual la fracción carrancista terminó de desactivar el proceso revolucionario y sentó las bases para el establecimiento de un nuevo régimen político (burgués), basado en preservar la propiedad privada, la explotación de obreros y campesinos y la subordinación al imperialismo.
Enfrentar la descomposición del régimen actual y sus “reformas estructurales” no pasa hoy por redactar una nueva Constitución -por muy avanzada que ésta sea en el papel-, sino por impulsar la movilización masiva e independiente de los trabajadores del campo y la ciudad junto a sus aliados en las calles para imponer nuestras demandas.
Frente a esta “democracia” retaceada y corrompida, que nos condena a elegir cada tanto quiénes serán nuestros próximos verdugos, la consigna de Asamblea Constituyente sólo tiene sentido si puede convocar ampliamente a la participación de los obreros, campesinos, indígenas y demás sectores populares, para que deliberemos libre y democráticamente sobre el país que queremos y tomemos las riendas de nuestro propio destino.
Al asumirse de antemano como “la Constituyente”, pero sin llegar a serlo, el encuentro del 5 de febrero dejó de lado el problema de cómo contar con la fuerza social que le permita alcanzar sus objetivos, lo que da a entender que esto es posible sin la participación activa de las masas populares y sin echar abajo al mismo régimen político que cuestiona.
Hay que acabar con el régimen de la “alternancia”
Desde el MTS hemos llamado a impulsar una Asamblea Constituyente, libre y soberana, organizada independientemente de los partidos patronales, sin ninguna restricción y con acceso igualitario a los medios de comunicación para las organizaciones obreras, campesinas, populares y de izquierda, con representantes electos por sufragio universal cada 50,000 habitantes, que sean revocables y cobren lo mismo que un maestro, donde voten todos los mayores de 16 años. Para nosotros, imponer esto está indisolublemente vinculado a desarrollar la movilización obrera, campesina y popular, hasta llegar a la huelga general política, para derrotar al gobierno y acabar con este régimen podrido e irreformable.
Sólo un gobierno provisional de las organizaciones en lucha, impuesto con la movilización revolucionaria de las masas, podría garantizar hasta el final que las resoluciones de un nuevo Constituyente sean cumplidas y no queden sólo en buenas intenciones.
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