Día Internacional de la Mujer Trabajadora

¡Movilicémonos por nuestros derechos!

11 Mar 2012   |   comentários

Por cuarto año consecutivo, el 8 de marzo se enmarca en la mayor crisis económica de la historia del capitalismo. La crisis que se desplazó hacia Europa desató una fuerte embestida contra los derechos y conquistas del grueso de la población trabajadora y popular. Este ataque desencadenó la respuesta defensiva de sectores de jóvenes y trabajadores, que vienen tomando las calles, impulsando huelgas generales y enfrentándose duramente contra el brazo represivo del estado en países como Grecia, España y las revoluciones en Medio Oriente.

En México, el ataque a los sectores populares y trabajadores también se ha dejado sentir. El aumento del costo de vida y del nivel de carestía, los despidos masivos, la reducción de turnos en fábricas y el desempleo que se generaliza son resultados de la crisis descargada sobre nuestras espaldas. La extinción de Luz y Fuerza del Centro y el reciente audio que ventila la posibilidad de liquidar también el IMSS son ejemplos claros de esta ofensiva. El reaccionario gobierno de Calderón logró asestar estos ataques bajo el amparo del ejército, con más de 500 mil efectivos ocupando las calles con el pretexto de la “guerra contra el narco”.

Una ofensiva contra las mujeres

Para las mujeres trabajadoras, indígenas, estudiantes, campesinas, pobres, lesbianas, negras y jóvenes, la crisis económica, además de mantener la opresión que implican las tareas socialmente denominadas como “femeninas”, como el trabajo doméstico y la crianza y manutención del núcleo familiar, profundiza la explotación que vivimos en el trabajo, siendo las primeras en ser despedidas, las últimas en ser contratadas y en recibir menor salario por el mismo trabajo. Es decir, además de tener que administrar la miseria en nuestros hogares, tenemos que soportar la explotación del cada vez más precarizado trabajo asalariado. Esta ofensiva contra las mujeres se traduce en un ataque directo sobre nuestros cuerpos, violentando y criminalizando el derecho a decidir cómo vivir nuestra sexualidad, nuestra vida afectiva y reproductiva.

El Estado ha desplegado en conjunto con la Iglesia y sectores ultraconservadores, una alianza que ha logrado imponer reformas antiaborto en 19 estados del país. Ante la conquista que en el DF representa la despenalización del aborto hasta las 12 semanas y la existencia de clínicas que den este servicio gratuito –resultado de años de movilización en las calles–, se opone la moral conservadora de la mayoría del PAN y el PRI –y en algunos casos hasta sectores del PRD– que encarcelan a mujeres que abortan incluso de manera espontánea, penándolas con hasta 35 años de cárcel. Esta alianza reaccionaria también opera contra las conquistas de la comunidad LGBTTTI, oponiéndose a otorgar derechos civiles plenos a las parejas del mismo sexo y esforzándose en evitar que otros estados reconozcan legalmente a las parejas lesbigays.
La doble moral y el discurso clerical del gobierno panista y los medios masivos de comunicación fomentan la opresión y una política retrógrada sobre hombres y mujeres y sus relaciones erótico-afectivas y la sexualidad.

Son reproductores de la intolerancia convertida en homo-lesbofobia y naturalizan los crímenes de odio, que van en aumento.
Por otro lado, el feminicidio también ha incrementado de manera alarmante. Tanto en la frontera norte como sur, y hacia los estados céntricos del país, este fenómeno se ha extendido y cobra más víctimas cada día. Ahora es el Estado de México el primer lugar en asesinatos de mujeres, rebasando las cifras de una década de Chihuahua en tan sólo año y medio. No obstante, el feminicidio en este contexto debe entenderse en también como un mecanismo de control del descontento popular, pues emite un claro mensaje contra las mujeres que se organizan. El ejemplo más claro de esto son los recientes ataques a la histórica luchadora contra los feminicidios, Norma García Andrade, dirigente y fundadora de Nuestras Hijas de Regreso a Casa en Cd. Juárez, y el asesinato de activistas y periodistas como Susana Chávez, Marisela Escobedo y Rocío Yarce.

El mapa que da cuenta de los estados con mayor índice de asesinato de mujeres tiene una estrecha relación con la fuerte presencia militar y policíaca reforzada que impera en esas zonas durante este sexenio. Es imposible deslindar al ejército y cuerpos policiales de su complicidad en la desaparición y secuestro de cientos de migrantes en su camino hacia Estados Unidos desde la frontera norte. Con 80% de las mujeres migrantes que atraviesan el país violadas, las más vulnerables con los militares en las calles somos nosotras.

La única salida: la movilización callejera y activa

Este 8 de marzo, atravesado por las campañas electorales, el partido en el poder pretende imponernos por 6 años más su legado de pobreza, violencia, corrupción y servilismo empresarial. Desde Pan y Rosas creemos que, ante este reaccionario panorama, es indispensable que salgamos unitariamente a las calles en defensa de nuestros derechos, contra esta política que seguirá imponiendo miles de asesinatos y feminicidios en todo el país, para obligar a los militares a volver a sus cuarteles.
Por que el ejército sólo sirve para cuidar los intereses de los ricos, las grandes organizaciones democráticas, sindicales, obreras, campesinas, barriales, indígenas, de mujeres y estudiantiles debemos acordar un plan nacional de lucha, donde las mujeres incorporemos nuestras demandas y que cambie la relación de fuerzas a nuestro favor.
Las mujeres trabajadoras debemos confiar en nuestra fuerza organizada junto a nuestros compañeros de clase, si apostamos a los métodos históricos de la lucha obrera y callejera, como la huelga nacional, el paro general, los piquetes y cierres de calle y la toma de fábricas, siempre con independencia de clase, podremos realmente desestabilizar al régimen, como lo hacen ya en Grecia y Egipto y las jóvenes, mujeres y trabajadores.
Sólo con un gran y activo movimiento en las calles, que luche contra la militarización y contra esta crisis que los de arriba descargan sobre los de abajo, y que levante como suya la bandera de la mujer trabajadora y nuestras demandas, podremos alcanzar nuestras demandas.

Este 8 de Marzo, movilízate con Pan y Rosas en defensa de nuestros derechos.
¡Que la crisis la paguen los capitalistas!
Contra la violencia a la mujer:
¡Alto al Feminicidio!
¡Destitución, juicio y castigo a jueces y autoridades cómplices de impunidad ante los feminicidios!
¡Por Comisiones Independientes integradas por luchadoras contra el feminicidio, personalidades de derechos humanos y familiares de las víctimas!
¡Apertura de todos los expedientes de casos de feminicidio!
¡Por un gran movimiento nacional contra la militarización! ¡Fuera el ejército de las calles! ¡Alto al ataque y hostigamiento a los y las luchadoras sociales!

Por el derecho al aborto legal, libre seguro y gratuito en todo el país:
¡Abajo las leyes antiaborto en todo el país!
¡Libertad a todas las mujeres presas por abortar!
¡Separación efectiva entre la iglesia y el estado!

Por los derechos de la comunidad LGBTII:
Esclarecimiento y castigo de todos los crímenes de odio
Todos los derechos para parejas del mismo sexo en todo el país

Todas las mujeres a apoyar al magisterio y al IMSS
A raíz de la extinción de LyFC, se redobló la embestida contra los sindicatos y los sectores trabajadores. El magisterio enfrenta un ataque directo contra la educación pública y los derechos laborales de los y las docentes, un gran sector comienza a organizarse contra Elba Esther y la antidemocracia sindical. El contundente paro y la movilización de decenas de miles maestros del pasado 18/1 a raíz del asesinato de los normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, a manos de elementos policíacos, demostró el potencial y explosividad con la que cuenta el magisterio. En el IMSS, una vanguardia se movilizó el pasado 24/2 contra el intento del gobierno de desmantelamiento del Instituto (ver páginas centrales).
Pan y Rosas participó en estas movilizaciones y asambleas, haciendo un llamado urgente a la unidad de los sectores sindicales y obreros en lucha.
Tanto el sector salud como el magisterio son sindicatos con amplia mayoría femenina, miles de profesoras y trabajadoras de la salud han salido a las calles recientemente y miles más comienzan a tomar conciencia del feroz ataque a su sector. Desde Pan y Rosas hacemos un llamado a las organizaciones de mujeres, feministas y democráticas y en particular a las compañeras combativas del Pacto Nacional por la Vida la Libertad y los Derechos de las Mujeres, que discutamos una forma efectiva de apoyar activamente estos sectores y sus movilizaciones.









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