El gobierno y los partidos del congreso
Muestran la degradación de la “democracia” para ricos
02 Jun 2009
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El gobierno creó una sensación de inseguridad en la población para dejar todo en manos de la tutoría estatal y, después, “demostrar” que fue precisamente su control sobre la situación lo que actuó como “salvador” en esta emergencia. El llamado a la población a permanecer en sus casas y a “aprovechar el tiempo para convivir con la familia”, fue parte de esa política de control de masas. Todo ello para no perder popularidad y terreno ante la proximidad de las elecciones del 5 de julio, y no quedar debajo del PRI en los sondeos. Pues, más allá de las hipótesis superficiales sobre una “conspiración gubernamental contra el pueblo” o, un “criminal distractor social” que esgrimen principalmente algunos grupos de la “otra campaña”, sí existe escepticismo hacia el gobierno por la forma en que manejó la crisis epidémica, tendencia que es alimentada por la deslegitimidad que arrastra Calderón desde el fraude del 2006. Tan sólo la anunciada “estabilización” de la epidemia fue desmentida por más fallecimientos y por la propagación de la epidemia a más estados del país (del los 16 registrados hasta el 2 de mayo, hoy son 28 los estados afectados).
Respaldo de los partidos del Congreso
Sin embargo, hasta ahora el gobierno tiene el control de la situación (sacó lecciones de la inacción del priísta Miguel de la Madrid en los sismos del´85) y usa la complicidad de los monopolios informativos para evitar que la desconfianza se profundice y devenga en crisis política. Y, aunque tarde, salió a ponerse al frente de la campaña mediática, y hasta cuestionó “enérgicamente” a los gobiernos que interrumpieron sus vuelos a México.
Para ello, apuesta al apoyo del gobierno de Obama que, pese a las presiones de su Congreso (dada el alza de contagios en ese país), se resistió a cerrar la frontera de los EE.UU. No pasará mucho tiempo en veamos el cobro de facturas del vecino IMPERIALISTA.
En lo interno, el gobierno cuenta con el respaldo de los partidos del Congreso de la Unión que, dada la situación y sus intereses parlamentarios, no quieren aparecer ante la opinión pública regateándole apoyo al presidente. Y, aunque no se puede predecir cómo se desarrollará esta situación, es claro que hay unidad política sobre la respuesta a dar ante la crisis epidémica, la cual incluye inéditas medidas de excepción. El apoyo de los gobernadores a Calderón mediante la Comisión de Salud de la Conferencia Nacional de la CONAGO, es un aval político que cerró flancos de conflictos. Igual rol cumplió el viejo aparato charro, que no sólo se disciplinó a los planes anti-obreros, sino que avaló la política oficial ante la epidemia, y le facilitó las cosas al gobierno suspendiendo la marcha del 1 de mayo con el pretexto de la contingencia sanitaria.
Autoritarismo para acallar el descontento
Es este cierre de filas institucional, lo que le permitió a Calderón imponer la “dictadura sanitaria” dirigida por la Secretaría de Salud, la cual concentra un gran poder político al que se subordinan los cuerpos de seguridad, las secretarias de estado y el Congreso. Son medidas bonapartistas que inhiben la lucha social y controlan la situación con decretos; y confirman -¡una vez más!- que con la “alternancia” no avanzó la democracia. Estamos viendo una tendencia autoritaria por parte del gobierno que sirve, en perspectiva, para preparase para nuevos escenarios de la lucha de clases, que los procesos electorales y los mecanismos de “participación democrática”, no puedan contener. Por ello probaron con los allanamientos en casas habitación, en tanto que las leyes votadas en el Senado en medio de la crisis epidémica, que facultan a la “nueva” Policía Federal para intervenir sitios, correos electrónicos, teléfonos particulares; meter infiltrados en los grupos que el régimen considere de riesgo; a obtener los datos confidenciales de cualquier ciudadano, indican una fuerte tendencia al autoritarismo.
Esto es congruente con la política del panismo de profundizar la militarización y los mecanismos de coerción sobre los trabajadores y sus organizaciones. Calderón mostró esta política durante las inundaciones en Tabasco, amenazando –con el ejército al lado- a los que cuestionaron la negligencia del gobierno. Los decretos presidenciales, y darle un rol más preponderante a los militares, busca usar el poder del estado contra las masas trabajadoras, violando las garantías individuales que la misma Constitución burguesa consagra. En esta etapa de decadencia capitalista, cada vez más, el avasallamiento de los derechos laborales y sindicales y el ataque a las libertades democráticas, pone al orden del día la necesidad de una lucha, encabezada por la clase trabajadora, contra el autoritarismo y la antidemocracia del régimen. Como planteamos más abajo, es necesario un programa de los explotados y oprimidos para enfrentar la degradación y el ataque reaccionario de los representantes de los capitalistas.
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