Editorial
Después del 1° de mayo
13 May 2014 | Se acumulan contradicciones que amenazan la estabilidad requerida por el imperialismo y los patrones para sus negocios, basados en el saqueo, la miseria y la explotación de millones. Mientras el gobierno y los partidos en el Congreso de la Unión discuten cómo avanzar con las reformas estructurales, el malestar popular crece y sectores de trabajadores están saliendo a luchar.
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A pesar de que Peña Nieto prometió que las “reformas estructurales” detonarán el crecimiento económico, el INEGI declaró que el país había entrado en recesión, lo que luego desmintió el Secretario de Hacienda, Luis Videgaray. Más de 10 millones de trabajadores no pueden adquirir la Canasta Alimentaria Recomendada, cuyo costo se estima en 185 pesos, mientras el salario mínimo no llega ni a los 70. A esto se añade el deterioro de las condiciones de trabajo, legalizado con la reforma laboral, que ha significado precarización, subcontratación, obstáculos a la libre sindicalización, a la contratación colectiva y al derecho de huelga de la clase obrera.
Mientras los patrones y sus políticos sirvientes viven como reyes, los trabajadores somos súper explotados y nuestras familias pasan hambre. La brutal desigualdad, la miseria, la precarización del trabajo, la explotación y el desempleo están acicateando el descontento y provocando nuevas luchas de los trabajadores.
Reclamos obreros
El 1° de mayo, en los principales estados del país resurgieron sectores de trabajadores dispuestos a enfrentar en las calles los planes de EPN, como los maestros de la CNTE y los electricistas del SME, sindicato que encabeza la Nueva Central de Trabajadores (NCT) o los mineros en Coahuila. Más allá de que han sufrido duros golpes, estas organizaciones se mantienen como referentes de lucha contra el gobierno.
Y aunque no marcharon el 1/5 junto con la NCT, por la política divisionista de los dirigentes sindicales de la UNT, los telefonistas del STRM aprovecharon la fecha para expresar su rechazo a la modificación de su Contrato Colectivo de Trabajo, que pretendía imponerles Slim. No les agradó a muchos que su líder sindical, F. Hernández Juárez, haya ido ese mismo día a Los Pinos con Peña Nieto y los charros priistas, pues identifican en el gobierno federal a un enemigo.
En el norte del país, a pesar de que los trabajadores de la Universidad de Sonora, luego de 68 días en huelga en defensa de su Contrato Colectivo de Trabajo, se vieron forzados a reanudar labores por un laudo de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje que desconoció sus demandas, su resistencia y disposición combativa puede ser emulada por otros. Mientras tanto, en la UNAM un sector de académicos sigue oponiéndose, aunque en condiciones difíciles, a las modificaciones reglamentarias promovidas por la rectoría que atentan contra sus derechos.
Por su parte, los obreros de varias empresas del sector minero-metalúrgico, estallaron recientemente paros de labores para exigir, entre otras demandas, un mayor reparto de utilidades y, en algunos casos, que se respete su voluntad de afiliarse al Sindicato Minero (SNTMMSRM), rompiendo con los charros de la CTM. Estos paros son la expresión de sectores del movimiento obrero industrial, que están dispuestos a defender sus derechos y comienzan a cuestionar –con métodos radicales– a los líderes traidores que dicen representarlos.
Demandas democráticas
A esto se suma el repudio que han despertado en sectores de la juventud, la intelectualidad y el pueblo en general, la represión y el autoritarismo del gobierno federal, como mostró el amplio rechazo que se expresó contra el intento oficial de legalizar la censura en Internet; o el impacto en la “opinión pública” que tuvieron los cuestionamientos del director de cine, A. Cuarón, a Peña Nieto sobre la reforma energética. O las movilizaciones contra la inseguridad en Morelos, Estado de México, Veracruz, Michoacán, etc., cuestionando al gobierno y sus cifras sobre la disminución de la descomposición social.
Vientos de cambio
Si bien no estamos todavía ante un ascenso obrero, se percibe en los paros y acciones que se vienen dando una disposición a la lucha que podría anticipar un mayor protagonismo de la clase trabajadora en la escena nacional; algo que el gobierno, los patrones, sus partidos y los charros tratarán a toda costa de evitar. Y que seguramente tendrá repercusiones en los partidos que se dice opositores al gobierno pero vienen legitimando esta gran ofensiva contra la población trabajadora. Es el momento de unificar el descontento obrero y popular sin confiar en más diálogos tramposos del gobierno y los patrones, y fortalecer toda iniciativa que se proponga luchar con una política independiente.
Unidad obrera contra las “reformas estructurales”
Es necesaria la más amplia unidad de los trabajadores y el pueblo para enfrentar los planes de EPN. Hay que unificar todas las luchas para que ninguna quede aislada y triunfen. Hay que rodear de solidaridad a los mineros del norte que están enfrentando a los carros de la CTM, la principal entregadora de las conquistas obreras.
La CNTE y la Nueva Central Sindical deberían convocar a un Encuentro Nacional de todas las organizaciones obreras y populares que se reivindican democráticas y combativas, donde se defina un plan de acción unitario y un programa de reivindicaciones que conduzcan al paro nacional, bajo una perspectiva independiente de las instituciones del régimen y de los partidos patronales.
Desde el MTS creemos que este Encuentro debería plantearse echar abajo todas las reformas neoliberales, así como el TLC, el Acuerdo Transpacífico y todos los pactos que atan al país al imperialismo. Exigir el no pago de la deuda externa e impuestos progresivos a las grandes fortunas para que se destine más presupuesto público a salud, educación, vivienda, etc.; así como un aumento salarial automático para todos los trabajadores conforme aumente el precio de la canasta básica, entre otras medidas elementales para que la crisis la paguen los patrones.
Este programa debe llevarse hasta el final por un gobierno de los trabajadores, encabezando a todos los sectores populares, con su acción revolucionaria y basado en su organización democrática, sobre las ruinas del proimperialista, autoritario y represor régimen de la alternancia.
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