Oprimidas y explotadas: la doble jornada laboral de las mujeres.

30 Aug 2013   |   comentários

Con el empleo de la máquina en el modo de producción capitalista el trabajo sufrió una completa transformación, ya que permitió a los patrones emplear a obreros con menor fuerza física pero aumentando el ritmo de producción. Ante la facilidad que esto trae para poder producir más con menos esfuerzo físico se incorpora a mujeres y niños al trabajo capitalista.

Pero, ¿qué implicó esto? Convertir a todos los miembros de la familia en trabajadores asalariados y así, la posibilidad de una mayor extracción de ganancia a costillas del trabajo de todos. El valor de la fuerza de trabajo entonces se comienza a determinar por lo necesario para poder mantener a una sola persona y no a una familia completa, es decir, el patrón solo pagará el salario que corresponde a la reproducción de su trabajador, haciendo necesario que trabaje toda la familia para poder sostenerse.

¿Y para las mujeres? El capitalismo nos vendió la falsa idea de que éramos libres de trabajar bajo este sistema, nos dio “el derecho” al trabajo y nos llevó a las fábricas a cumplir con jornadas laborales muy mal pagadas, por debajo de los salarios de los hombres que hicieran el mismo trabajo que nosotras. ¡Y no sólo eso!, nos obligó desde entonces a cumplir con una doble jornada laboral: una en los centros de trabajo y otra en la casa, donde nos encargamos del cuidado de la familia (nuestros hijos y parejas que explota también el capitalista). La doble explotación que sufrimos las mujeres bajo el capitalismo nos pone en condiciones deplorables; mientras en el centro de trabajo las presiones son por producir más en menos tiempo, las tareas del hogar como planchar, lavar, hacer de comer, cuidar a los hijos, etc., nos son impuestas como una obligación que se ahorra el capitalista. ¿Dónde están las guarderías gratuitas, dónde los comedores, dónde las lavanderías públicas? Estas carencias limitan nuestra participación en las discusiones políticas que se desarrollan en nuestros sindicatos (cuando somos sindicalizadas) o en los centros de trabajo precario e informal.

Hoy las mujeres que trabajamos sabemos de estos males, vivimos bajo condiciones de trabajo inhumanas, recibimos salarios de miseria, somos acosadas en los centros de trabajo, no nos permiten organizarnos para exigir mejores condiciones y evitan a toda costa hacerse responsables cuando nuestras condiciones particulares de género nos impiden trabajar, como durante el embarazo. Y los patrones no cambiarán, ellos siempre intentarán pagar menos por producir más, y la forma más fácil de reducir los costos es reduciendo los salarios.

Para muestra un botón, la baja de salarios y los despidos durante la crisis de 2008 trajo consigo una alta tasa de pobreza que aumenta año con año, sobre todo en los países, “subdesarrollados”; aunado a esto, la crisis alimentaria aumenta los precios de los alimentos de forma exagerada (400% en el caso del tomate para 2013), el número de personas con hambre también creció, se dio un boom en el trabajo precario e informal y las mujeres fuimos las que más lo padecimos ocupando el 70% del trabajo precario. Somos nosotras quienes llevamos la administración de los hogares en la mayoría de los casos, hacemos que los frijoles rindan más y que nadie se vaya a la cama con el estómago vació, sufrimos condiciones de pobreza obligada y con nuestros bajos salarios les pagamos a los capitalistas la crisis que ellos mismos provocaron.

No es posible continuar en estas condiciones, es necesario denunciar nuestra inconformidad sobre la situación del trabajo femenino y de la clase obrera en su conjunto. ¡Basta ya de salarios de miseria! Es por esto que vemos la necesidad de organizarnos, el capitalismo ha intentado salir de su crisis a costa de mantener a la clase trabajadora sumida en la miseria y a las mujeres aún más, al ser doblemente explotadas pero también oprimidas por el sistema patriarcal. Es necesario organizarnos para romper con estas cadenas y conquistar nuestros derechos. Te invitamos a que nos contactes para que nos acompañes a nuestras reuniones.









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