Editorial
Peña Nieto y Calderón tensan la cuerda con sus planes
01 Nov 2012
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En las últimas semanas se dieron importantes acontecimientos en la escena nacional. El asesinato del hijo del priísta exgobemador de Coahuila, Humberto Moreira, como respuesta a la muerte del hijo de uno de los jefes de los Zetas, mostró la fuerza del narco y fue una advertencia de éste a Peña Nieto respecto a la estrategia de seguridad que adoptará su gobierno. Evidenció también el contexto reaccionario que rodea a la población, donde los trabajadores se encuentran "a dos fuegos": el de los cárteles de la droga y el de los militares que violan sus derechos "sitiando" virtualmente al movimiento obrero y popular en varias regiones del país.
Mientras tanto, el descontento popular está emergiendo. Distintos sectores de trabajadores han salido a movilizarse; en tanto que la juventud y el movimiento estudiantil se hacen parte de la movilización, como vimos en Michoacán, donde los normalistas enfrentaron la dura represión priísta. En este ambiente de intimidación, el PRI y el PAN imponen la reaccionaria nueva ley laboral y buscan privatizar parcial-mente Pemex alentando a los patrones a ir por más y avasallar las organizaciones obreras y sus conquistas. Ésta es la "democracia" que prometía la alternancia: entrega y sumisión al imperialismo y los patrones. Y éste es el aparato sindical pro-patronal en el que se apoyó la "transición democrática" para imponer las demandas de la burguesía mexicana y las transnacionales en los últimos arios contra la clase trabajadora.
Roces y discusiones entre "los de arriba"
Aunque las recientes protestas de los charros priístas del Congreso del Trabajo, ante una eventual negociación de su partido en cuanto a la fiscalización de los sindicatos, no llegaron a una "rebelión en la granja", muestran el alcance de las contradicciones existentes por esta medida. Los charros prefieren un acuerdo con su partido antes que convocar a todos los trabajadores a enfrentar la reforma, ya que saben que éstos pueden salir a luchar, como hicieron los de Nissan, o el magisterio, que viene enfrentando los planes del gobierno y a Elba Esther Gordillo.
La clase obrera no puede confiar ni por un minuto en los discursos altisonantes de estos charros que nunca han defendido sus intereses. Hasta ahora, los trabajadores, debido al control charro del Congreso del Trabajo, no han visto en los sindicatos llama-dos independientes, un aliciente para salir a la calle y movilizar-se y romper con las direcciones priístas. Y es que los sindicatos de la UNT y el SME (que en gran parte obedecen a la política pro-patronal y parlamentarista del PRD), no llamaron a la movilización para rechazar totalmente la reforma laboral y generaron ilusiones en que será mediante la presión al Congreso como se frenarán esta ofensiva. Lejos de una política independiente y de buscar la confluencia de to-dos los sectores afectados por los planes económicos (como vemos que sucede en Grecia, Italia, el Estado español, Portugal y Francia entre otros), estos dirigentes están comprometidos en mantener la estabilidad del régimen y llevar el descontento tras la confianza en la oposición burguesa parlamentaria.
Hay que profundizar la lucha y la movilización
Pero la situación tiende a tensar-se ante el embate de los planes anti obreros, la antidemocracia y la represión. Las movilizaciones de miles de estudiantes y trabajadores de la educación en varios estados, rechazando la represión a los normalistas de Michoacán que están en paro contra la reforma que los afecta, son muestra de ello. A la ingobernabilidad existente en el norte del país y en otras regiones por la confrontación con el narco, se suma un creciente descontento, en momentos en que Peña Nieto aún no asume la presidencia. Este desgaste político prematuro (aunado al cuestionamiento popular por la tramposa forma en que llegó al gobierno) es el "Talón de Aquiles" de la estabilización y gobernabilidad que desea el "nuevo PR!". La política de las direcciones sindicales va a contramano de las tareas del movimiento obrero y popular. Es necesario romper con la política de presión sobre el Congreso y la confianza en los acuerdos parlamentarios que dan tregua a los patrones. Hay que potenciar el des-contento popular fortaleciendo la movilización en las calles de todos los sectores afectados por los planes antipopulares.
Los trabajadores deben superar la política impotente de la UNT y el SME que actúan como correa de transmisión del PRD o de la estrategia de "resistencia civil y pacífica" de López Obrador. Urge una política clasista, independiente de los partidos del Congreso, que unifique las luchas y protestas, y llame a los trabajadores de los sindicatos del Congreso del Trabajo a organizarse para derrotar la nueva reforma laboral, el aumento al IVA, la privatización del petróleo, los recortes a la educación y la salud, la libertad de los presos por luchar. El magisterio disidente, los normalistas, los estudiantes en lucha y los obreros de Nissan pueden encabezar el llamado a una Coordinadora Nacional que discuta un plan unificado de lucha, desde donde se pueda preparar un paro nacional efectivo contra esta ofensiva reaccionaria.
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