Por la unidad y la movilización de la clase obrera para enfrentar el ataque

08 Mar 2007   |   comentários

El gobierno que asumió la presidencia después del fraude avalado por el PRI, los empresarios nacionales y el imperialismo norteamericano, han iniciado su primer semestre con una profunda debilidad que, parece ser, puede agudizarse en los próximos meses.
Después de asumir el nuevo gobierno, Felipe Calderón, flanqueado por masivas movilizaciones de repudio al alza de precios y por la reciente lucha del pueblo de Oaxaca, tuvo que responder a los focos rojos de inestabilidad con el garrote. Su política represiva intentó disciplinar sobre todo, el proceso más avanzado de la lucha de clases en los últimos años, organizado alrededor de la APPO y, por esa vía, «disciplinar» a las masas desencantadas después de 6 años de gobierno del «cambio».

Acompañado de una mediática y aparatosa política contra el narcotráfico, presenta al mundo, la imagen de un nuevo gobierno inflexible, ligado al ejército, militarizando el país y fiel al imperialismo.
Junto a ello, Calderón aplicó a rajatabla una serie de medidas profundamente antiobreras y antipopulares que reactivan el descontento. Las «cuentas pendientes» que un sector del PAN le esta cobrando a Calderón, no hacen mas que fortalecer la imagen de debilidad del nuevo presidente, que debe responder defensivamente a las aseveraciones explícitas del ex presidente Fox y del presidente nacional del PAN, Manuel Espino, de que Fecal llegó a la presidencia gracias a la intervención directa del entonces presidente y al acuerdo entre el PAN, el IFE y los grandes empresarios. El proyecto calderonista es aplicar a rajatabla las medidas imperialistas incumplidas por el foxismo y profundizar la subordinación de la economía mexicana a los designios, vaivenes y descalabros de la economía norteamericana.

La visita de Bush a México, dentro de su gira latinoamericana, evidencia la continuidad del proyecto entreguista del nuevo gobierno. La posibilidad de que Calderón logre algún arreglo migratorio que le ayude a aparecer mejor ante las masas y fortalecerse, es prácticamente nula y de hecho, en la «agenda bilateral» pocos puntos sustanciales podrán discutirse producto de que Bush esta en el último y mas desastroso periodo de su mandato, después del declive de la política militar de EEUU en Irak. Mientras, el Estado mayor presidencial y el ejército atrincheran la ciudad de Mérida para recibir al patrón imperialista, los trabajadores mexicanos siguen siendo asesinados en la frontera norte.
Si bien el movimiento antifraude fue desinflado por la política de AMLO y el PRD (que en todo momento privilegió el respeto a la «institucionalidad») y la lucha de Oaxaca sufrió un duro golpe con la represión, nadie puede afirmar que la frágil estabilidad de los meses recientes pueda continuarse.

La deslegitimación del gobierno y las medidas que ha tomado, atentando contra el ya de por si postergado nivel de vida de los trabajadores, campesinos y el pueblo pobre, han generado la reaparición del movimiento obrero y sus organizaciones sindicales como quedó demostrado en la marcha del mes de enero, donde cientos de miles inundaron el Zócalo contra el aumento de precios y el desempleo.
Mientras el gobierno ha tenido que enfrentar diversos escándalos, como el que generó las declaraciones del gobernador priísta de Coahuila, Moreira y el «napito», que señalaron a Fox como responsable de «negligencia» en el caso Pasta de Conchos y como artífice de la campaña de persecución contra el líder minero organizada desde los Pinos. El intento de imponer a Elías Morales en el sindicato minero, lejos de ser un «éxito» del PAN y el gobierno ha significado una confrontación directa con los trabajadores mineros que defienden su autonomía sindical, apelando a la acción obrera radicalizada, como en Sicartsa y los varios paros generales mineros, uno apenas el mes pasado.
En la escena nacional, comienzan a aparecer de forma cada vez más protagónica los trabajadores, con un sano instinto de unidad de las filas obreras para frenar las despiadadas medidas imperialistas y detener el ataque contra sus conquistas.

La heroica Comuna de Oaxaca, más allá del duro golpe que le dio el gobierno, manteniendo a la fecha la persecución y represión a los oaxaqueños, ya dejó grandes lecciones para el futuro de la lucha de clases en México, el paro magisterial, la movilización en las calles, las barricadas, la desconfianza en el régimen, los elementos de autoorganización, la gran toma de los medios de comunicación para ponerlos al servicio de la lucha, la disposición a no entregar la lucha y el combate contra las maniobras de la dirección, eso es lo que debemos gritar a las próximas generaciones y trabajadores que seguramente saldrán a combatir y también las lecciones que dejan las masivas movilizaciones del movimiento antifraude pueden estar siendo motores para que la clase obrera comience a levantar la cabeza.

La convocatoria al paro del primero de mayo debe servir para fortalecer la organización y la lucha de los sectores que salen a las calles: mineros, telefonistas, electricistas, maestros, etc. Por su parte, las direcciones sindicales que se dicen democráticas deben convocar ya a la más amplia movilización e ir preparando un verdadero paro nacional, particularmente el SME y la CNTE. La UNT que no apoyo activamente la lucha de Oaxaca y aceptó los topes salariales impuestos por la secretaría del trabajo y los patrones, si realmente quiere enfrentar el ataque, debe preparar efectivamente el paro nacional.

El límite que aún tenemos los trabajadores para preparar una verdadera lucha nacional contra el ataque, son nuestras propias direcciones. La política de AMLO y la CND se mostró impotente para echar atrás el fraude. Y la falta de movilizaciones y un paro nacional en solidaridad y por la extensión de la lucha de Oaxaca, sin duda fue el marco que facilitó la entrada de la PFP, ante el aislamiento en el que se dejo a la APPO.

Por eso, los trabajadores debemos confiar en nuestras propias fuerzas.
Toda lucha contra el gobierno debe estar orientada en una perspectiva de independencia de clase de los partidos del régimen, incluso el PRD, que impulsa también en el DF las políticas de ataque hacia los trabajadores. Es fundamental fortalecer esta unidad que se ha manifestado en las calles y preparar una lucha consecuente contra el ataque, en la perspectiva de una lucha contra este régimen y sus instituciones. Primero, para liberar a los compañeros oaxaqueños presos en las cárceles del represor Ulises Ruíz, de Atenco y todo el país, frenar la represión y la militarización del país. Es fundamental luchar por un salario de emergencia de acuerdo a la canasta básica y por el reparto de las horas de trabajo entre todas las manos disponibles para frenar el cáncer de la clase obrera que es el desempleo.

Los trabajadores, debemos levantar un programa que apunte a resolver la profunda crisis del campo, donde se han enriquecido los dueños de los agro bussines, a costa del trabajo del proletariado agrícola y los jornaleros, mientras los campesinos pobres viven en condiciones miserables. Por ello, lejos de lo que plantea el PRD para renegociar el TLC, debemos luchar por la ruptura de todos los pactos que nos atan al imperialismo.

Además esta lucha, debe desarrollar el descontento nacional que existe contra los planes de miseria y explotación en una lucha contra el imperialismo y convertir en movilizaciones y acciones, el repudio a la política norteamericana que mata de inanición hambre y represión en la frontera a miles de trabajadores mexicanos y latinos que deben salir huyendo del hambre que existe en los estados mas pobres del país









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