Frente al proyecto de López Obrador
¿Qué política necesitamos?
13 Mar 2009
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Después de las elec ciones internas en el PRD, y con la consagración de Jesús Ortega como presidente del partido, se impuso el ala que aparece como más abiertamente negociadora con el gobierno. Los llamados «chuchos» fueron quienes impulsaron el acuerdo en el Congreso para aprobar la reaccionaria reforma a PEMEX, que hoy el PRD presenta en sus spots como un triunfo. Fue la bancada parlamentaria encabezada por Ruth Za-valeta, la que llamó a confiar en la gestión del Congreso y condenó abiertamente las movilizaciones, favoreciendo la política del gobierno.
La política de este sector no es -como quieren verlo algunos- solamente el producto del carácter conciliador de los dirigentes de Nueva Izquierda. Los pactos con el PRIAN y la corrupción que envuelve a sus cuadros dirigentes, son el fruto de una política, desarrollada por el sol azteca durante muchos años, que busca preservar la gobernabilidad y la estabilidad política de las instituciones. Sólo así puede explicarse el peso conquistado por Nueva Izquierda y sus aliados al interior del PRD.
Después del triunfo de Ortega, hubo quienes reclamaron la ruptura de López Obrador con el PRD, y la constitución de un movimiento político junto al PT y a Convergencia, aprovechando el registro electoral conquistado por esos partidos. Al menos por ahora, esta posibilidad se ha alejado, y los sectores afines a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en el PRD pretenden reconquistar espacio hacia las próximas elecciones, aprovechando el prestigio del tabasqueño. De hecho, AMLO parece haber utilizado las ofertas del PT y Convergencia para presionar a la dirección del PRD, y conjurar maniobras que lo dejen fuera de la candidatura presidencial en el 2012.
El pacto en los hechos entre las corrientes del PRD, muestra que primó el interés de no ir divididos en las elecciones, retrasándose la ruptura o la expulsión de AMLO. Esto se articula con el hecho de que lo dejarán llamar a votar por el PT y Convergencia, mientras llame a votar por el PRD en algunos lugares. Sin embargo, es posible que ya que la relación de fuerzas favorezca a uno de los dos bloques, este pacto podrá romperse y acelerarse la ruptura.
Un programa que ataque de raíz a los capitalistas
López Obrador sigue siendo el dirigente más popular del PRD. La mayor parte de los movimientos de oposición al gobierno se adhieren abiertamente al lopezobradorismo, o en su defecto buscan presionar a AMLO para que impulse una lucha contra el gobierno, confiando en su política, como es el caso de las organizaciones agrupadas en el VII Dialogo Nacional. Incluso organizaciones que se reclaman socialistas, como el PRT, se ubican abiertamente apoyando a AMLO y se han integrado al frente conformado por el PT y Convergencia.
En tanto, para millones de trabajadores, campesinos y jóvenes, la figura del tabasqueño es -dentro o fuera del PRD- un referente de lucha, al que ven como la oposición consecuente al gobierno de Calderón, al PRI y al PAN.
Sin embargo, desde la LTS, así como luchamos contra los ataques antidemocráticos y reaccionarios del gobierno y del PRI-PAN -como el intento de desafuero de López Obrador y el fraude del 2006-, y defendimos el derecho democrático de las masas a elegir su candidato, decimos también que la política y el programa de AMLO no puede resolver las demandas y aspiraciones fundamentales del pueblo trabajador.
Y es que, aunque se oponga a los aspectos más reaccionarios y antipopulares del PRIAN (como la privatización abierta de PEMEX), e impulse medidas vistas como progresivas por amplios sectores de la población, si lo que queremos es resolver la miseria, el hambre y la entrega, es necesario atacar de raíz los intereses de los capitalistas, los terratenientes y las transnacionales.
Pero esta perspectiva está ausente en la política de López Obrador. Para enfrentar la entrega de PEMEX no basta con proponer enmiendas a la reforma petrolera (que dejan abierto y no cuestionan el ya consumado ingreso de capital a determinadas áreas). Es necesario rena-cionalizar las áreas ya con-cesionadas y ponerlas bajo control de los trabajadores, donde el rumbo de la industria y la defensa de la soberanía petrolera, lo decida una administración obrera apoyada en las masas trabajadoras del campo y la ciudad. Esto implica atacar los intereses de las trasnacionales imperialistas del sector energético y renacionalizar las áreas priva tizadas.
En un sentido similar, enfrentar el desempleo y la carestía de vida, no puede hacerse sólo mediante el control de precios y la reducción del precio de la gasolina como propone el plan anticrisis de López Obrador. Estas medidas, aunque necesarias, deben ser parte de un programa que proponga el reparto de las horas de trabajo entre todas las manos disponibles, un aumento salarial de emergencia y escala móvil de salarios de acuerdo a la inflación real, que expropie a toda fabrica que cierre o despida, lo que significa atacar el bolsillo de los grandes capitalistas. Defender nuestros intereses, implica romper los pactos con la banca internacional y enfrentar los intereses patronales, lo que AMLO no está dispuesto a realizar, ya que su programa busca limitar algunos de los aspectos más rapaces del neoliberalis-mo y «democratizar» el régimen político sin cuestionar el sistema de propiedad y explotación capitalista.
El rol de las instituciones como garantes de los intereses de las trasnacionales lo vimos con la votación de la reforma energética en el Congreso. En ese sentido, si queremos imponer un programa como el que planteamos arriba, hay que movilizarse fron-talmente contra el régimen político, sin ninguna confianza en la labor de sus instituciones. Esto es distinto a lo que hizo López Obrador desde el 2005, ya que, aunque denunció el rol del Congreso y del IFE, no levantó una política que apuntase hacia la derrota de las instituciones, por ejemplo llamando a los sindicatos que lo apoyaban, a que convocasen a un paro hasta echar atrás el plan del PRIAN. Por el contrario se orientó hacia la presión sobre las mismas con el fin de «democratizarlas», lo cual provocó descontento en los sectores mas radicalizados del movimiento. Y allí se mostró -una vez más- que esas instituciones, lejos de poder actuar en función de los intereses populares, están al servicio de la burguesía y las trasnacionales.
Por una política de independencia de clase
La política de AMLO -dentro o fuera del PRD-, ya mostró su carácter y sus limitaciones de clase, que responden a una perspectiva política en los marcos del régimen de la clase dominante y su sistema de explotación y miseria, al cual no sólo no cuestiona en sus bases fundamentales, sino que el PRD colabo-
r o e n preservar ’ durante los años previos. Es-trategia que se c o m -; prueba con el registro como candidatos a los dirigentes sindicales de la UNT, conocidos por su política institucional y negociadora con la patronal y por la represión a sus representados, que son una traba para la democratización del los sindicatos.
Esto muestra que es necesario un curso claramente independiente, sin ninguna ilusión en el Congreso, y confiando únicamente en nuestras fuerzas: las de los millones de trabajadores que mueven el país, junto a los campesinos, la juventud y el pueblo. Una perspectiva que enfrente radicalmente al régimen y sus instituciones, y que levante un programa alternativo al que sostienen los distintos sectores del régimen político, aun de aquellos programas que objetan el plan de Calderón pero que no cuestionan los intereses de quienes provocaron la crisis.
Un programa que recoja las demandas y solde la unidad entre los trabajadores y las clases medias golpeadas y empobrecidas del campo y la ciudad, atacando los intereses de los explotadores y el imperialismo. Desde esa perspectiva independiente y clasista, es que está planteado que las organizaciones obreras encabecen la movilización unitaria del conjunto de las organizaciones populares (como las organizaciones campesinas, estudiantiles y democráticas en la CND), para derrotar al gobierno y los capitalistas. Para los socialistas de la LTS, una perspectiva de independencia de clase requiere, para lograr su triunfo integro y definitivo, de la constitución de un partido de trabajadores revolucionario, por el cual luchamos.
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