Elecciones en El Salvador

¿Qué significa la victoria del FMLN?

28 Mar 2009   |   comentários

Jueves 19 de marzo de 2009

El domingo 15 de marzo se realizaron las elecciones presidenciales en El Salvador, y tal como ya se venía anticipando, resultó ganador el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que desde enero se había convertido potencialmente en la principal fuerza política del país, luego del triunfo en las elecciones municipales y parlamentarias. Según los últimos datos disponibles, la fórmula Mauricio Funes- Salvador Sánchez Cerén obtuvo un 51.3% de los votos, frente al 48.7% obtenido por la fórmula del ex Comandante de la Policía Nacional, Rodrigo Ávila, candidato por la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).

Entre el desgaste de ARENA y las ilusiones en el FMLN

El triunfo del FMLN en las elecciones municipales y parlamentarias de enero, así como en las nacionales del 15/3, demuestran el profundo desgaste de ARENA frente a las masas trabajadoras y empobrecidas salvadoreñas, que durante dos décadas sólo han visto empeorar sus condiciones de vida.

El FMLN logra el triunfo presidencial en el marco de su completa adaptación a la institucionalidad burguesa, prometiendo preservar el orden económico y social existente, así como hacer algunas reformas para favorecer “a las mayorías”.

Las masas salvadoreñas han sido tan golpeadas por los distintos gobiernos de ARENA en los últimos años y sus esperanzas depositadas en el FMLN son tan profundas que una victoria de Ávila hubiera incluso amenazado la estabilidad del sistema de democracia burguesa salvadoreña.

Es que en medio de una crisis económica que promete ser turbulenta, el FMLN puede ser una gran fuerza de contención, no sólo en términos electorales, sino en la dinámica cotidiana de la lucha de clases. El FMLN se ha comportado como una “válvula de escape” que ha canalizado buena parte del descontento. Dispone de un aparato con muchos recursos económicos y políticos con el cual intentará de alguna manera disciplinar al movimiento de masas en posibles acciones de lucha (como huelgas o movilizaciones), y actuar en la medida de lo posible como un freno, intentando canalizar el descontento popular hacia las instituciones. El FMLN llega al gobierno con un programa burgués pero con un pasado guerrillero y “popular”, que frente a un importante sector de masas salvadoreñas en estos momentos es decisivo para el “cambio”. Es por eso que no es lo mismo que gobierne ARENA que gobierne el FMLN, con una autoridad importante frente a las masas.

El FMLN gobernará para garantizar la dominación de los capitalistas nacionales y el imperialismo

Muchos analistas “progresistas” alimentan la ilusión de que el gobierno del FMLN servirá a los intereses de los trabajadores y los sectores populares salvadoreños, apelando a su pasado guerrillero. Sin embargo, días antes de la elección presidencial Mauricio Funes afirmó: “Yo quiero más empresas (...) Quiero que los pequeños sean medianos, los medianos grandes y los grandes aún más grandes” (El Diario de Hoy, 11/3). Esta es una muestra de que el FMLN no tocará los intereses de ningún empresario salvadoreño, sino que gobernará para los capitalistas, esos mismos para los que por veinte años gobernó el partido ARENA. Por eso, no es casualidad que apenas conocida la noticia de la victoria de la fórmula del FMLN “el Presidente Saca y el ex candidato Rodrigo Ávila lo felicitaron [a Funes] (…) y le corroboraron su disposición para trabajar por la reconstrucción de un nuevo país”. Apenas dos días antes de las elecciones tanto Ávila como Funes se reunieron con el encargado de negocios de la Embajada de Estados Unidos en El Salvador, Robert Blau, quien expresó que su país trabajaría “con quien resultara ganador de las elecciones”.

Es que esta actitud de EE.UU. refleja que el imperialismo norteamericano tiene razones de peso para pensar que no hay nada que temer en El Salvador, esencialmente porque el FMLN no representa ningún peligro para sus intereses, ni económicos ni geopolíticos, en la región; sino que más bien el ex grupo guerrillero será una garantía de estabilidad.

El gobierno del FMLN ante un nuevo escenario regional

Funes, inspirado en la estabilidad burguesa alcanzada por Brasil en los últimos años de crecimiento económico, dice que es posible alcanzar un modelo semejante, que actúe incluso como un amortiguador de la lucha de clases en la región, que juegue un papel en la integración –burguesa– centroamericana. Pero semejantes aspiraciones se ponen cuesta arriba si analizamos el contexto económico, signado por la peor crisis desde la II Guerra Mundial.

Pero no es sólo por esto. Funes no puede repetir el ejemplo de Lula, en primer lugar por la diferencia estructural entre un pequeño país como El Salvador y Brasil, uno de los dos gigantes latinoamericanos junto a México; y en segundo término porque la combinación de neoliberalismo y asistencialismo de Lula contó con la posibilidad de apoyarse en el PT y la CUT para contener al movimiento obrero.

Funes ha hecho declaraciones claramente conciliadoras con EE.UU., buscando alejarse de Chávez y encolumnándose detrás de Lula. Ha declarado a la publicación estadounidense The Nation que “No podemos repudiar el CAFTA (Tratado de Libre Comercio de Centro América, NdeR) ni revertir la dolarización porque le enviaríamos un mensaje negativo a los inversores extranjeros, y enfrentaríamos serios problemas porque no tendríamos la suficiente inversión para estimular la economía nacional”.

Sin embargo, hay analistas que señalan que esta orientación plantea fricciones al interior del FMLN. Jorge Castañeda, hombre de consulta permanente del Departamento de Estado norteamericano y ex canciller del gobierno de Fox en México, señala que la definición de la “interna” cubana a favor del sector que denomina menos “talibán” (o sea más propicio a un entendimiento con EE.UU.), que encarnaría Raúl Castro, habría dejado sin norte al FMLN: “Sólo que todo esto, el aparato del FMLN en El Salvador o lo ignora o le resulta indiferente. Hoy, a pesar de la aparente modernidad y moderación de Mauricio Funes -el nuevo presidente-, el poder se halla en manos de Sánchez Cerén y de las fuerzas militantes, castristas y chavistas, del FMLN. Los dirigentes históricos, brillantes y modernos, del viejo FMLN -Facundo Guardado, Joaquín Villalobos, Salvador Samayoa, Ana Guadalupe Martínez, Germán Cienfuegos- lo han abandonado, o han sido abandonados por los duros.

Para todos los fines prácticos, la victoria de Funes coloca a su país en la columna de las naciones de extrema izquierda: junto con Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y, por supuesto, Venezuela. La radicalización centroamericana -que incluye las posturas errático demagógicas de Manuel Zelaya en Honduras- se acerca peligrosamente a la frontera mexicana, como si mi país no enfrentara suficientes problemas propios.

La cabeza de playa conquistada por Chávez y Ramiro Abreu en El Salvador no puede más que preocupar a México, a Washington y a muchos más” (El País, 18/3). Con el correr del gobierno veremos si estas contradicciones efectivamente se manifiestan y cuál será el alineamiento concreto del nuevo gobierno salvadoreño en la política latinoamericana, más allá de las intenciones declaradas del presidente electo. Con una gran inestabilidad política mundial y el poco margen para concesiones generado por la crisis internacional, es muy difícil que tengan éxito los intentos de diversas burguesías latinoamericanas por encolumnarse detrás de Brasil para desde ahí negociar con EE.UU. y evitar “salidas extremas” para lidiar con el movimiento de masas, ya sean por derecha (con una entrega completa al imperialismo, como fueron los gobiernos neoliberales de los ’90, o directamente con bonapartismos reaccionarios impuestos sobre la derrota de las masas), o por izquierda (gobiernos con elementos “bonapartistas sui generis de izquierda” como el de Chávez o, más aún, los gobiernos de la entreguerra de los ’30 y los ’40 del siglo XX; o frentepopulistas, como el de Evo Morales).

Los efectos de la crisis capitalista mundial en El Salvador podrían desgastar rápidamente al FMLN

Actualmente, el FMLN en el parlamento no tiene la mayoría absoluta; a nivel de alcaldías –a pesar de tener la mayoría– se enfrenta a la fuerza de ARENA en importantes sectores del país, y a nivel electoral más de un millón de personas no lo ven como su partido. Por eso, partiendo de lo anterior, es de prever que si el FMLN no satisface las ilusiones de esas masas que lo han votado para el gobierno, éstas podrían experimentar un proceso de desilusión y rechazo, que todo parece indicar podría ser dinamizado por la crisis capitalista mundial.

Es que, a diferencia de los gobiernos de “contención” de la lucha de clases que surgieron en Latinoamérica a inicios del nuevo siglo, el FMLN no tendrá la misma “suerte”, y todo esto podría impactar en la conciencia y la actividad del movimiento de masas. Aunque no es algo mecánico, es muy probable que la realidad signada por la catástrofe capitalista tarde o temprano empuje hacia nuevos procesos de lucha de clases de los trabajadores y el pueblo salvadoreño.

En El Salvador, el FMLN con su programa dice que no resolverá las demandas más sentidas por trabajadores y campesinos pobres. El FMLN dice con su programa y su práctica que no luchará siquiera por las más elementales reivindicaciones de liberación nacional respecto a la opresión imperialista. En lo fundamental, todo continuará igual, los capitalistas enriqueciéndose a manos llenas, los trabajadores pagando la crisis, y el sistema capitalista intacto; desde luego si no se desarrollan combates victoriosos de lucha de clases.

Por eso, es necesario construir un gran partido revolucionario de la clase obrera, leninista y de combate, armado de la experiencia histórica y las mejores lecciones de la lucha de clases del siglo pasado y del nuevo que vivimos, que sea capaz de colocar al proletariado como caudillo de la nación arrastrando tras de sí a los campesinos y al pueblo pobre; para luchar por la revolución socialista en El Salvador, Centroamérica, Latinoamérica, y el mundo entero.


Después de las elecciones presidenciales en El Salvador: Un debate estratégico en la izquierda

por Brayan Brenes
Viernes 27 de marzo de 2009

No cabe duda que las elecciones presidenciales de este 2009 en El Salvador, y muy particularmente el triunfo del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) encierran un enorme significado histórico; y no era para menos: no solo acabó el período de 20 años de sucesivos gobiernos de la ultraderechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) -el partido estelar de los intereses de la burguesía nacional y el imperialismo- sino que las mismas elecciones se desarrollaron en el marco de una crisis capitalista mundial –la peor en 80 años- que ya comienza a golpear con fuerza en Centroamérica; y por supuesto con unas elecciones que dejan como saldo la victoria de un grupo que hace 17 años era guerrilla y enfrentaba por medio de las armas al partido ARENA y a la burguesía en nombre de la “revolución”. Aunque ya el FSLN en Nicaragua había logrado en el 2006 ganar las presidenciales, esto sucedía precisamente después de 16 años, cuando Daniel Ortega había sido derrotado a manos de Violeta Chamorro (la candidata “oficial” de la burguesía y el imperialismo) en aquellas elecciones “democráticas” pactadas en el marco de los Acuerdos de Paz.

El triunfo del FMLN en El Salvador, obliga a los revolucionarios a hacer un profundo balance, así como llevar adelante un debate serio y consecuente desde el punto de vista de los principios del marxismo, especialmente en momentos donde ya el FMLN así como el FLSN se han convertido en aparatos electorales indisolublemente vinculados al Estado burgués; y más allá de la victoria en elecciones presidenciales, esto se da en el marco de la completa adaptación al Estado y a su compromiso de sostener al sistema capitalista. Por eso todo lo anterior define los contornos de una discusión estratégica y programática entre quienes nos reclamamos marxistas, especialmente en lo que hace a las tareas de la revolución Centroamericana y mundial.

Las elecciones presidenciales de El Salvador: un primer test de la lucha de clases para los revolucionarios. Un debate indispensable en la izquierda.

Definitivamente muchos grupos y corrientes proclamadas de la izquierda marxista y revolucionaria no pasaron la prueba de las elecciones en El Salvador. Está el caso de los que como el Socialista Centroamericano (SOCA) [1] -dirigido por el reconocido Abogado Bonifacio Miranda- llamaron a votar “críticamente” a favor del FMLN -incluso desde varios meses antes de las elecciones- presidenciales, vergonzosamente participando de la campaña electoral de apoyo al grupo ex guerrillero. Tenemos a los que como el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MSTC), que a pesar de hacer un análisis correcto del programa del FMLN así como de su cada vez más comprometedora composición de clase, a último momento llamó a votar por el partido “izquierdista”. Y tenemos posiciones extremas de apoyo y capitulación, como la del Bloque Popular Juvenil (BPJ), el grupo salvadoreño de la Corriente Marxista Internacional (CMI), que además de haber llamado a votar al partido de Mauricio Funes, trata de falsificar la realidad y meter la idea de que esta es una victoria de los trabajadores y el pueblo pobre.

Los compañeros del SOCA, en una posición escandalosa no se conformaron con llamar a votar a la ex guerrilla, fueron más allá y le pidieron incluso al FMLN que encabezara un gobierno “que incluyera a las organizaciones, obreras, campesinas y populares”. [2] Esto, en las condiciones de la actual de la política del FMLN -que actúa como contención y desvío del descontento de las masas- solo puede significar lo que los marxistas llamamos un gobierno de “frente popular”. Aunque los compañeros dicen luchar por este tipo de “gobierno del FMLN” “… sin la participación de burgueses”, dejan de lado que precisamente el FMLN luchaba por llegar a la presidencia en el marco de su adaptación a las instituciones de dominación burguesa, como el Parlamento, las Alcaldías, y ahora el Ejecutivo. La Declaración de esta “corriente” centroamericana termina embelleciendo a la dirección del FMLN y los lleva a plantear una postura donde según parece, para el SOCA es posible integrarse al Estado burgués y formar un gobierno “sin la participación de burgueses”, ¡un delirio inimaginable!

Pero si es impactante la política de capitulación abierta del SOCA, quien no deja piedra sobre piedra de una política cuando menos de independencia de clase es el Bloque Popular Juvenil (BPJ). Para este grupo que se reivindica alegremente como la “voz marxista” del FMLN “los obreros y campesinos de El Salvador derrotaron el fraude electoral y ganaron las elecciones”, y haciendo una afirmación un poco forzada dicen que “La burguesía tuvo que ceder de muy mala gana la administración del Estado al Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) para evitar un estallido revolucionario”. [3] Por el contrario, como hemos dicho el triunfo del FMLN no representa ningún triunfo para los trabajadores, que posiblemente no verán solucionarse sus reivindicaciones históricas fundamentales. En cambio, la victoria de Funes puede ser en cierta medida un alivio para los burgueses, porque se aseguran una opción de contención de la lucha independiente de la clase trabajadora. El BPJ dice que “la burguesía tuvo que ceder de muy mala gana” la administración de su Estado, pero ésta no parece ser la realidad; lo cierto es que inmediatamente después de la victoria de Funes el actual Presidente Antonio Saca “le habló al nuevo presidente para felicitarlo y ofrecerle una transición ‘tranquila y expedita’”, lo que parece dar a entender que la burguesía no acepta de tan “mala gana” a Funes. Aunque no sea su mejor opción en el escenario de la crisis generalizada del capitalismo a nivel mundial, para la fracción burguesa de ARENA más bien puede ser bueno soltar la papa caliente y dejarla en manos del FMLN, que puede "quemarse" y de seguro tendrá muchos problemas frente a la crisis económica. Como decíamos en la Declaración frente a las elecciones “precisamente el propio FMLN podría ser una de las cartas del capitalismo salvadoreño” [4] ante un escenario que promete ser turbulento.

ARENA en primera instancia sabe que puede encontrar un aliado en el FMLN y Mauricio Funes para proteger la “propiedad privada”, y en consecuencia los negocios de los capitalistas. Mauricio ha dicho que tiene intención “en trabajar de la mano, incluso con el partido ARENA”, [5] pero esto el BPJ o lo ignora concientemente para profundizar su política de capitulación a un partido burgués, o no lo sabe.

Incluso frente a las declaraciones de Funes sobre la necesidad de incorporar a "inversionistas extranjeros, con potencial para generar empleos decentes, acelerar el crecimiento de la producción" los militantes del BPJ llegaron a plantear que solo se trata de "una concesión argumental".

Este curso del BPJ es similar al que sus organizaciones “hermanas” han hecho en otros países, donde han terminado disueltos o están en vías de hacerlo en organizaciones burguesas o reformistas, como es caso del PRD en México, y subordinadas a direcciones “antineoliberales” como el chavismo en Venezuela.

La política de la LIT: el abandono de la lucha por el poder, la estrategia revolucionaria, y el combate por el socialismo

Aunque en la recta final de las elecciones presidenciales el MSTC-LIT profundizó su análisis –correctamente- sobre los vínculos del FMLN con reconocidos empresarios y explotadores nacionales, así como sobre el programa procapitalista de esta agrupación; al final dieron un giro violentamente oportunista y llamaron a votar por este partido, a pesar del “carácter típicamente burgués del programa”. [6]

El MSTC llamó “al pueblo a votar por el FMLN ante las maniobras del partido ARENA”. ¿Según el MSTC-LIT qué sigue?: realizar exigencias al gobierno del FMLN- Mauricio Funes, con el argumento de “rechazar el programa del futuro gobierno, así como para exigirle [que] garantice la reversión de las privatizaciones y los Tratados de Libre Comercio (…)” etc, etc. Es decir, la política del MSTC en esta nueva “etapa” después de haber llamado a votar al FMLN ahora consiste en ejercer presión sobre el gobierno de Funes. En los hechos esto significa un abandono de una política de independencia de clase respecto al nuevo gobierno, en aras de una orientación oportunista que ya viene llevando a los compañeros del MSTC a la rastra del nuevo gobierno, a pesar de sus “críticas”.

La política de la LIT se expresa también en una visión (o caracterización) que -aunque no lo dicen en público- prácticamente parte de la definición del BPJ de que este es el triunfo de los “obreros y campesinos”, lo cual parece llevarlos a considerar que este es el gobierno de los trabajadores. Y, de esa forma, aunque se siga hablando de la lucha por el poder; la estrategia revolucionaria y el combate por el socialismo, el MSTC y la LIT abandonan la pelea desde temprano, desprendiéndose de la independencia politica de los trabajadores respecto a las variantes burguesas y/o reformistas (sean neoliberales o antineoliberales).

Por una estrategia revolucionaria y un programa obrero y socialista

Todo parece indicar que el nuevo gobierno dirigido por el FMLN no resolverá las demandas históricas fundamentales de las amplias masas obreras, campesinas y del pueblo pobre salvadoreño. A pesar de no estar todavía marcados en definitiva los trazos vitales del nuevo gobierno, por lo que se puede ver hasta el momento ni en la mente de Mauricio Funes ni en la mentalidad de los principales dirigentes históricos del FMLN pasa la idea de tomar medidas para acabar con la explotación de la burguesía, o sacar al país del atraso y la opresión imperialista. Más bien Funes parece inclinarse a imitar el modelo brasileño de Lula, por lo menos en lo que a “estabilidad” burguesa y alineamiento con el imperialismo se refiere. Aunque El Salvador no es Brasil y viceversa, la inclinación inicial de Mauricio muestra cual es el norte que quiere para su país: un país libre de conflictos sociales, con una relación amistosa con el imperialismo, y manteniendo intactas las relaciones de explotación y propiedad imperantes desde los primeros años de vida republicana hasta la actualidad.

Los revolucionarios de la LRS creemos que la única forma de darle salida a los grandes intereses históricos de las masas trabajadoras, de campesinos pobres y el pueblo, pasa por derribar al capitalismo, luchando por un programa que tenga como pilares centrales una profunda reforma agraria en el campo para dar tierra a los campesinos pobres; un programa basado en el monopolio del comercio exterior y la nacionalización de toda la industria. En medio de la peor crisis capitalista después de la II Guerra Mundial, los revolucionarios de la LRS sostenemos que es necesario expropiar y poner bajo control obrero toda fábrica que cierre o despida trabajadores, incluyendo los grandes complejos maquileros. Sostenemos que es necesario romper relaciones con el imperialismo norteamericano, comenzando por supuesto con el no pago de la deuda externa que desangra al país con una deuda que no ha sido contraída para resolver la situación de miseria de las masas trabajadoras. En este sentido, consideramos urgente tirar abajo la dolarización, así como el TLC con Estados Unidos, que solo dependencia y mayor saqueo de nuestras riquezas nos ha generado.

Pero además de las medidas económicas y de soberanía nacional, sostenemos que es necesario juzgar y encarcelar a todos los represores y asesinos que participaron en los “escuadrones de la muerte”, así como a los policías y militares que como Rodrigo Ávila de ARENA protagonizaron la desaparición y asesinato de miles de trabajadores, campesinos pobres y jóvenes durante la década de 1980. Así también creemos necesaria la disolución de la policía y todos los cuerpos represivos de que se vale el Estado y los capitalistas para oprimir al pueblo pobre.

Por supuesto que ninguna de las medidas anteriores puede ser llevada adelante sin un gobierno obrero y del pueblo pobre en El Salvador, así como entendemos que este gobierno no surgirá evolutivamente o por el giro a izquierda del FMLN; sino que solo surgirá como consecuencia de una revolución obrera y socialista, en donde los obreros -encabezados por su propio partido revolucionario (independiente de todas las variantes capitalistas como ARENA o el FMLN)- puedan convertirse en el caudillo de clase de la nación, arrastrando tras de sí a las masas campesinas y a los desposeídos de la ciudad y el campo.

Sabemos que las masas en estos momentos, precisamente por la intensidad de las ilusiones depositadas en el FMLN, aún no comparten nuestro programa ni estrategia; pero es el único camino posible para alcanzar su liberación y construir una nueva sociedad.

Al mismo tiempo que luchamos por un gobierno obrero y campesino apoyado sobre comités o consejos con plena democracia obrera de masas, los revolucionarios de la LRS creemos que es urgente construir el partido revolucionario en El Salvador, en la perspectiva de avanzar hacia el socialismo y la revolución mundial.

[1] Este grupo, o “corriente” política agrupa cuatro subgrupos de la región centroamericana: el PRT salvadoreño, CSR de Guatemala, MAS de Honduras, y PRT nicaragüense.

[2] “El Salvador: llamamos al voto crítico a favor del FMLN. Declaración de los Socialistas Centroamericanos sobre las elecciones en El Salvador.” Partido Revolucionario de los Trabajadores (El Salvador). 9/1/2009.

[3] Ricardo Ayala. “Los obreros y campesinos de El Salvador derrotan el fraude electoral y ganan las elecciones.” Domingo 15 de marzo de 2009. www.bloquepopularjuvenil.org.

[4] Declaración de la LRS frente a las elecciones en El Salvador. Liga de la Revolución Socialista. Jueves 12 de marzo de 2009. www.ft-ci.org.

[5] Estela Henríquez. “Saca y Funes preparan transición.” La Prensa Gráfica. Martes 17 de marzo de 2009.

[6] Declaración del Movimiento Socialista de Trabajadores y Campesinos (MSTC). “Más allá de la derrota de ARENA. Posición del MSTC ante las elecciones del 15 de marzo.” Tomado de Socialismo Hoy. Publicación del Movimiento al Socialismo de Costa Rica. Marzo de 2009. N°13. P, 12.









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