Debate
Sobre la militarización y el camino a seguir
17 Jul 2011
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Por Mario Caballero
En esta elaboración queremos aportar fraternalmente a la discusión planteada en el texto titulado “Cherán luchando, el camino está mostrando”, firmado por los grupos El Comienzo, Liga Socialista Revolucionaria y el Partido Obrero Socialista y aparecido en el mes de Junio. Este aporte lo hacemos desde un punto de vista marxista, dada la importancia de la política y el programa ahí planteados.
Primeramente queremos dejar claro que –como organización fundadora e impulsora de la COMECOM que ha puesto todas sus fuerzas al servicio de desarrollar dicho esfuerzo unitario- nos hacemos parte de la lucha de la comunidad de Cherán en la defensa de sus bosques y la seguridad de su comunidad, y consideramos que es necesario aportar todo lo posible políticamente para contribuir a la solución de las demandas de la población.
Es necesaria una política que enfrente contundentemente la militarización en todo el país
Los grupos firmantes del texto dicen que “…la lucha en Cherán es más profunda en sus objetivos, en sus formas y en su contenido que la petición de militares resguardando los bosques donde hoy se encuentran apostados los grupos paramilitares del crimen organizado”. Y refuerzan su explicación diciendo que no existen “varitas mágicas para crear soluciones para los conflictos que surgen”.
Bajo estas consideraciones se omite la contradicción que existe entre la combativa lucha de los habitantes de Cherán y sus progresivas formas de auto-organización comunal, respecto al llamado de la misma comunidad a que el ejército garantice la seguridad de los habitantes (bajo el control de una comisión observadora de los derechos humanos) y que enfrente a los grupos paramilitares de la región.
Estamos de acuerdo en que a veces se presentan situaciones complejas para los fenómenos de la lucha de clases sobre los que hay que ajustar nuestro programa. Sin embargo, opinamos que la política, las tácticas y el programa implementadas por los marxistas revolucionarios, deben desprenderse de una estrategia que apunte a la lucha independiente y clasista, y a la auto-organización del pueblo trabajador, que permita que el mismo avance en forma revolucionaria, enfrentando al estado capitalista y sus instituciones.
En este sentido, por más compleja que sea la situación, los socialistas debemos evaluar, concretamente, si el llamado al ejército en Cherán puede ser algo progresivo y si puede desempeñar un avance en la conciencia de esa combativa comunidad michoacana. Opinamos que la política de los marxistas revolucionarios, sin dejar nunca de dialogar con los movimientos y sus aspiraciones, debe evitar adaptarse a posiciones confusas o contrarias a una estrategia independiente.
Nosotros, en la LTS, partimos de la definición de Federico Engels del ejército como “destacamentos especiales de hombres armados” propios de todo estado; y por lo tanto, siempre al servicio de la clase dominante, lo cual, en el caso de la sociedad actual, significa al servicio de la burguesía.Por lo que nos parece mínimamente contradictorio que, después de afirmar que “no hay que olvidar que los narcos y el ejército tienen un enemigo común que es el pueblo trabajador”, se termine aceptando que la población trabajadora pueda actuar conjuntamente con los militares contra los grupos paramilitares de la región (paramilitares cuya función, como su nombre lo dice, es la de ser una extensión de la milicia permanente del estado).
Y mucho menos se debe pensar que la actuación del ejército se puede “acotar” por la comunidad y la Comisión nacional de los Derechos Humanos en Cherán, como si los intereses de ambos se pudieran conciliar. Una comunidad que además viene haciendo una experiencia mediante importantes elementos de auto-organización y de fuerte cuestionamiento al gobierno, donde este tipo de ilusiones en un rol imparcial del ejército pueden significar un retroceso en lo avanzado respecto al cuestionamiento al régimen represivo. Ante eso, en lugar de fomentar esas ilusiones, hay que explicar pacientemente pero con determinación, que nada bueno vendrá de la acción de los militares, que este brazo armado del estado divorciado de la sociedad, responde a intereses de clase contrarios, y no puede actuar como colaborador o –por extensión- como brazo armado comunitario del pueblo trabajador.
Pero esto se hace aun más evidente en esta situación donde los trabajadores y el pueblo enfrentamos una ofensiva tan reaccionaria. No podemos olvidar el papel que el ejército ha desempeñado en matanzas como la de El Charco en Guerrero, o su rol cómplice en la matanza de los indígenas en Acteal a manos de los paramilitares priístas; no podemos olvidar a la compañera indígena Ernestina Ascencio, asesinada a manos del ejército, ni a los miles de casos de violaciones a los derechos humanos perpetrados por los soldados a lo largo y ancho del país. Por eso es totalmente incorrecto dejar entrever que quienes cometen asesinatos y violan las garantías individuales y los derechos democráticos de la población en Ciudad Juárez, Guerreo, Oaxaca o Chiapas puedan actuar de manera diferente en la comunidad de Cherán. Los socialistas debemos señalar el carácter de clase del ejército y su rol reaccionario como fuerza especial del estado. Debemos alertar que, en cuanto los explotados y oprimidos salgamos a luchar, estaremos enfrentados tanto a las policías regulares y militarizadas como al ejército, que ya en 1968 demostró a quien sirve.
Una estrategia independiente y revolucionaria
Los socialistas apostamos siempre a una estrategia basada en tácticas que apunten a minar la confianza de las masas en el “destacamento de hombres armados” para contribuir a su organización revolucionaria para enfrentar el estado capitalista. No creemos que si los militares llegan a Cherán, la comunidad pueda acotar sus acciones. Y si queremos desarrollar un programa revolucionario, no se puede llamar a confiar en la idea de pedirle a los cuerpos represivos del estado que “no se manden solos”. Y es que el estado es un producto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase, es como decía Engels, una fuerza que está por encima de la sociedad y “se divorcia más y más de ella”.
De igual forma nos parece incorrecta la propuesta de que los militares se pongan a reforestar las zonas afectadas por los talamontes (una especie de trabajo comunitario). Esto pensamos que le hace el juego a quienes pretenden avalar la presencia del ejército con actividades de “servicio social”, cuando son repudiadas las matanzas y las violaciones a los derechos más elementales de la población en el país por lo militares. Como muchas organizaciones hemos denunciado, desde que el ejército salió a las calles, pueblos y comunidades, la violencia ha aumentado y el número de víctimas está en ascenso.
Consideramos que su política y su programa son contradictorios con lo que debería ser una orientación revolucionaria y un programa de acción para enfrentar a las instituciones de la clase dominante.
Nosotros opinamos que, lejos de adoptarse a la demanda de que acuda el ejército a Cherán, hay que oponer a esa política que mina la confianza en las propias fuerzas de la clase trabajadora y en su auto-organización, una política que eduque en la desconfianza total en esa fuerza estatal. Eso implica, creemos, impulsar una amplia discusión sobre las tareas de la autodefensa, llamando a las organizaciones sindicales, de derechos humanos y populares, a hacerse parte de esta perspectiva y poniendo sus fuerzas al servicio de la lucha de la comunidad de Cherán y del impulso de un gran movimiento nacional contra la militarización. En lugar de aceptar las ilusiones en que el ejercito se subordine a la población, llamar a que los sindicatos organicen brigadas que fortalezcan la auto-defensa y las barricadas. En particular las organizaciones sindicales que están apoyando la lucha (como la sección XVIII de la CNTE, los trabajadores al servicio del Estado de Michoacan, por nombrar a los más importantes) pueden fortalecer, por medio de brigadas organizadas desde las asambleas sindicales, la resistencia a los talamontes. Solo la más amplia unidad de los explotados y oprimidos puede rodear de solidaridad efectiva a la comunidad de Cherán y paralelamente, convocar a la movilización y hacer un llamado para poner en pie comités de autodefensa y contra la militarización en las fábricas, las escuelas, las comunidades, los pueblos, los centros de trabajo.
Objetivamente, no pronunciarse contra la presencia de los militares en Cherán, y además, proponer un programa que le de tareas comunitarias a esta fuerza reaccionaria, va no solamente contra la demanda cada vez más generalizada de sectores populares contra la militarización, sino contra la campaña que varios grupos y corrientes estamos impulsando en ese sentido (demanda que incluso ha obligado al Congreso de Morelos a exigir la salida del ejercito de las calles, después de que se difundió el caso de Jethro Ramsés Sánchez, torturado y asesinado por militares).
En el Encuentro Nacional contra la militarización que se está organizando desde la COMECOM y otras fuerzas, tenemos que abordar esta discusión para salir con más fuerza y claridad a enfrentar esta manifestación de la barbarie capitalista.
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