¡Abajo las reformas antiaborto!
¡Sobre nuestro cuerpo decidimos nosotras, no la Iglesia!
01 Nov 2011
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El pasado 28 de septiembre, día de lucha por la despenalización del aborto en América Latina, la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió a favor de una reforma a la constitución de Baja California en su artículo 7, la cual establece que la vida debe ser "protegida desde la concepción".
Al día siguiente, el 29/9, la SCJN resolvió también a favor de la reforma a la constitución de San Luis Potosí, que en su 16 artículo “reconoce la vida humana como fundamento de todos los derechos de los seres humanos, por lo que la respeta y protege desde el momento de su inicio en la concepción.
Ambas reformas constitucionales se suman a las ya 19 entidades del país que han modificado sus constituciones para “proteger la vida desde la concepción”, en el marco de la alianza reaccionaria entre este gobierno clerical de doble moral, la ultra derecha y la Iglesia.
Estos “defensores de la moral”, en realidad protectores de curas pederastas y abusadores, han impulsado fuertes campañas ultraconservadoras que se oponen a que las mujeres decidamos sobre nuestros cuerpos y contra los derechos a la comunidad LGBTTTI. Bajo el gobierno de Felipe Calderón, la criminalización a las mujeres que abortan, al igual que los crímenes de odio como los feminicidios, ha aumentado alarmantemente. Que la decisión sobre ser o no madre y cuándo serlo, la tomen el estado y la Iglesia, es consecuencia de que en este sistema capitalista las mujeres seamos consideradas objetos, reproductoras de mano de obra, mercancías.
La ultraderecha, la iglesia y el Estado, se oponen al aborto argumentando que “defienden la vida del niño por nacer”. Pero lo cierto es que, aunque el aborto esté prohibido sigue ocurriendo. La criminalización del aborto en realidad obliga a las mujeres a abortar clandestinamente. Bajo el argumento de estar defendiendo la vida, las mujeres se mueren por hemorragias, infecciones y perforaciones uterinas. Los que están en contra del derecho al aborto, suelen hablar del embrión o del feto como si se tratara de una persona. La Iglesia no bautiza los vientres de las mujeres embarazadas ni les da “cristiana sepultura” a los embriones de abortos espontáneos. Sin embargo, aunque sea irracional, el argumento de la vida desde la concepción permite convertir a las mujeres que interrumpen su embarazo, aún espontáneamente, en “asesinas”, criminalizándolas. ¿Es el producto de la concepción una persona viva o simplemente un organismo vivo, como las células y demás componentes vivos de un ser humano? ¿Se debe tratar al producto de un embarazo como persona antes de serlo? El art. 1 constitucional habla de las personas y de sus derechos humanos; no se refiere a organismos vivos. Una persona, en términos jurídicos, es un ser humano nacido. Un nacido es el ser vivo que sale del vientre materno y su primer cumpleaños será 365 días después de que nació y no a los 12 meses de haber sido concebido. Ni siquiera la Iglesia católica bautiza fetos en el vientre de su madre, mucho menos embriones. Es un derecho de las organizaciones de mujeres recurrir a acciones de inconstitucionalidad, como hizo la procuraduría de DDHH y protección ciudadana de Baja California, para denunciar que las reformas atacan directamente los derechos de las mujeres y que la vida no inicia con la concepción. La discusión sobre la causa de miles de mujeres muertas por abortos clandestinos no debería darse en la SCJN, pues además de ser un organismo que ha actuado en contra de los derechos de las mujeres, los jóvenes y los trabajadores con anterioridad, esta lógica es completamente antidemocrática. Una ultra minoría legitimada por un sistema que no está del lado de la mayoría de la población, las y los que trabajamos para vivir, se encarga de decidir sobre miles de vidas.
Apelar a la sentencia, utilizando los mecanismos de esta legalidad burguesa, cuyas leyes protegen a los que tienen propiedad, regulan la explotación de los que no la tienen y están plagadas de un profundo y misógino tono machista, es un derecho elemental que tienen las organizaciones en lucha. No obstante, para poder arrancarle al Estado nuestros derechos, debemos salir a las calles a movilizarnos.
Movilicémonos en las calles para conquistar el derecho al aborto, legal seguro y gratuito
Desde Pan y Rosas repudiamos las reformas a las constituciones de los estados que "protegen la vida desde la concepción" reduciendo a las mujeres a cosas, tratándonos como incubadoras, donde un fragmento de células de nuestro cuerpo se convierte en una “persona” con un supuesto derecho que se opone al nuestro.
Creemos que la única forma de echar abajo estas leyes antiaborto es desconfiando de las instituciones del gobierno que han demostrado negligencia, machismo e impunidad en los casos de asesinatos de mujeres víctimas de feminicidio; son aquéllas las mismas que hoy criminalizan a las mujeres por aborto, con cientos de presas en todo el país; son las mismas que hoy tienen al ejército en las calles, desatando una ola de violencia cuyas víctimas principales son los jóvenes, las mujeres y los migrantes.
El voto en contra de las reformas antiaborto de los 7 ministros es, en realidad, un reflejo del sentir de cientos de miles de mujeres y hombres que están a favor de la maternidad libre y del derecho a decidir. Este sentir debe materializarse en un gran movimiento nacional que salga a las calles a movilizarse vinculado a los trabajadores y el conjunto de los sectores oprimidos y explotados cuyos derechos también son atacados sistemáticamente por este gobierno reaccionario y patronal. Sólo así podremos obligar al Estado a garantizar nuestro derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, y al aborto libre, gratuito y seguro en todo el país.
¡Basta de encarcelar a mujeres por abortar! ¡Alto a las muertes de mujeres pobres, trabajadoras, migrantes, estudiantes, indígenas y trabajadoras sexuales por las secuelas de abortos clandestinos! ¡Alto al feminicidio! ¡Fuera ejército de las calles!
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