Tregua y retirada israelí de la Franja de Gaza
08 Aug 2014
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“Misión cumplida” dijo el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu tras anunciar la retirada de las tropas israelíes de la Franja de Gaza. Fueron casi 30 días de ofensiva militar que dejaron un saldo de 1900 muertos, más de la mitad civiles entre los que se cuentan más de 400 niños, y 9500 heridos (de los que 2500 son niños), más de 10.000 viviendas destruidas así como infraestructura básica como la única central eléctrica, escuelas, hospitales (un 30% de los mismos debieron cerrar por los daños sufridos) y mezquitas.
El ejército sionista anunció que neutralizó los túneles de Hamas y la Yijad Islámica y que redujo significativamente el stock de cohetes operativos de esas organizaciones. Aunque los últimos sondeos publicados marcan que la popularidad de Netanyahu cayó entre un 15 y un 20% en los últimos días, su imagen se mantiene muy alta (arriba del 65%). Las críticas de la ultraderecha sionista, liderada por el canciller Avigdor Lieberman entre otros que directamente planteaban ocupar militarmente la franja y derrocar a Hamas, están contenidas tras el anuncio de la destrucción de los túneles y de lo que sería, según lo presenta el ala de Netanyahu, un significativo debilitamiento de Hamas, que ha tenido que aceptar la tregua sin obtener hasta ahora ninguna de sus exigencias (centralmente el levantamiento del bloqueo que Israel mantiene desde 2007 y que fue reforzado por Egipto desde mediados de 2013).
De esta manera, la tregua de 72hs, la retirada de las tropas invasoras y el cese de los bombardeos, es presentado por Netanyahu como un triunfo militar y político.
Crecientes costos políticos para el Estado sionista
Sin embargo, Israel paga un alto costo político: un fuerte desprestigio internacional y un creciente aislamiento con países que, tras semanas de bombardeos y aberrantes crímenes de guerra, terminaron retirando sus embajadores de Israel (como varios países de Suramérica) o suspendiendo la venta de armas (como el Estado español). No son más que medidas testimoniales o simbólicas. A excepción del gobierno boliviano, ninguno rompió relaciones con el estado sionista ni suspendió sus vínculos comerciales. Por el contrario, todas sus críticas y repudios se basan en la “desproporción” de la respuesta de Israel o en exigir la “protección” de civiles.
En la misma sintonía se ubicó la ONU que denunció a Israel por haber bombardeado escuelas y refugios que estaban bajo su control como “posibles” crímenes de guerra, pero no tomó ninguna medida concreta para frenar la invasión y exigió un cese el fuego a Hamas y a Israel por igual, siguiendo una lógica de “dos demonios” que le hizo el juego al invasor. Pero aunque no pasan de discursos o medidas simbólicas, son la expresión de la deslegitimación y el aislamiento internacional en el que queda Israel al desnudarse con toda crudeza la política sistemática de limpieza étnica que aplica contra el pueblo palestino. En el mundo árabe cientos de miles se movilizaron aún en contra de sus gobiernos que apenas se reunieron para repudiar de palabra la agresión sionista. En países occidentales como Inglaterra y Francia también se produjeron importantes protestas enfrentando incluso la prohibición en el caso del gobierno de Hollande (ver notas).
Incluso el protector y aliado incondicional del estado sionista, EEUU, al mismo tiempo que otorgó una partida extra de 250 millones de dólares para reforzar el sistema antimisiles israelí Cúpula de Hierro y de que Obama reafirmase el vínculo “irrompible” con Israel y el lobby sionista en EEUU, tuvo que calificar de “atroz” alguno de los crímenes de guerra más brutales de la sangrienta ofensiva militar. Su otro gran aliado en occidente, el Reino Unido, terminó con un cimbronazo en el gobierno con la renuncia de una alta funcionaria de la oficina de asuntos exteriores (ver nota).
Los límites de la ofensiva militar
Por lo demás, aunque Hamas recibió un duro golpe militar, ha logrado sobrevivir. Y esto se hace mucho más notorio en el marco de la debilidad que venía sufriendo tras la pérdida de apoyo de Irán (luego que Hamas apoyara la revuelta contra Al Asad en Siria) y de Egipto (después que el golpe del general Al Sisi sacara del poder a sus aliados de la Hermandad Musulmana). A pesar de esta situación, resistió casi un mes el asedio de Israel y hasta logró infligirle considerables bajas incluyendo varios oficiales y tropas de elite y llegar con sus precarios cohetes hasta las ciudades más importantes de Israel lo que llevó por ejemplo a cerrar por unos días el aeropuerto de Tel Aviv.
Habrá que ver hasta dónde ha sido afectada su capacidad operativa, pero todos los medios coinciden en cifrar en alrededor de 3.000 los cohetes que mantiene operativos. Mientras que Israel dice haber matado casi mil combatientes, sólo Hamas cuenta con cerca de 20.000 y el grueso de la dirección de la organización salió ilesa de la ofensiva. Desde el punto de vista político Hamas se vio fortalecido entre la población palestina como única herramienta para defenderse de los bombardeos y de la invasión sionista.
En Cisjordania decenas de miles salieron valientemente a las calles y se enfrentaron con piedras al ejército israelí con un saldo de una docena de muertos, y decenas de heridos y detenidos. El presidente Mamuhd Abbas, líder de Al Fatah, que gobierna Cisjordania, debió repudiar la ofensiva de Israel y dar su apoyo a Hamas, aunque criticó el uso de la única arma de defensa con que cuenta esta organización, el lanzamiento de los rudimentarios cohetes contra territorio israelí (causaron 3 bajas), reafirmando de esa manera su política abiertamente colaboracionista con el ocupante y sus aliados imperialistas.
Negociación en Egipto y consecuencias políticas del ataque a Gaza
Pero quizás el mayor triunfo político de Hamas sea haber logrado ser parte de las negociaciones que se desarrollan en la capital egipcia de El Cairo. Considerada por las potencias imperialistas y por Israel como “organización terrorista”, no negocia sino a través de la Organización para la Liberación de Palestina, liderada por Al Fatah, o por gobiernos árabes aliados como fue en 2012 Egipto (cuando gobernaba la Hermandad Musulmana) o en el último tiempo por Qatar y Turquía. Ser aceptado como interlocutor es un triunfo político aunque a un alto precio.
En los próximos días y semanas se verán más claramente las consecuencias políticas de esta nueva ofensiva militar israelí con la marcha de las negociaciones y las concesiones que cada sector se comprometa a otorgar. Pero para el gobierno sionista de Netanyahu va a ser una tarea difícil intentar transformar la ventaja militar en un triunfo político y a la vez deberá lidiar con la fuertísima presión de la ultraderecha sionista que se ha reforzado al calor de la última ofensiva y no quiere hacer ningún tipo de concesión.
Como venimos señalando en distintas notas en este periódico, el objetivo histórico del sionismo que conduce el Estado de Israel es imponer un estado judío en todo el territorio palestino histórico en base a la limpieza étnica y el terrorismo de estado. Por eso es utópica y reaccionaria cualquier estrategia de “dos estados” (Israel y un estado palestino) y sólo sirve para fortalecer la posición de los sionistas. Los árabes y judíos sólo podrán convivir pacíficamente, como lo hicieron antes de la creación artificial del Estado de Israel en 1948, en una palestina laica y socialista en todo su territorio histórico.
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