Aumento de la tortilla, pacto entre el gobierno y los empresarios…

Un nuevo ataque a los trabajadores

31 Jan 2007   |   comentários

Los trabajadores estamos viviendo crudamente el carácter empresarial del gobierno de Felipe Calderón que muestra que va con todo contra las organizaciones obreras y populares, para convertir a México en el paraíso del Consejo Coordinador Empresarial y las transnacionales.
Mientas militariza varias regiones del país, es el principal responsable, junto a los grandes especuladores patronales, del ataque a los trabajadores. Para eso busca pulverizar los bolsillos de los trabajadores, aumentando los precios de los productos de primera necesidad (como la leche, el huevo, y la carne), atacando los salarios; eso sin contar el aumento progresivo de los servicios como el gas y la electricidad. Es el aumento al precio de la tortilla, donde más se expresa la rapiña de los capitalistas y el gobierno, pues no sólo limitan el acceso a los trabajadores al alimento de consumo más popular (en estados como Durango, el precio llegó hasta los 30 pesos), sino que desencadenan una escalada de precios en alimentos que aumentará la cifra de pobres y enfermos por desnutrición. Este ataque, justificado cínicamente por el Secretario de Economía (que se negó a frenar el aumento de la tortilla), evidencia la política gubernamental de favorecer los grandes negocios de los empresarios de la ciudad y el campo (cadenas de tortillerías, comercializadoras, agroindustrias transnacionales y nacionales, y acaparadores del campo, etc.). Este fue el verdadero carácter del pacto entre Calderon y los grandes capitalistas como Maseca, Bimbo y Wal Mart, que legalizó el aumento del 40% a la tortilla, mientras llaman –como hizo el Consejo Coordinador Empresarial- a que los trabajadores tengan “cautela” y no exijan aumento salarial de emergencia. ¡Quieren que nos quedemos de brazos cruzados mientras nos roban los salarios ya de por si miserables!
En ese contexto, el gobierno anunció un aumento de las importaciones de maiz, como “paliativo” al incremento de precios. Pero la crisis estructural del campo y la desgravación de los productos agropecuarios es un salto en la entrega de la soberanía, pues tan sólo en 1994-2000, con el TLC, el incremento de las importaciones en maíz, frijol y otros granos y oleaginosas que provienen de los EEUU, fue del 125 %. Lo que redunda en una mayor miseria de los campesinos, pequeños productores, y jornaleros agrícolas. Y como dicen los analistas, por este motivo se espera un salto en la inmigración mexicana a los EE.UU.
En este marco de pauperización popular, causa más preocupación la miseria que representa el tremendo desempleo (tan solo en la industria maquiladora de Puebla y Tlaxcala, hubo 15000 despidos). En esta demanda de trabajo se apoya el gobierno, los patrones y los charros sindicales para otorgar un aumento al salario mínimo que, en el sexenio de Fox, fue de miserables 8 pesos con 32 centavos diarios, contra los 7000 pesos –nominales- que diariamente se embolsaba el presidente. En tanto, la mayoría de los trabajadores padecen los salarios que las burocracias sindicales negocian con patrones y el gobierno ($ 1,90 de aumento al “minisalario”). Mientras los funcionarios del gobierno, los magistrados y los legisladores del Congreso ganan millonarias sumas por mantener el orden y la paz del capital.

Un frente reaccionario contra los trabajadores

Para fortalecer su ataque, el deslegitimado presidente Calderón se apoya en gobernadores de los partidos de régimen, incluidos los gobiernos perredistas. A cambio de este apoyo, Ulises Ruíz tiene la impunidad garantizada, y el gobernador de Puebla (protector de pederastas y esclavistas) recibe saludos de Calderón . En el Congreso, los coordinadores del PRI y el PAN son los garantes de lograr mayoría a favor del programa del PAN, para profundizar la entrega al imperialismo, y las transnacionales.
Aunque el PRD y AMLO se declararon en contra del aumento de la tortilla e impulsaron algunas movilizaciones, hay que decir que si Calderón se atreve a este ataque, es por el apoyo que recibió de los partidos del Frente Amplio Progresista que autorizaron el Presupuesto de Egresos que atenta contra la educación, la ciencia y la cultura. Igualmente, aprobaron la monopólica ley Televisa y la exención de impuestos a las refresqueras.
Ahora el gobierno va por la reforma hacendaria –para sacarle más impuestos al pueblo-, y la reforma laboral contra las conquistas sindicales y para precarizar más a los trabajadores no sindicalizados.
Este redoble de la ofensiva contra los trabajadores responde a la forma en que la burguesía busca recomponer la caída de la tasa de ganancia en la época de decadencia capitalista, y sólo la movilización de la clase obrera y sus aliados puede frenarla. Es necesario que no dejemos en manos de los partidos del congreso que se reclaman opositores, la defensa de nuestros derechos. Para defender nuestras conquistas hay que atacar a los capitalistas; no se trata de humanizar la explotación, sino de frenarla.

A organizar el descontento

El gobierno está “tensando mucho la cuerda”. No le importan los riesgos ni el descontento obrero y popular. Y es que la patronal se envalentonó porque los sindicatos no tomaron medidas contundentes para rechazar la política anti-obrera, desaprovechando las movilizaciones de los últimos años. Tan solo entre el 2000 y 2003 se movilizaron en la ciudad de México cerca de seis millones de personas, y, en el 2005 y 2006 fueron muchos más. Y las direcciones sindicales que se reclaman combativas aceptaron los topes salariales del gobierno (como en tranviarios y cañeros).
Los mineros, los cañeros, los jornaleros, los trabajadores de las maquiladoras, de la educación y la cultura; así como los millones que ven violados sus derechos por la represión, deben presentar un frente combativo contra esta política laboral y económica impulsando la más amplia movilización obrera, campesina y popular.
La movilización anunciada para el 31 de enero puede ser el inicio de un plan de lucha. El SME y la CNTE deben impulsar la movilizacion en las calles y poner sus fuerzas para preparar un paro nacional. La UNT, que en los ultimos meses no hizo nada para enfrentar el ataque antiobrero y aceptó los topes salariales, ahora convoca a la acción del 31. Si realmente está por enfrentar el ataque, tiene que llamar a un paro nacional por aumento salarial de emergencia de acuerdo a la canasta básica.
La clase trabajadora debe levantar un programa para el campo, para que las demandas de las masas agrarias no sean subordinadas al programa de los priistas o del PRD, opuestos a enfrentar al TLC.
Los trabajadores debemos retomar los métodos de lucha con los que se lograron las importantes conquistas que nos quieren arrebatar. Las enseñanzas del combativo pueblo oaxaqueño, que puso en jaque al régimen con el paro de la sección 22 y los trabajadores de la salud, no deben desaprovecharse. Más allá de lo que le faltó hacer a la APPO para lograr otros resultados, las acciones y métodos obreros los hicieron fuertes durante varios meses.
La clase obrera como tal, tiene la posibilidad de poner en jaque la producción de la industria, los servicios, la economía y las finanzas. Vayamos organizando el descontento con una organización amplia y democrática que, de manera independiente de los partidos del congreso, levante un programa obrero de emergencia para frenar la miseria capitalista y la antidemocracia. En ese camino, la recomposición del movimiento obrero estará más cerca.

Un programa contra la miseria del campo y la ciudad

Contra los bajos salarios que nos llevan a la miseria, los trabajadores debemos movilizarnos por un aumento general de emergencia de acuerdo a la canasta básica, que resarza la pérdida de estos años de neoliberalismo (por ejemplo desde 1994 a la fecha, el precios de la tortilla aumentó 738 por ciento). Y que a cada aumento de precios, se otorgue igual aumento de salarios. Pero son miles los que no tienen empleo y son utilizados por el capital como mano de obra barata para bajar los salarios de los empleados. Por eso, frente a los intentos de los patrones de dividirnos y enfrentarnos, hay que luchar por !empleo para todos! repartiendo las horas de trabajo entre trabajadores empleados y desempleados, con salario igual. Junto a esto, exigir e imponer un plan de obras públicas financiado por el gobierno, el cual sea controlado por los sindicatos.
Ante los cierres de fábricas, luchemos para que éstas sean expropiadas sin indemnización, y que pasen a manos de los trabajadores para echarla a andar, exigiendo créditos baratos. Impulsemos el control de precios a cargo de las organizaciones obreras, y luchemos por el castigo a los encarecedores y acaparadores de productos como el maíz y la tortilla, como Maseca y Bimbo.
Frente a la expoliación del campo, hay que echar atrás las reformas al artículo 27 que profundizaron la crisis agraria y facilitaron la entrega de la tierra a las transnacionales mediante el TLC y la apertura a los productos y granos de los EE.UU. Hay que expropiar sin indemnización a las transnacionales del campo e imponer el control del comercio exterior que proteja la producción de los campesinos y rechace los transgénicos.
Contra la sobre explotación de los jornaleros, exijamos su derecho a la sindicalización y a salarios dignos, acorde con la canasta básica del campo. Pero es fundamental luchar por la expropiación de los grandes latifundios para realizar una verdadera reforma agraria, que entregue la tierra a los campesinos pobres y los jornaleros, así como créditos baratos a los pequeños productores, garantizados por una banca bajo control de los trabajadores. Para eso es necesario un precio de garantía que evite las pérdidas de cosechas de los campesinos pobres y pequeños productores. Junto a esto, los sindicatos y organizaciones campesinas deben crear comités de obreros y campesinos que vigilen a las alzas y el acaparamiento de los productos del campo. Solo la alianza y la movilización independiente obrero-campesina, puede frenar este tremendo ataque a las condiciones de vida de todos los trabajadores.









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