El régimen asesino del PRI-PAN-PRD es irreformable
12 Nov 2014
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Cientos de miles hemos salido a las calles a exigir la aparición de nuestros compañeros normalistas. Cientos de miles que hemos puesto en una importante crisis al gobierno y a los partidos de este régimen de la alternancia.
Somos cientos de miles que denunciamos la colusión entre los funcionarios y los cárteles, que repudiamos a los partidos PRI, PAN y PRD responsables de los desaparecidos, la militarización y el saqueo. Y que ahora coreamos la consigna ¡Fuera Peña!, expresando así el odio contra el régimen autoritario y represivo de la alternancia.
Que después de semanas de movilizaciones a lo largo y ancho del país, salimos a repudiar las declaraciones de Murillo Karam, titular de la Procuraduría General de la República (PGR), que trata de convencer a los padres de familia y a los miles en las calles que ya no hay más por qué luchar.
¡Abajo el régimen de la alternancia!
Estas semanas, se hizo evidente para millones que este régimen criminal del PRI-PAN-PRD es irreformable. El Congreso, la “justicia” y los distintos niveles de gobierno sólo sirven para defender los intereses de los poderosos.
Su clase política está “cansada” de los reclamos populares –como dijo el cínico Murillo Karam ante los reclamos de los padres de familia– pero no de oprimir a las mayorías populares y perseguir a los luchadores sociales.
No se puede más que repudiar las declaraciones de Murillo Karam y desconfiar de este régimen asesino y sus funcionarios, que pretenden dar carpetazo final al caso de nuestros compañeros desaparecidos y de minimizar el verdadero crimen de Estado de Iguala, a la vez que la exigencia de libertad de todos los detenidos en las recientes manifestaciones es un planteo de primer orden.
Nada favorable a los trabajadores, la juventud y el pueblo puede esperarse de esta democracia bárbara del PRI-PAN-PRD, tampoco de un recambio del personal político al frente del Estado –mediante las elecciones anticipadas que propone AMLO– que dejaría intactas las instituciones cuestionadas en las calles y no resolvería las demandas democráticas, obreras y populares.
Ante eso, junto con mis compañeros y compañeras del Movimiento de Trabajadores Socialistas (MTS) planteamos que los trabajadores, la juventud y el conjunto del pueblo debemos ganar las calles, luchando por hacer realidad la demanda de ¡Fuera Peña Nieto! e imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, para barrer al conjunto del régimen de la alternancia. Porque si logramos que se vaya Peña Nieto y “que se vayan todos”, como muchos ya exigen, debemos proponer una salida al servicio de las grandes mayorías.
Por eso, hay que conquistar una Asamblea Constituyente, sin ninguna restricción y con acceso igualitario a los medios de comunicación para las organizaciones obreras, campesinas, populares y de izquierda, con representantes electos por sufragio universal cada 50,000 habitantes, que sean revocables y que cobren lo mismo que un maestro, donde voten todos los mayores de 16 años, en la cual la agenda de discusión no sean los intereses de la clase dominante y sus partidos, sino las demandas de las grandes mayorías y de sus organizaciones.
Donde se escuche la voz de los que no tienen voz en las instituciones de esta democracia asesina. Por ejemplo, cómo resolver y poner un alto a la represión, la militarización y el asesinato de nuestros compañeros, y lograr el juicio y castigo a todos los responsables, incluidos los políticos de este régimen, que esta “justicia para ricos” encubrirá.
Una Asamblea Constituyente donde discutamos cómo sacarnos de encima el yugo de la dominación de las trasnacionales y el gobierno estadounidense, y cómo logramos la renacionalización del sector energético y las empresas privatizadas.
Donde se resuelva como garantizar los derechos de las mujeres contra el feminicidio y la trata; y de la juventud, que no tiene acceso a la educación y la cultura. Y donde se concreten las demandas de los campesinos e indígenas pobres y su reclamo histórico de tierra y autonomía.
Una Constituyente donde la agenda del movimiento obrero reemplace a la agenda de los capitalistas, y se resuelva como poner un alto a las reformas reaccionarias, al ataque a la seguridad social, la precarización laboral y el desempleo.
Desarrollar la movilización obrera, campesina y popular
Una Asamblea Constituyente donde se imponga la agenda de las calles y que resuelva libremente sobre los reclamos de las grandes mayorías, no será garantizada por este régimen asesino.
Sus partidos coludidos con el narco, responsables de la represión, la militarización y la trata, así como del avasallamiento de las conquistas obreras, campesinas y populares, se opondrán a ello: querrán contener el descontento.
Por eso, para barrer a este régimen asesino es necesario desarrollar la movilización generalizada, y conquistar un Gran Paro Nacional para que caiga Peña Nieto e impongamos una Asamblea Constituyente Libre y Soberana.
El Encuentro Nacional de Organizaciones Obreras, Campesinas, Estudiantiles y Populares que se está discutiendo en distintas instancias y asambleas, y el Paro Nacional anunciado para el 20/11 en el que participarían los telefonistas y sectores de trabajadores de la educación, pueden ser un primer paso en un verdadero plan de lucha para lograr las demandas de cientos de miles, por lo cual hay que exigirle a las direcciones sindicales que se sumen al mismo.
Y es que, aún en caso de que conquistemos esa Asamblea Constituyente, no confiamos en que sus resoluciones sean respetadas, sin resistencia, por la clase dominante y sus partidos. La movilización revolucionaria y el desarrollo de los organismos de democracia directa de los trabajadores serán fundamentales para garantizar que las medidas que allí se resuelvan se lleven a cabo.
Sin duda el movimiento tiene enemigos poderosos –el PRI, el PAN, el PRD, la clase dominante y el imperialismo– que querrán evitar que avance en una perspectiva de lucha frontal contra el régimen. Los trabajadores, estudiantes y el pueblo, con la movilización y la lucha en las calles, podemos lograr que se vaya el gobierno y los partidos de esta democracia asesina, e imponer una salida favorable a nuestros intereses. Para eso hay que conquistar una Asamblea Constituyente Libre y Soberana para discutir y resolver en torno a las demandas de las grandes mayorías obreras y populares.
Los socialistas y la Asamblea Constituyente
En esta lucha por conquistar una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, los socialistas bregamos para que la clase trabajadora se ponga al frente de una alianza obrera, campesina y popular, ya que consideramos que su fuerza social es fundamental para poner contra las cuerdas al gobierno e imponer las demandas de las grandes mayorías. Pero, para esto, deberá superar la política de aquellas direcciones sindicales que evitan que se sume masivamente a la lucha.
En esa Asamblea Constituyente, desde el MTS propondríamos un programa para resolver las demandas democráticas más acuciantes, incluido, por supuesto, aquellas cuestiones estructurales propias del capitalismo semicolonial mexicano, como es la dependencia y subordinación en todos los niveles al imperialismo, la cuestión de la tierra para los campesinos pobres y la autodeterminación para los pueblos indígenas.
Plantearíamos y buscaríamos convencer de que la única forma de dar una salida íntegra y efectiva a estas cuestiones y al conjunto de las demandas de los explotados y oprimidos es conquistar un gobierno de los trabajadores, los campesinos y el pueblo pobre. Y que para ello es fundamental quebrar la resistencia de la burguesía, desarrollar la movilización revolucionaria y los organismos de autodeterminación de la clase obrera, para tomar el poder y expropiar a los capitalistas, los terratenientes y las trasnacionales imperialistas.
Para luchar por esta perspectiva, y en oposición a los partidos de la burguesía, queremos construir un gran partido revolucionario de la clase trabajadora. A esta tarea estamos abocados desde Movimiento de los Trabajadores Socialistas, que hemos participado activamente de las movilizaciones y asambleas proponiendo una política para enfrentar al gobierno y al régimen asesino.
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