Editorial
El regreso del viejo partido anti obrero y represor
10 Aug 2011
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El triunfo del PRI en el Estado de México, lejos de conseguirlo con “la ley en la mano” fue una verdadera elección de estado, por la forma en que operó el aparato estatal mexiquense bajo la conducción de Peña Nieto. La candidatura de Eruviel Ávila contó con el acuerdo entre el grupo Atlacomulco y los sectores patronales que ven al PRI como la alternativa de recambio, hacia el 2012, para imponer los planes contra los trabajadores.
Esto se mostró también con el triunfo priista en las elecciones de Coahuila y Nayarit. Que Eruviel Ávila haya ganado así, con el apoyo abierto de los medios de comunicación y del Instituto Electoral del Estado de México, con la complicidad del IFE y del TRIFE, y con la descarada intervención y recursos de Peña Nieto, muestra que las instituciones de esta “democracia” están al servicio de garantizar la llegada al poder político de quienes mejor pueden defender y representar los intereses de la burguesía y el imperialismo. Lo que muchos llaman “involución” democrática es en realidad una muestra de la degradación de la democracia burguesa mexicana. Queda comprobado así el carácter fraudulento de la transición democrática del 2000 y su funcionalidad para instaurar formalmente un régimen de partidos pero con un fuerte poder presidencial y con rasgos cada vez más bonapartistas, cuyo principal objetivo estratégico es garantizar la explotación y opresión de las mayorías populares.
El PAN en caída libre
La caída electoral del PAN mostró el desgaste de este partido y el descontento de amplios sectores de la población con la derecha conservadora, representada por el panismo y El Yunque.
Sin embargo, esto se expresó en un voto conservador, ya que la oposición a Calderón llevó al crecimiento del caudal electoral del tricolor. A pesar de la pobreza y degradación social que priman en la entidad por los planes antipopulares que, acompañados de represión, aplica el gobierno estatal; y del carácter mafioso de los grupos priístas (como el Atlacomulco) quienes, vinculados al crimen organizado, abonan a la inseguridad de la población.
En tanto que, el alto porcentaje de abstención (aun en niveles similares al de elecciones anteriores) expresó, aunque de forma pasiva, el desinterés o descontento de amplios sectores de la población, que de esta forma hicieron patente su rechazo a un proceso electoral al servicio de que los partidos patronales se repartan el botín. El abstencionismo puede seguirse desarrollando ante una larga coyuntura de crisis económica y ataques del gobierno.
La derrota de Bravo Mena significó un fuerte golpe a la figura presidencial y evidenció la perdida de base social del PAN entre sectores amplios de la población, agravando el retroceso electoral que viene sufriendo este partido en los últimos años. Con su caída estrepitosa en el Estado de México, el PAN prácticamente perdió la posibilidad de mantenerse en el poder. La fortaleza que todavía muestra el gobierno federal deviene fundamentalmente de su política de militarización, del compromiso de todos los partidos patronales para garantizar la “gobernabilidad” y de los pactos con las dirigencias sindicales charras que mantienen al movimiento obrero en la pasividad, como el que sostuvo con el SNTE a cambio de apoyo electoral.
A diez años de la llegada a Los Pinos del PAN, su autoritarismo y su política anti-obrera y pro-imperialista, que mantuvo lo esencial de las viejas prácticas priistas, son la base de la erosión de su imagen y su fuerza. En tanto que el pragmatismo político –expresado por ejemplo en sus pactos con Elba Esther Gordillo y en las alianzas electorales con el PRD- desdibujan su autoproclamado perfil moralista y republicano. En este contexto, las pugnas internas pueden recrudecerse en el proceso de designación del candidato a la presidencia (como se mostró en el abandono que la plana mayor panista hizo del yunquista Mena). Esto empujará aun más a la burguesía y el imperialismo a apoyar un posible retorno del PRI.
En estas circunstancias, durante su último año, el gobierno de Calderón se verá obligado cada vez más a negociar con el verdadero partido fuerte a nivel nacional: el priismo y sus representantes (sea en las Cámaras o incluso con las direcciones sindicales de aquel partido).
El PRI “calienta motores” para volver a Los Pinos
Como ya hemos dicho, el PRI conquista una importante posición para luchar por la presidencia en el 2012. Independientemente de que parte de su crecimiento electoral respecto al 2005 exprese un voto de castigo al PAN junto al tradicional voto duro, el tricolor ya está mostrando sus intenciones contra los trabajadores y el pueblo. El anuncio de Humberto Moreira de pactar con el PAN y Elba Esther Gordillo, y de sacar adelante las reformas estancadas (como la laboral y la de seguridad), es parte de una política de endurecimiento contra las masas. Esto anuncia que un posible retorno del PRI a Los Pinos, lejos de significar algo favorable para el pueblo trabajador, mantendrá y profundizará la ofensiva sobre las conquistas laborales, la entrega al imperialismo, y el ataque a las libertades democráticas de las masas.
El PRD, por su parte, mantuvo un segundo lugar, cayendo algunos puntos respecto a la elección estatal del 2005 y perdiendo en importantes municipios como Nezahualcoyotl y Ecatepec. A pesar de que AMLO fundó recientemente el MORENA para capitalizar el descontento con el gobierno, y que muchos de sus votantes expresan así su oposición al PRI y al PAN, el candidato perredista no logró atraer una mayor cantidad de votos; en gran medida esto es consecuencia de la deriva derechista del PRD que, aunque terminó forzado a rechazar la alianza con el PAN, ni siquiera se atrevió a plantear –cuando menos en el terreno discursivo- una ubicación opositora más “aguerrida”, que le permitiese aparecer, ante los trabajadores y la juventud, como una alternativa al PAN y al PRI. Temerosos de desestabilizar las instituciones y los procesos electorales, estuvieron muy lejos de denunciar la terrible situación que atravesaban, en los días previos a la elección, miles de familias que perdieron todo bajo las lluvias y el desborde del Rio de los Remedios.
Luego de la elección, ya empezó el pase de facturas en el PRD entre Ebrard y AMLO. Más allá de que esto le de nuevos bríos a los sectores “aliancistas” conciliadores, lo que las elecciones del Edomex mostraron fue que el PRD no representa ninguna alternativa real para el pueblo trabajador, como se evidencia tanto en su programa como en su accionar previo en los gobiernos estatales y municipales.
Es necesario enfrentar la ofensiva que se prepara
Tanto el triunfo del PRI en las recientes elecciones estatales como su posible triunfo en el 2012, favorecen a los planes de la clase dominante contra los intereses de los trabajadores y el pueblo. Hacia el 2012, las instituciones se preparan para profundizar su política reaccionaria contra las masas.
Ante ello, es fundamental retomar el camino de la lucha y la movilización, preparándonos para enfrentar nuevos embates. Mientras el salario se deprecia y el PRI y PAN preparan la reforma laboral, las direcciones sindicales (desde las priistas CT y CTM hasta la “opositora” UNT) le han concedido (¡una vez más!) una verdadera tregua al gobierno. Hay que seguir el camino mostrado en los meses previos por el magisterio: es necesario un plan de lucha, convocando a un Encuentro Nacional de organizaciones obreras y populares, para discutir y votar acciones concretas de movilización y lucha, y un programa que comience por enfrentar cualquier reforma laboral que ataque nuestras conquistas. Junto a esto, los trabajadores deben sumarse al movimiento democrático contra la militarización (fenómeno que muestra la antidemocracia del régimen y la descomposición social “lograda” con la alternancia.
Desde la LTS consideramos que, para enfrentar esta ofensiva y las trampas de los partidos patronales, es necesario construir una herramienta política de los trabajadores. Al contrario de lo que propugnan distintas direcciones sindicales que llaman a los trabajadores a apoyar al PRI o al PRD (como la del SME respecto al tricolor) es una tarea fundamental dar pasos en conformar una organización que luche por un programa y una política que defienda los intereses de los trabajadores y sus aliados del campo y la ciudad, y enfrente sin tregua los planes y la ofensiva de la burguesía y el imperialismo sobre nuestras conquistas.
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