El triunfo de Syriza y sus repercusiones en México Un debate en la izquierda
31 Jan 2015
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El triunfo de Syriza y sus repercusiones en México
Un debate en la izquierda
Pablo Oprinari //@Poprinari
El triunfo de Syriza en las recientes elecciones griegas, despertó el entusiasmo de distintos articulistas nacionales, que contrastaron la situación en el país del sureste europeo con México.
Pedro Miguel destacó que su programa –“más basado en el sentido común que en las ideologías”– debería ser retomado en México para superar “la grave crisis moral, política, económica y social”.
José Blanco sostuvo que se puede construir un proceso social que tienda a “una república socialdemócrata” en el marco de la globalización, de donde surgirán “los Pablos Iglesias o los Alexis Tsipras”.
Este entusiasmo no se puede escindir de la realidad nacional más reciente: el retorno del viejo dinosaurio priista, las derrotas electorales en el 2006 y 2012 de las llamadas “izquierdas”, el giro a derecha del PRD. Y, ahora, la emergencia de un amplio movimiento de protesta que puso en cuestión al gobierno y al régimen político.
Octavio Rodríguez Araujo, por su parte, planteó que la principal enseñanza de Grecia es buscar “la unidad de las izquierdas” con “responsabilidad y consistencia de principios y programas más allá de lo que dicen sus documentos fundamentales”, mencionando la iniciativa impulsada por Ifigenia Martínez Hernández (fundadora del PRD) y Francisco Estrada Correa, la Mesa Permanente de las Izquierdas “que ha venido promoviendo la unidad de las izquierdas para las próximas elecciones”.
Desde distintos enfoques, estos articulistas plantearon tanto una reivindicación del triunfo de la “Coalición de izquierda radical” (Syriza) como expectativas en el accionar de la “izquierda” mexicana, la cual está referenciada en el Morena de López Obrador y el PRD.
El triunfo de Syriza y sus lecciones
Como se ha planteado en Izquierda Diario, el apoyo cosechado por Syriza expresó la aspiración de los trabajadores y el pueblo griego de repudiar las políticas de austeridad impulsadas por la troika del FMI, el Banco Mundial y el Banco Central Europeo.
Tanto el voto a Syriza como a otras formaciones de izquierda mostró el rechazo al rescate a los banqueros, al aumento inusitado de la deuda pública y al conjunto de las consecuencias sociales que afectan al pueblo trabajador. Durante los últimos años, la clase obrera y el pueblo expresaron este repudio con 33 huelgas generales, siendo Grecia uno de los países con mayores niveles de lucha de clases en Europa.
Sin embargo, es evidente la contradicción entre las aspiraciones del pueblo griego, respecto del tibio programa reformista de Syriza y las declaraciones de Alexis Tsipras, que buscan tranquilizar a los gobiernos imperialistas preocupados por el posible impacto que el resultado electoral tenga en el resto de Europa.
De igual forma, el pragmático acuerdo alcanzado con la formación política nacionalista y xenófoba de derecha ANEL y el otorgamiento a éste del estratégico Ministerio de Defensa muestra la dinámica que estaría adoptando el nuevo gobierno.
A la definición mencionada arriba, por parte del articulista José Blanco, de que la lección de las elecciones griegas es que posible una “república socialdemócrata en los marcos de la globalización” podríamos contestar que es imposible conciliar las aspiraciones de las masas griegas con el respeto a los intereses de los capitalistas y sus partidos.
Resolver favorablemente las demandas obreras y populares, cortar de tajo el ciclo de precarizacion, explotación y miseria, pasa por desarrollar la movilización independiente, encabezada por la clase obrera, en la perspectiva de imponer un gobierno de los trabajadores, y un programa que enfrente la dominación capitalista y desarrolle –contra la “troika”– la alianza con el conjunto de los explotados y oprimidos de Europa.
La “unidad de la izquierda” en México
Pedro Miguel, por su parte, presenta el programa de Syriza como la vía para superar la “grave crisis” mexicana, dejando de lado, entre otras cuestiones, los gestos de la dirección de Tsipras que, antes y después de las elecciones, apuntan a alejar la desconfianza del capital financiero y pone entre sus prioridades la “renegociación” de la deuda.
Aún con las diferencias que aquel tiene respecto a los programas neoliberales y las posibles concesiones al movimiento obrero y popular, tiene el límite insoslayable de que no se plantea cuestionar el capitalismo, y esto Pedro Miguel no lo dice.
Por eso, retomar el espíritu del programa de Syriza para México, significaría no enfrentar la dominación imperialista, responsable del saqueo de los recursos naturales, del cáncer social que significa la expansión de los carteles y su colusión con el Estado, y de los casi 200,000 muertos y desaparecidos.
¿Acaso puede pensarse que este ciclo perverso puede revertirse sin romper –es decir, no “renegociar”...– con Washington y el Tratado de Libre Comercio y expropiar sin indemnización a las trasnacionales? ¿Es acaso posible esto sin atacar el poder de los capitalistas nativos agrupados en la COPARMEX y otras confederaciones patronales, imponiendo impuestos progresivos a sus fortunas y expropiando a toda empresa que cierre, suspenda o despida?
La crisis mexicana, responsabilidad de los capitalistas, sus partidos y Washington, sólo puede resolverse arrancándoles el poder y reorganizando la economía sin capitalistas ni terratenientes. No sorprende que quienes presenten esta “receta” sean quienes depositaron expectativas en alternativas “antineoliberales” en México que no cuestionan el orden capitalista.
Rodríguez Araujo, por su parte, al proponer “unir a las izquierdas” posiblemente esté pensando en una posible coalición del Morena de López Obrador con el PRD, o sectores provenientes del mismo.
Abriendo el paraguas al exigir la “consistencia de sus programas” el articulista da consejos para que, quienes provienen de una formación política que se fue tan a la derecha que terminó avalando las reformas estructurales, y que postuló al gobernador de Guerrero y al alcalde de Iguala, recobren su (supuesto) espíritu opositor. Con esto, se pretende fortalecer una alternativa de “izquierda” dentro de esta democracia bárbara, reciclar lo que una vez fue el PRD.
Aunque esta propuesta no aparezca como muy viable en lo inmediato –hasta ahora Morena se limitó a aceptar el ingreso de dirigentes perredistas, pero en franca competencia con aquel partido– la clase obrera y el pueblo nada pueden esperar de una “izquierda” cuya deriva derechista no es más que el resultado de su rol de soporte del régimen político.
Ni, tampoco, de quienes –como el Morena– se postulan como una real oposición, cosechando el apoyo de muchos trabajadores y estudiantes, pero que no busca enfrentar radicalmente las instituciones de los capitalistas.
La unidad por la que hay que trabajar es la de los explotados y oprimidos, tras una perspectiva para busque acabar con esta democracia asesina e imponer un gobierno de los trabajadores y el pueblo. Esa es la principal enseñanza de las luchas y movilizaciones en México y en el mundo.
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