Elecciones, lucha de clases y la construcción de una organización socialista

20 May 2015   |   comentários

A partir de la posición externada por los padres de familia de los 43 normalistas de repudiar las elecciones del 7 de junio, se ha discutido mucho cuál es la táctica adecuada para que el descontento expresado en las calles irrumpa en el escenario electoral. Hoy intentaremos trascender el debate de lo táctico a lo estratégico. Elecciones, lucha de clases y la construcción de una organización (...)

uevamente sobre la táctica electoral

Uno de los argumentos que esgrimen los defensores del “voto útil” por los candidatos del Morena es que, solo votando, lograremos algún tipo de interpelación al sistema político que permita “colar” a las cámaras la rabia y el descontento popular. Hemos ya insistido que el objetivo estratégico de estas elecciones es fortalecer el régimen de dominio en su conjunto, cuestionado en múltiples dimensiones por las clases subalternas.

De las imponentes movilizaciones del año pasado que cimbraron a todas las instituciones y a todos los partidos, hoy asistimos a la persistencia del movimiento en solidaridad con Ayotzinapa y a un amplio proceso de politización.

Especialmente llamativas son las estadísticas que advierten que sólo el 27% de la población tendría confianza en las elecciones. Interlocutando poco con este descreimiento y con el llamado de los padres a repudiar las elecciones, los apologistas del “voto útil” han planteado insistentemente que el escenario más favorable es que el 7 de junio se vote por Morena.

Nos recomiendan hacer como en Grecia donde, el profundo descontento y desesperación frente a las medidas de austeridad impuestas por la Troika, devinieron en un giro a izquierda que colocó a Syriza en el poder.

Sobra decir que, lo que no dicen aquellos que publicitan la “vía griega” es que, el gobierno de Alexis Tsipras tuvo que pactar con el partido nacionalista conservador Griegos Independientes y la iglesia ortodoxa, renunciando a levantar los derechos del movimiento LGTB por un lado y por otro, a bajar su programa económico frente a la Troika que, como dice un análisis “nunca se fue y su presión es cada vez más fuerte”.

Hemos dicho en artículos anteriores polemizando con John Ackerman que, en última instancia, los defensores de esta política, con su posibilismo conformista, nos quieren convencer de que, frente al hecho de que los explotados y oprimidos carecemos de una organización que nos represente, tenemos que limitarnos en ir a votar a regañadientes.

Como ya hace muchos años, el inmediatismo supera cualquier reflexión estratégica y profunda de hacia dónde va el movimiento. Se trata de cerrarle el camino al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y la derecha y no importa nada la experiencia histórica: confiar en la llamada “transición pacífica a la democracia” y votar por una u otra variante (Partido de la Revolución Democrática, PRD, o Partido Acción Nacional, PAN), no le “cerró el paso” al PRI, más bien le dio sobrevida y le concedió una nueva cobertura democrática.

Si es estratégico para el régimen legitimarse en el próximo periodo electoral, gane quien gane para preservar el poder de clase, es estratégico para los desposeídos levantar una táctica independiente en dicho proceso que esté al servicio de construir desde ahora mismo, un instrumento político de los trabajadores que tenga su propia perspectiva de clase.

Un partido de la lucha de clases

Dice John Ackerman en su artículo ¿Verde o Morena? que “Cada día es más claro que la principal función del sistema de competencia política supuestamente liberal es la generación de una fantasía de normalidad democrática y estabilidad social para encubrir la acumulación de más poder y dinero en las manos de los capitanes del capital financiero global”.

En términos marxistas, esto es que, las instituciones del régimen están al servicio de preservar el poder de una clase, la capitalista, sobre otras. Esto no invalida que el electoral sea un escenario en el cual la izquierda socialista deba participar, intentando en todo momento aprovechar los casi nulos resquicios que deja el régimen burgués para que la voz y programa de los trabajadores se exprese.

Pero en el caso mexicano, carecemos de una alternativa con independencia de clase, justamente porque durante las últimas tres décadas y en particular desde la emergencia del PRD, la mayor parte de la izquierda renunció a construir un partido de y para los trabajadores, condenando al movimiento obrero y popular a subordinarse políticamente a alguna de las variantes del régimen.

Otro sector de la izquierda, influenciado por la dirección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), renunció también a ello bajo la premisa de que es pernicioso luchar por el poder político y que este terreno, el de la política, no es un espacio en disputa, si no que es monopolio de la clase dominante.

Así es que de lo que se trata es de construir una organización que haga otra política: la de los explotados y oprimidos. Una organización que entienda lo electoral como algo táctico y ponga sus energías en templarse al calor de la lucha de clases: en la lucha de los por la aparición de los 43, de los trabajadores de Mazda México, de los jornaleros de San Quintín, de las enfermeras, de los trabajadores de Honda México, de Caja de Ahorro, del magisterio, de los normalistas de todo el país. Y que bregue porque estas luchas no se queden en el terreno de lo reivindicativo o “social” y que sus protagonistas avancen en sacar lecciones y configurarse justamente como sujeto político. Avanzar en la comprensión justamente de que la democracia burguesa es el disfraz democrático de la dictadura del capital.

El voto nulo no es testimonial, es militante

Es en este sentido que, aquellos que estamos planteando votar nulo, no lo hacemos en forma testimonial.

Se trata de desplegar una campaña militante para organizar en las escuelas, los centros de trabajo, las fábricas, las facultades a los jóvenes y trabajadores que ya no confían en los partidos tradicionales ni sus expresiones recicladas y quieren expresar su descontento en las urnas pero a la par de ir forjando los cimientos de una fuerza política capaz de antagonizar con los intereses del imperialismo, sus socios nativos y sus administradores.

Nos dicen, los escépticos, que esta es una utopía. Nos quieren encerrar en el espacio de “lo posible”. Pero se niegan a ver que es imposible que las alternativas que pretenden humanizar el capitalismo –es decir humanizar lo inhumanizable– sean viables para llevar hasta el final las reivindicaciones postergadas de los explotados y oprimidos. Sólo una fuerza social descomunal, encabezada por una organización de estas características, puede hacer frente a enemigos descomunales. El pan para hoy, es hambre para mañana.

Nos ponen el ejemplo de Syriza que es incapaz de enfrentar a la Troika y sus aliados europeos pero invisibilizan el ejemplo de Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) en Argentina, conformado entre otras organizaciones por el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), partido hermano del Movimiento de Trabajadores Socialistas (MTS) en México.

Una fuerza de la izquierda socialista que ha conquistado diputados en varias provincias y utilizan sus curules para denunciar el giro a derecha del kircherismo, la represión a las luchas obreras, que exigen que los diputados ganen igual que un maestro y donan sus salarios a las luchas sociales.

Y mientras utilizan el terreno electoral como un espacio táctico más para hacer propaganda a favor de los desposeídos, en el caso del PTS sus militantes son parte viva de las principales luchas obreras: ahí está la imponente lucha de los trabajadores de Lear que le torcieron el brazo a esta trasnacional. Ahí está el caso de los obreros de Madygraf que tomaron la ex fábrica Donnelley y la pusieron a funcionar bajo control de sus trabajadores.

En México, desde el MTS estamos poniendo nuestras modestas fuerzas en función de estos objetivos. Mientras salimos a las calles, las plazas públicas, las zonas fabriles a denunciar que nos faltan 43 y que debemos recrear una táctica independiente en las elecciones, intentamos, todos los días, de organizarnos para poner en pie una alternativa de los trabajadores.









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