Editorial
Elecciones y disputas entre los “de arriba”
30 Apr 2009 | La crisis es el talón de Aquiles de la clase gobernante. Lejos de tocar fondo, irrumpe en todos los ámbitos; echa abajo planes económicos, profundiza el desempleo estructural (cientos de miles de despidos desde enero), golpea el nivel de vida de millones de asalariados, pauperiza a la clase media y aumenta la cartera vencida de los tarjetahabientes.
Es una situación que, al combinar la recesión internacional con la dependencia estructural de la economía respecto a los EE.UU. vía el TLC, y las políticas reaccionarias del gobierno, pronostica una etapa prolongada de decrecimiento económico (recesión), que llevará al país a la miseria y fuertes conflictos sociales y políticos. En ese panorama, los planes de “salvataje” social no atenuarán significativamente sus efectos, y serán vanos los intentos por contener la crisis, impulsados por el gobierno con el fin de evitar una profundización del descontento que pueda expresarse en nuevas luchas obreras y populares.
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Elecciones y antidemocracia
El gobierno panista, ante su desgaste y baja de credibilidad, emprendió una guerra palaciega contra el PRI, creando - conforme se acercan las elecciones- fuertes roces con su aliado “incómodo”. Su objetivo estratégico es ganar las legislativas de julio para contar con mayoría en la Cámara de Diputados y posicionarse para las presidenciales del 2012.
Esta política de choque de Calderón –encabezada por el bárbaro Germán Martínez-, provocará que los acuerdos con el tricolor que sostienen a este gobierno, le salgan más caros al PAN. Y hará que el PRI lo deje colgado de la brocha en determinadas cuestiones para no aparecer -de cara las legislativas- como responsable de los planes del panismo. El señalamiento de Manlio Fabio Beltrones sobre la “ingratitud” del PAN ante la ayuda que el PRI le dio en el fraude del 2006, confirma lo tramposo del sistema electoral y que éste no respeta la voluntad de las masas trabajadoras.
Los “de arriba” discuten cómo ganarse posiciones entre sí, y deciden el curso del país, de acuerdo a los intereses de los capitalistas. No discuten los paupérrimos salarios de los trabajadores y el desempleo; tampoco cómo frenar del alza de los precios y la especulación que pulveriza al peso: ellos son parte de ese robo.
Sus disputas en nada benefician a los trabajadores. Entre estos partidos hay un acuerdo estratégico; y es una lucha que sólo busca dirimir quienes estarán al frente del régimen hambreador.
Una democracia cada vez más degradada
Este es el nuevo régimen plural que mucho alabaron como el advenimiento de la democracia a la caída del priato. Es un hecho que el régimen de la alternancia surgido en el 2000, descansa en la antidemocracia y en el rol cada vez más preponderante del Ejército en muchos estados.
Cada vez son más las muestras de violaciones a los derechos humanos de la población trabajadora. Impera el hartazgo por la antidemocracia del IFE, la SCJN, el IFAI y las patronales Juntas de Conciliación, cómplices todos de la liquidación de los contratos colectivos y del derecho de huelga. Así como la criminalización del descontento, como muestra la infame condena a Ignacio del Valle y sus compañeros, los abusos de la policía y los jueces corruptos. Esto, mientras el Gobierno del DF ataca a los trabajadores del SUTIEMS, a pesar de aquellos que, aun desde la izquierda, quieren presentarlo como un gobierno “democrático” e “izquierdista”.
Estamos viviendo lo que los marxistas llamamos una democracia burguesa cada vez más degradada con fuertes rasgos bonapartistas.
La burguesía intenta sacar al ejército a la calle y violentar las garantías individuales de las masas trabajadoras, cuando las contradicciones entre las clases se agudizan y se debilitan sus instituciones. Y esto, para imponer sus planes económicos y el control de la vida política, y en particular la miseria y los despidos que se multiplican en los centros de trabajo.
En ese contexto, las demandas de las mayorías obreras y campesinas del país son dejadas fuera de la agenda de discusión nacional, como son, por ejemplo, la independencia nacional, que pasa por echar abajo el TLC y no pagar la deuda externa; el aumento de salarios y la generación de empleos, el desarrollo de la educación pública y gratuita, el alto a la represión, y la garantía de derechos para la mujer, para las comunidades indígenas y los demás sectores oprimidos. Al mismo tiempo, está restringida la participación de toda organización sindical, social y de izquierda en los procesos electorales: cualquier grupo de trabajadores es impedido de presentar sus candidatos y sus programas sin ningún tipo de condicionamiento ni proscripción, y con pleno acceso a los medios de comunicación.
Por la independencia de la clase obrera
Es erróneo que los sindicatos y las organizaciones que se consideran independientes, liguen el destino de los trabajadores a partidos que son parte de este régimen. Y que, a lo sumo, buscan aligerar la dureza de las instituciones reaccionarias. No se trata de humanizar la explotación y suavizar la opresión haciendo presión desde el Congreso de los ricos. Se trata de buscar una salida alternativa y de clase a estos males del capitalismo.
En estas circunstancias, es fundamental –como planteamos más abajo- que las organizaciones clasistas y democráticas de los trabajadores y los socialistas discutamos una intervención unitaria y alternativa en las elecciones. Y que la misma denuncie a esta farsa de “democracia” y a la ofensiva que se descarga sobre la clase trabajadora y el pueblo, tras una perspectiva independiente de las instituciones y los partidos patronales.
Desde la LTS, al mismo tiempo que llamamos a un bloque independiente y clasista ante las elecciones, sostenemos la necesidad de una estrategia socialista, que plantea que son los trabajadores –encabezando la lucha del conjunto de los explotados y oprimidos del campo y la ciudad- los que pueden gobernar en función de los intereses de las grandes mayorías, echando abajo las viejas instituciones burguesas y edificando su propio estado, basado en la expropiación de los capitalistas y terratenientes y en la más amplia y verdadera democracia directa. Y que para eso es fundamental construir una herramienta política, un partido de trabajadores revolucionario. Ese es el reto de todos los sufrimos los embates de este gobierno y régimen patronal.
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